17 de octubre de 2010

El diamante y el escritor

Foto de un diamante en bruto 

Si queremos saber como se forma un diamante, vamos a una enciclopedia y obtenemos esta información:

El diamante (del
griego antiguo αδάμας (adámas), que significa «propio» o «inalterable») es el alótropo del carbono donde los átomos de carbono están dispuestos en una variante de la estructura cristalina cúbica centrada en la cara denominada red de diamante. El diamante es la segunda forma más estable de carbono, después del grafito; sin embargo, la tasa de conversión de diamante a grafito es despreciable a condiciones ambientales. El diamante tiene renombre específicamente como un material con características físicas superlativas, muchas de las cuales derivan del fuerte enlace covalente entre sus átomos. En particular, el diamante tiene la más alta dureza y conductividad térmica de todos los materiales comunes. Estas propiedades determinan que la aplicación industrial principal del diamante sea en herramientas de corte y de pulido.

La mayoría de diamantes naturales se forman a condiciones de presión alta y temperatura alta, existentes a profundidades de 140 km a 190 km en el
manto terrestre. Los minerales que contienen carbono proveen la fuente de carbono, y el crecimiento tiene lugar en períodos de 1 a 3,3 mil millones de años, lo que corresponde a, aproximadamente, el 25% a 75% de la edad de la Tierra.

Pero un escritor profesional lo explica de esta manera:
Nunca había estado expuesto a la luz del día, ni una sola vez en los doscientos millones de años transcurridos desde que asumiera su forma actual, y, sin embargo, parecía una gota destilada de luz solar.

Fue concebido en un calor tan intenso como el de la superficie del sol, en las terribles profundidades situadas por debajo de la corteza terrestre, en el magma fundido que surge del núcleo mismo de la tierra.

En esas temperaturas tremendas se habían quemado todas sus impurezas, dejando sólo los átomos de carbono en estado puro, y éstos, sometidos a presiones que habrían demolido montañas, quedaron reducidos en volumen y apretados hasta una densidad superior a la de cualquier otra sustancia de la naturaleza.
Esa pequeña burbuja de carbono líquido fue transportada hacia arriba por el lento rio subterráneo de lava fundida que atravesaba uno de los puntos débiles de la corteza terrestre, hasta llegar casi hasta la superficie antes de que finalmente dejara de fluir la lava.Durante el milenio siguiente la lava se enfrió, y su forma se alteró convirtiéndose en una roca jaspeada de color azulado compuesta de guijarros blandamente cementados a una sólida matriz. Esta formación no estaba adherida naturalmente a la roca del entorno y llenaba sólo un profundo foso circular cuya boca, en forma de embudo, tenía más de un kilómetro de diámetro y cuya parte posterior descendía en forma abrupta hasta las profundidades de la tierra.Mientras la lava se enfriaba, la burbuja de carbono sufría una transformación aún más maravillosa. Se solidificaba tomando la forma de un cristal de ocho caras simétricas del tamaño de un higo y tan totalmente purgado de toda impureza en la diabólica caldera de las entrañas de la tierra, que era transparente y claro como los mismos rayos del sol. Había sido sometido a presiones tran fuertes y constantes y a un enfriamiento tan parejo que su cuerpo no mostraba la menor rajadura o fractura.Era perfecto, un objeto de fuego frío tan blanco que a la luz parecía de un azul eléctrico; pero ese fuego jamás había sido despertado porque permanecía atrapado en una oscuridad total a lo largo de los tiempos y ni un solo rayo de luz había explorado jamás su diáfana profundida.Sin embargo, durante todos esos milenios de años, la luz del sol no estaba muy lejos, era sólo una cuestión de sesenta metros o menos; una delgada capa de tierra comparada con las inmensas profundidades desde donde había comenzado su viaje hacia la superfice.Ahora, en el último pestañear del tiempo, apenas unos años en tantos milenios, el terreno había sido continuamente desmenuzado, tallado y cortajeado por los esfuerzos mezquinos e ineficaces, pero persistentes, de una colonia de criaturas vivientes que parecían hormigas.Los antepasados de esas criaturas ni siquiera existían sobre la faz de la tierra cuando ese cristal único y puro adquirió su forma actual, pero ahora, con cada día que pasaba, la conmoción provocada por herramientas metálicas producía leves vibraciones en esa roca tanto tiempo dormida; y cada día esas vibraciones eran más fuertes, a medida que la capa de tierra que la separaba de la superficie se reducía de sesenta metros a treinta y después a quince, de tres metros a sesenta centímetros, hasta que ahora apenas unos centímetros se interponían entre el cristal y la brillante luz del sol que por fin daría vida a sus fuegos dormidos.

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(Así comienza HOMBRES MUY HOMBRES, de Wilbur Smith)
Me pareció interesante.

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