Género: Novela, histórica
Año: 2011
Páginas: 552
Elegido por: Género/Tema
Lectura: Biblioteca pública
Valoración: Bueno
Si gustan las novelas históricas ésta es una más, con elementos de interés para quién quiera saber como fue el nacimiento del estado de Brasil a través de la vida del emperador Pedro I. El autor se documentó, leyó textos históricos y se lanzó a escribir la azarosa historia personal de ese personaje y su entorno.
Hay demasiadas páginas con texto compacto y escasos diálogos. Mi gusto personal es todo lo contrario; me entretienen más los párrafos cortos y los diálogos, pero esto va en gustos. Los escritores pueden escribir como les de la gana, pero al momento de presentar sus textos tal vez deberían interesarse por las preferencias de los lectores, los que, a su vez, tienen una apabullante oferta para decidirse por tal o cual título. Es cierto también que los capítulos son cortos y eso ayuda a agilizar a lectura.
Me hubiese gustado más con un centenar menos de páginas, menos carillas aprovechadas al máximo y más diálogos.
Algunos estarán de acuerdo y otros discreparán con esta opinión, pero está muy bien que cada uno pueda expresar lo que piensa. Y una última: lo de "Premio Planeta" no me motiva en absoluto.
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Sinopsis
Convertido en emperador de Brasil a los veintitrés años, Pedro I marcó con su huella la historia de dos continentes. Desmedido y contradictorio, las mujeres fueron su salvación y su perdición: mientras su esposa, la virtuosa Leopoldina de Austria, lo llevó a la cumbre, su amante, la ardiente Domitila de Castro, lo arrastró a la decadencia. Cuando el inmenso Brasil se le hizo pequeño y el poder dejó de interesarle, puso su vida en juego por aquello que crecía justo. Y alcanzó la gloria.
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Primeras líneas
Río de Janeiro, 1816
Pedro de Braganza y Borbón acababa de cumplir dieciocho años y estaba enamorado. Era un chico delgado y fibroso, con grandes ojos negros y brillantes y mirada lánguida. Bucles de pelo castaño enmarcaban su rostro de piel bronceada por la vida al aire libre, iluminado por una sonrisa siempre alegre.
Era un adolescente impulsivo, muy activo y bien dotado para el ejercicio físico. Sin ser muy corpulento, daba la impresión de ser más alto de lo que en realidad era. En aquella corte ceremoniosa y feudal de Brasil se le consideraba un príncipe excéntrico: se bañaba desnudo en la playa, se hacía amigo de los carpinteros del taller y le gustaba trabajar con las manos, a pesar de que los trabajos manuales eran considerados cosa de esclavos.
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Javier Moro (Madrid, 1955) ha colaborado desde muy joven en medios de prensa nacionales y extranjeros. Trabajó como investigador en varios libros de Dominique Lapierre y Larry Collins. Estuvo seis años en Estados Unidos desarrollando proyecto de cine y televisión, dónde colaboró con directores como Ridley Scott.
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