4 de septiembre de 2011

El síndrome que muchos quisieran





El escenario está preparado, y nada hace pensar que la obra vaya a ser diferente, aunque, con un poco de vergüenza, debería serlo.



Mañana lunes comienza oficialmente en España el período post vacacional. En realidad, las vacaciones de agosto terminaron el miércoles 31, pero este país, tan afecto a los “puentes”, extiende el período de descanso hasta el fin de semana, así los veraneantes pueden ir acostumbrándose mejor al “sacrificio” de volver al trabajo.



Seguramente vamos a ver mañana a los conductores de programas de televisión, esas figuras tan bien pagadas que desaparecieron de las pantallas durante julio y agosto, hablando de lo “duro” que es volver al trabajo después de los dos meses de descanso.



El síndrome postvacacional ha sido siempre un tema recurrente para quienes tienen la suerte de que un empelo y un salario los esté esperando. Y hablan y hablan de lo que cuesta “reengancharse” a la rutinaria tarea diaria, de los “malditos” lunes, y todas esas tonterías que su escasa imaginación y poca vergüenza les permiten utilizar para reencontrarse con “su” público.



En un país con cinco millones de desocupados, es un insulto “quejarse” públicamente de volver al trabajo, pero seguro que lo harán, como lo han hecho siempre, y lo seguirán haciendo mientras “su” público siga idolatrándolos.



Y pensar que se han hecho estudios sobre este síndrome, que toma la forma de desequilibrios físico-psíquicos, que por suerte para los pobres asalariados, remiten a los pocos días. Más afortunado es entonces el 20% de la población que no tiene trabajo y por lo tanto le escapa al susodicho síndrome.




Esta gente que ha disfrutado de uno o dos meses de vacaciones, y ahora siente depresión, irritabilidad, astenia, tristeza, apatía, ansiedad, insomnio, que desaparecerán en unos pocos días, tendría que ponerse en el lugar de los que deambulan en busca de algún mísero trabajo que les permita dar de comer a sus hijos. Seguramente, los síntomas desaparecerían como por encanto.

Esto lo sabemos todos los que en algún momento no hemos tenido trabajo ni –por lo tanto- ocasión de padecer el síndrome postvacacional.

A las personas que por la índole de su trabajo llegan al gran público, les pido que tengan un poco de pudor y que antes de hablar de lo que les cuesta volver a la rutina, se metan la lengua donde les quepa.
-José Trepat



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