Al final se sabrá cual de los dos archipiélagos ha resultado victorioso en esta liza que no tiene otro propósito que el de rememorar sendas visitas turísticas, una de las mejores maneras de emplear el tiempo libre, en nuestra opinión: conocer nuevos lugares y nuevas gentes.
Las limitaciones económicas, ¡cuando no!, son las que limitan las posibilidades de escapar de la rutina diaria y sentirnos parte del mundo, sin distinción de fronteras, así que cuando surge alguna ocasión hay que aprovecharla, y eso fue lo que intentamos hacer.
Llegamos a Canarias, en el Océano Atlántico, casi inmediatamente después de haber estado en Roma, Florencia y Venecia con su apabullante carga de arte e historia –tema tal vez de una próxima nota-, y el objetivo era descansar, sin prisas ni urgencias.
Para ello habíamos contratado un hotel cuatro estrellas (no fue mucho más caro que uno de tres) que colmó en exceso nuestras expectativas. España se caracteriza por una muy buena infraestructura hotelera que no tiene parangón en ningún otro país europeo, cuando tomamos como referencia los establecimientos de tres estrellas para abajo. Claro que en los hoteles de nivel para millonarios, estos son similares en cualquier ciudad importante del mundo.
Una vez instalados, el propósito de descansar fue cediendo paso a lo que nunca podemos evitar, y es aprovechar el tiempo al máximo para visitar algún sitio de interés, ya sea por nuestra cuenta o en excursiones organizadas.
Nuestro primer destino fue el Loro Parque, por suerte cerca del hotel, al que podíamos ir andando. Es un parque temático de esos que tanto proliferan pero este es absolutamente precioso, con una vegetación deslumbrante, incluyendo un vivero de orquídeas con especies de todo el mundo, que pone el marco adecuado para la observación de los animales, muchos en libertad.
Osos, tigres, monos, delfines, orcas, pingüinos, pájaros multicolores, flamencos, caimanes, tortugas, tiburones, y la mayor colección de loros en el mundo (300 especies), todos se ofrecen a la vista del visitante, en medio de palmeras, plantas diversas y el jardín dedicado al árbol autóctono de Canarias, el drago. Imprescindible llevar cámara fotográfica.
La visita a Loro Parque puede durar un día entero pero no es agotador debido al clima siempre ideal en cualquier época del año. Salvo alguna excepción, en invierno no baja de los 15º y en verano no sube más de los 25º.
Tras el paseo regresamos al hotel para disfrutar de otro de los placeres de un viaje: una buena gastronomía. Los almuerzos y cenas con buffete libre permiten comer a cuerpo de rey en calidad y cantidad.
En la segunda jornada formamos parte de una excursión a la principal atracción de la isla, el Parque Nacional El Teide, la montaña-volcán más alta de España, con 3.400 metros. Lo curioso es que desde la playa, con 25 grados, se puede ver a la distancia la cumbre nevada del Teide, o sea que en una hora de viaje en autocar, se pasa del mar a la nieve. Fascinante.
Hay un teleférico que asciende desde su falda, a unos 2.350 hasta casi la cima. El día de nuestra visita no funcionaba. En el viaje de regreso nos detuvimos a almorzar en un restaurante con amplios ventanales que permitían apreciar el volcán cubierto de nieve, cuya última erupción fue en el año 1798. Allí degustamos un plato simple y típico de Canarias: las papas arrugadas, que se sirven con una salsa verde llamada mojo.
La siguiente etapa del viaje nos llevó a una isla que seguramente debe ser única en el mundo. Con una extensión de apenas 850 km2, su superficie que semeja un paisaje lunar, está salpicada con un centenar de conos volcánicos de poca altura. Su aridez en el interior contrasta con las hermosas playas diseminadas en su contorno.
Esto fue lo que comprobamos al llegar desde Santa Cruz de Tenerife a bordo de un bimotor a hélice, cosa rara en estos tiempos, pero que sin embargo, y contra nuestra aprensión inicial, nos trasladó en un vuelo absolutamente sereno. Cabe acotar que Lanzarote es lugar de residencia del Premio Nóbel José Saramago, y destino vacacional del presidente español Rodríguez Zapatero.
La excursión central de esta etapa en las Canarias fue un paseo en autocar por el Parque Nacional de Timanfaya, a través de una ruta que serpenteaba entre las faldas de los volcanes en un entorno carente de vegetación pero pródigo en curiosas formas dejadas por la lava al enfriarse.
La excursión nos llevó hasta un restaurante en lo alto de una cumbre también volcánica, dónde vivimos una curiosa experiencia. Un empleado del lugar reunió al grupo en el exterior del establecimiento y allí, comenzó a cavar con una pala. A 35 centímetros de profundidad, extrajo una palada de tierra y pidió a uno de los presentes que pusiera las manos en forma ahuecada para recibir la tierra. Apenas lo hizo, la soltó inmediatamente. La tierra tenía una temperatura de casi 50 grados y eso –nos explicó- ocurría en gran parte de la superficie de la isla.
Nos mostró luego un cono natural de dos metros de diámetro cubierto con una especie de rejilla o parrilla. De las profundidades de la tierra venía un calor tan intenso que permitía asar las carnes que se colocaban en la parilla. O sea que todos nosotros estábamos prácticamente sobre un lecho volcánico en el que algunos metros por debajo de la superficie “ardían las llamas del averno”. Pensar en que pudiera producirse un desajuste de la naturaleza no era lo más aconsejable en esos momentos.
La tercera y última etapa del viaje fue la isla de Gran Canaria, dónde está su capital, Palma. Tras visitar la casa en la que había estado Cristóbal Colón antes de seguir viaje hacia el Nuevo Mundo, recorrimos la isla en autocar, pero la lluvia no nos permitió apreciar en toda su belleza el paisaje insular. Quedaron para otra ocasión las islas de El Hierro, La Gomera y Fuerteventura, también parte del archipiélago canario.
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En uno de estos salones del Palacio de la Almuina atiende el rey los asuntos oficiales durante su mes de descanso en Mallorca.
En la excursión se pasa por Pollença, que inspiró la canción de Marilina Ross, Puerto Pollença, y una novela de Agatha Christie, Asesinato en Pollença. La bahía de Pollença puede verse desde un mirador llamado El Colomer (El palomar) instalado en lo alto de un acantilado de 232 metros.
Otra excursión nos permitió conocer las Cuevas del Drach con las clásicas estalactitas y estalamitas y un lago subterráneo a sólo 30 metros de la superficie. Estas grutas están en el área de Manacor, ciudad natal del tenista Rafael Nadal y una hermosa playa que bordea su bahía.
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Esto fue lo que comprobamos al llegar desde Santa Cruz de Tenerife a bordo de un bimotor a hélice, cosa rara en estos tiempos, pero que sin embargo, y contra nuestra aprensión inicial, nos trasladó en un vuelo absolutamente sereno. Cabe acotar que Lanzarote es lugar de residencia del Premio Nóbel José Saramago, y destino vacacional del presidente español Rodríguez Zapatero.
La excursión central de esta etapa en las Canarias fue un paseo en autocar por el Parque Nacional de Timanfaya, a través de una ruta que serpenteaba entre las faldas de los volcanes en un entorno carente de vegetación pero pródigo en curiosas formas dejadas por la lava al enfriarse.
La excursión nos llevó hasta un restaurante en lo alto de una cumbre también volcánica, dónde vivimos una curiosa experiencia. Un empleado del lugar reunió al grupo en el exterior del establecimiento y allí, comenzó a cavar con una pala. A 35 centímetros de profundidad, extrajo una palada de tierra y pidió a uno de los presentes que pusiera las manos en forma ahuecada para recibir la tierra. Apenas lo hizo, la soltó inmediatamente. La tierra tenía una temperatura de casi 50 grados y eso –nos explicó- ocurría en gran parte de la superficie de la isla.
Nos mostró luego un cono natural de dos metros de diámetro cubierto con una especie de rejilla o parrilla. De las profundidades de la tierra venía un calor tan intenso que permitía asar las carnes que se colocaban en la parilla. O sea que todos nosotros estábamos prácticamente sobre un lecho volcánico en el que algunos metros por debajo de la superficie “ardían las llamas del averno”. Pensar en que pudiera producirse un desajuste de la naturaleza no era lo más aconsejable en esos momentos.
La tercera y última etapa del viaje fue la isla de Gran Canaria, dónde está su capital, Palma. Tras visitar la casa en la que había estado Cristóbal Colón antes de seguir viaje hacia el Nuevo Mundo, recorrimos la isla en autocar, pero la lluvia no nos permitió apreciar en toda su belleza el paisaje insular. Quedaron para otra ocasión las islas de El Hierro, La Gomera y Fuerteventura, también parte del archipiélago canario.
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Más cerca en el tiempo, hace pocas semanas visitamos las Baleares, o más precisamente la isla de Mallorca, excluyendo a Menorca e Ibiza. Así que las impresiones que nos llevamos corresponden exclusivamente a lo que vimos en Mallorca, la mayor de las islas y sede de la capital, Palma.
Mallorca recibe desde hace varios años una afluencia masiva de turistas alemanes e ingleses, entre otros. Si la han elegido para pasar sus vacaciones por algo será. También es el destino veraniego de la familia real de España.
Mallorca recibe desde hace varios años una afluencia masiva de turistas alemanes e ingleses, entre otros. Si la han elegido para pasar sus vacaciones por algo será. También es el destino veraniego de la familia real de España.
En uno de estos salones del Palacio de la Almuina atiende el rey los asuntos oficiales durante su mes de descanso en Mallorca.
Según referencias escuchadas o leídas, Mallorca tiene en su contorno calas espectaculares que nosotros no vimos. Una excursión nos llevó hasta la península de Formentor, en el norte de la isla, dónde hay un único y exclusivo hotel que a lo largo de los años hospedó entre otros al príncipe Rainiero de Mónaco y su esposa Grace Nelly, a Orson Welles, al escritor Graham Green y al actor Errol Flynn, allá por los años 50. La lista es muy larga. Seguramente el hotel debe tener una playa maravillosa, pero no se pudo llegar.
Otra excursión nos permitió conocer las Cuevas del Drach con las clásicas estalactitas y estalamitas y un lago subterráneo a sólo 30 metros de la superficie. Estas grutas están en el área de Manacor, ciudad natal del tenista Rafael Nadal y una hermosa playa que bordea su bahía.
Hace algunos años la gran actriz argentina Tita Merello dijo que si en la Tierra existía un paraíso, éste estaba en Mallorca. Tal vez vio algo que nosotros no alcanzamos a visitar.
Y como resumen, podemos decir que en esta insólita y parcial comparación entre Canarias y Baleares, en nuestra opinión, Canarias es la ganadora.
No es más que una opinión. Otros, con más elementos de juicio, quizás piensen distinto.
No es más que una opinión. Otros, con más elementos de juicio, quizás piensen distinto.
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5 comentarios:
Bellísimo!!
Gracias Martita, siempre ten gentil.
Con la descripción de los dos archipiélagos, y con tú conclusión sobre cual te gustó más, se me cayó una imagen paradisiaca que tenía de las Baleares(playas de arenas tipo harina, mujeres y hombres sin prejuicios). Farra todos los días y a cualquier hora.Mucho glamour, lujo, etc.., contra la idea de las Canarias que tenía como islas comunes (creo que una de ellas no tiene agua ) , en fin la imaginación da para todo hasta que te muestran la realidad. A lo mejor por sus edades no pudieron gozar de la vida nocturna de las Baleares.Amén (jejejeje)
A flaco: que no se te caiga (entre otras cosas) la imagen paradisíaca, porque Baleares tiene todo eso que decís, sin duda. Pero decía en la nota el juicio es sólo por lo que alcanzamos a ver, no en base a una investigación consultando textos, datos, etc. Es solo lo que vimos, que no ha sido mucho.Así que repito. Mallorca tiene todo eso que pensabas, teniendo en cuenta que hay muchos turismo alemana e ingles, con dinero en el bolsillo. Sólo hay que ir al lugar apropiado. Como señalás, eso de las edades es un problema, pero es lo que hay. Un abrazo.
Hola, sólo corregirlo en una cosa la capital de Gran Canaria no es Palma sino Las Palmas. Me ha gustado mucho tu post.
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