10 de octubre de 2010

Un esperado reencuentro


José Trepat

Mi aprehensión iba en aumento a medida que subía los peldaños de la escalera. Al llegar a la altura adecuada me dispuse a abrir la puertecilla sabiendo que mi desidia en el momento de la separación, hacía ya dos años, iba a depararme la desagradable sorpresa que los estragos del tiempo me tenían preparada.

La vista, el tacto y el olfato se unieron para señalarme como el único culpable del desamparo en que había dejado a mis amigos cuando me despedí de ellos hacía 24 meses. Allí estaban; apilados en un pequeño trastero, sin una mínima envoltura de plástico, expuestos a la humedad y al encierro.

Después de la visión, le llegó el turno al tacto, cuando al tocarlos como acariciándolos, noté en la yema de los dedos una pelusilla húmeda mientras mis fosas nasales eran invadidas por ese penetrante y desagradable olor rancio a moho que impregna el papel cuando permanece mucho tiempo en un recinto cerrado, sin ventilación alguna.

Procedí inmediatamente al rescate llevándolos rapidamente a la luz y al calor del sol benefactor, con la esperanza de que tras un breve período de convalescencia pronto pudiera volver a compartir con ellos algunos recuerdos del pasado. Allí estaban saludándome desde sus coloridas portadas: los ejemplares de la colección (no completa) de la revista HUMOR.
*
Hay personas, objetos, canciones o simplemente cosas, que de una u otra manera nos vinculan estrechamente con algún período de nuestras vidas.

En este caso, la "cosa" es la colección de HUMOR, la revista argentina que apareció en 1978 y desapareció en la década de los noventa debido a problemas financieros, juicios y el retaceo del vital apoyo económico por parte de quienes tanto habían recibido de esa publicación, una de las mejores de su época, o tal vez la mejor en mi opinión.

HUMOR vio la luz en los años más oscuros de la Argentina moderna, la sangrienta dictadura militar que asoló el país en los años 70, cuando un golpe militar arrasó con las instituciones, asesinó a miles de ciudadanos y provocó la desaparición de -según algunas fuentes- 30.000 personas.

Los primeros seis meses fue mensual y luego quincenal, con su director Andres Cascioli como ilustrador y diagramador y Tomás Sanz a cargo de una redacción inexistente. Pocas personas participaron en sus difíciles comienzos en una pequeña oficinita con Sanz sentado sobre una pila de diarios porque las sillas no alcanzaban.

HUMOR alcanzó su momento de esplendor de 1980 con tiradas de 300.000 ejemplares. Los argentinos habían encontrado su canal de expresión, cuando las editoriales importantes observaban un prudente silencio. La revista comenzó a mezclar el humor gráfico con una valiente toma de posición política y social. En sus páginas comenzaron a aparecer cartas que denunciaban hechos que otros medios callaban. Los redactores empleaban la sutileza pero siempre con pruebas comprobables.

Poco a poco fueron acercándose a HUMOR periodistas inteligentes que luego pasan a integrar el panel de redactores. La revista era el único espacio donde mucha gente se sentía representada. Otra excepción en esa época de silencio forzoso fue tal vez el Buenos Aires Herald, que se publicaba en inglés bajo la dirección de Robert Cox.

La subsistencia de HUMOR dependía casi exclusivamente de las ventas ya que carecía de apoyo publicitario, salvo el de Coca-Cola y Nobleza-Piccardo. Muchos nombres de la cultura argentina dejaban su rostro y su firma en HUMOR, con el riesgo que ello representaba. Alejandro Dolina, Santiago Kolvaldof, Osvaldo Soriano y muchos otros.

El humor gráfico era impactante y sus críticas sociales, contundentes. Nada escapaba al comentario mordaz, satírico e incisivo de sus columnistas, que "desnudaban" a los ídolos de barro que ocupaban las pantallas de televisión, otras revistas y espacios radiales. Todas las áreas de la vida cotidiana pasaban por el bisturí de HUMOR, para regocijo de sus lectores.

El inolvidable dibujante y escritor Roberto Fontanarrosa publicaba en la revista su tira BOGGIE, EL ACEITOSO, que acompañaba a otras secciones fijas como Las puertitas del Sr. López, Desvínculos, etc.

Las caricaturas de Cascioli, Izquierdo Brown y Nine, ridiculizando al poder de turno ejercían una gran atracción visual, pero los textos en sus páginas interiores tampoco dejaban títere sin cabeza, ya sean militares, políticos, figuras del espectáculo o deportiatas. Los presidentes constitucionales Carlos Menem y Raul Alfonsín sufrieron también las mordaces críticas de HUMOR, que aparentemente "no se casaba con nadie".

Tanta "osadía" derivó inevitablemente en querellas y juicios que a la postre incidieron en el descalabro financiero. HUMOR tuvo que reducir la cantidad de páginas, no se vendían tantos ejemplares como antaño, y de ahí al cierre había sólo un paso.

Durante el proceso militar la revista tuvo más de 30 juicios y la mayoría de los problemas de censura provinieron de grupos de la Iglesia, que también sufrieron los embates de sus críticas, algunas irrefutables.

Muchos mitos y figuras "intocables" de la televisión, la política, el periodismo y otras áreas, quedaron hechos trizas por las implacables críticas de HUMOR. Actualmente, muchas "vacas sagradas" pululan a sus anchas en la declinate televisión argentina, sin nadie que les salga al cruce. Son afortunados; HUMOR ya no existe y su director, Andrés Cascioli, no podrá molestarlos, pues también murió. No hay herederos a la vista, una lástima.

Muy pocos párrafos para todo lo que podría decirse sobre esta singular revista, que además del humor que pregonaba su título, fue mucho más allá. Quienes tenemos la colección (aunque no sea completa), dificilmente nos desprenderemos de ella. Tal vez le guste a nuestros herederos.
*

No hay comentarios: