25 de noviembre de 2010

Un apunte



Pase lo que pase de aquí en más, éste es un fenómeno!

Los que amamos el deporte en su expresión más pura, sin esa tonta distinción de banderías, hemos visto en estos últimos días dos cosas que rozan la perfección: la organización del Torneo de Maestros en Londres, y la exhibición de quién es el más extraordinario tenista que han visto mis ojos: Roger Federer.

Mis simpatías se inclinan por Rafael Nadal, como ya es sabido, pero mi admiración es para ese jugador suizo elegante, correcto y educado, sin ningún gesto fuera de lugar, que más que un tenista parece un bailarín de ballet, por la perfección de sus movimientos.

Nadal y Federer se encaminan hacia la final, y si esa circunstancia se da, es posible que el actual número uno del mundo le gane –como lo ha hecho tantas veces- porque como dicen muchos “a Rafa hay que matarlo para ganarle”. No obstante, la gran exhibición que brindó Federer en los primeros tres partidos es difícil de olvidar.

Si Federer juega a este nivel no tiene rivales, con la excepción de su “sombra negra” , el manacorí que nunca da un partido por perdido hasta que no se haya disputado la última bola. El propio Nadal reconoció varias veces que Federer es el mejor de la historia. Si le toca perder, seguramente no será un deshonor ser segundo de este fenomenal tenista suizo.
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