12 de febrero de 2009

Selecciones del Reader's Digest fue el comienzo



José Trepat



En la creación de un blog, con toda toda la tecnología que actualmente nos ofrece Internet, intervienen factores y motivaciones diversas, cuya enumeración sería larga y engorrosa.

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Ya sea para la publicación de fotografías –la era digital lo facilita de una manera impensable hasta no hace mucho- compartir conocimientos y cambiar opiniones, cada blog aporta un sello personal e intransferible.

Difundir alguna obra literaria propia o promocionar algún producto, que de no contar con este medio sería oneroso o casi imposible, son algunas de las innumerables ventajas de este artilugio electrónico cuya proliferación parece no tener límite.

Algunos blogs han quedado como meros intentos fallidos y son ahora una especie de resaca cósmica que navega en el espacio cibernético. Otros, en cambio, se han consolidado y convertido en puntos de referencia para millones de cibernautas que los visitan según sus gustos y necesidades.

Un blog se crea con alguna idea preconcebida, con algún propósito determinado, aunque también están quienes lo hacen como una experiencia novedosa, “a ver que saldrá de esto”. No faltan tampoco aquellos que aprovechan estas facilidades con algún propósito espureo, pues hay de todo en la villa del Señor, parafraseando este antiguo dicho.

Pero para que un blog perdure debe tener vida, o sea, debe actualizarse, so pena de caer pronto en el olvido. Los aficionados a la fotografía quieren exhibir lo que consideran aceptable dentro de su propia cosecha, a los amantes de la lectura les gusta fomentar ese hábito, y a quienes se han pasado muchos años frente a una máquina de escribir, les place hacerlo, aunque sólo sea para no anquilosarse, valga el neologismo.

Si lo que se publica en un blog tiene mucha o poca repercusión es harina de otro costal.

Como resultado de estas digresiones, el autor de estas líneas publica algunas de sus fotos y fomenta la lectura en los blogs “hermanos” que pueden verse en la columna de la derecha, y a la vez está atento a cualquier hecho o palabra que pueda ser el disparador para escribir alguna nota que le permita mantener su rutina-terapia.

El germen de esta nueva nota ha sido ver junto a un contenedor de residuos un ejemplar antiguo de "Selecciones del Reader's Digest". Inmediatamente me vino a la memoria todo lo que significó esa revista mensual para mi posterior afición a la lectura.

El recuerdo se remonta a cuando tenía diez años, y en ese momento no sabía que la línea editorial era de extrema derecha católica; mi afecto por esa publicación excluye toda connotación política, queda claro.

A la sazón vivía en una chacra argentina (casa rural) de unos parientes. Debido a mi endeble constitución física propia de la edad, pocas eran las tareas de campo que estaba en condiciones de realizar, pero sí había una en la que me “especialicé”: cuidar cerdos mientras pastaban.

Los cerdos se encerraban por la noche y todas las mañanas se los dejaba en libertad para que fueran a alimentarse libremente. Pero claro, había que cuidar que no se desperdigaran o directamente se escaparan a una chacra vecina. Esa era mi tarea, ayudado por perros ávidos de recibir la orden de traer de vuelta a algún “chancho” que se había alejado demasiado.

Tenía que estar tres o cuatro horas vigilando a los cerdos, lo cual llegó a ser un poco aburrido. Hasta que un día descubrí en la casa una enorme pila de ejemplares de una revista tamaño libro, Selecciones del Reader's Digest. Me llevé una para hojear mientras estaba con los queribles porcinos, y a partir de ese momento comencé a LEER, sin que nadie me obligara, lo hacía por gusto.

Artículos cortos condensados de otras publicaciones, chistes, secciones fijas como “Mi personaje inolvidable”, “Yo soy el hígado de Juan” (y así los restantes órganos del cuerpo humano), libros resumidos, artículos sobre animales y otros temas variados, constituían un imán entre la revista y el lector.

Estaban también los artículos políticos en los que invariablemente los comunistas eran muy malos y los norteamericanos muy buenos. Me creía todo lo que leía, para qué negarlo. Pero haciendo abstracción de la línea política sobre lo cual a medida que fui creciendo me di cuenta de que no era “ni muy muy ni tan tan”, el resto de los artículos los encontraba apasionantes.

Obviamente me leí de cabo a rabo todos los ejemplares que había en la casa y más adelante, instalado en Buenos Aires, inicié un intento por tener la colección completa comprando los ejemplares antiguos en puestos de libros y revistas usadas. Nunca llegué a completarla.

Cabe consignar que Argentina fue el primer país que publicó la revista en castellano, alrededor de la década de 1950. Hace años que no tengo un ejemplar en mis manos, pero según pude ver en algún kiosco de revistas, mantiene el mismo tamaño, aunque ahora con menos páginas.

El creador de Selecciones, Dewitt Wallace, murió en 1981 y al no dejar herederos la revista continuó como empresa pública con cerca de 100 millones de lectores mensuales, 48 ediciones diferentes según el país, y es traducida a 19 idiomas.

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La revista TIME le dedicó su nota de portada en 1951 y ocho páginas interiores que explicaban las claves del éxito editorial que comenzó a publicarse en 1922.

A pesar de no comulgar con su línea editorial, Selecciones del Reader's Digest ocupa un lugar en mis afectos por haber sido la llave que me abrió las puertas al maravilloso mundo de la palabra escrita.


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5 comentarios:

martagbp dijo...

Qué clásico "la" Selecciones! Me acuerdo que algunas notas las leíamos con mis amigas en el cole. Claro que todo estaba dentro del contexto de aquellos días y... éramos tan jóvenes y... Besos.

Anónimo dijo...

por el mercadolibre de peru estaban vendiendo la coleccion completa a 20,mil soles,,desde el 46 asta el de este mes..la persona se hiba de viaje,,quien tuviera tiempo de leerse todo y recordarlo perfectamente.

jose trepat dijo...

Gracias por el dato, pero en mi caso es una època superada, aunque siempre hay un poco de nostalgia. Slds.

Unknown dijo...

Igualmente me sucedió como a usted. En Costa Rica en 1962 con 10 años empecé a leer selecciones regaladas por sus jefes a mi papa
Saludos Jorge Castillo

Unknown dijo...

Ahi encontre la mejor lectura en mi adolesencia, me encanta su contenido