18 de diciembre de 2012

Las tumbas del mañana (Anne Perry)

Género:   Novela, drama, Primera Guerra Mundial
Año:        2003
Páginas:  390
Título original:   No Graves as yet
Traducción:       Borja Folch
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Bueno   (pero esperaba un poco más)

Con la Primera Guerra Mundial como telón de fondo y el antecedente de dos novelas leídas recientemente de la misma autora, Las tumbas del mañana me pareció una buena opción. Pero tal vez me había creado demasiadas expectativas y, la verdad, no me satisfizo totalmente, aunque me gustó.

De la Gran Guerra habla poco y nada; comprensible porque durante el período en que transcurre esta novela aun no había comenzado. Solo algunas referencias al atentado de Sarajevo en la lejana Serbia  (la acción de la novela transcurre en Inglaterra), y los prolegómanos de lo que después se convirtió en tan cruento conflicto. (Seguramente éste se verá mejor reflejado en los dos restantes títulos que componen esta trilogía).

Los dos libros leídos de Anne Perry tenían como protagonista al inspector de policía William Monk y los encontré muy entretenidos. En Las tumbas del mañana los personajes son otros, y tampoco transitamos aquí por la época victoriana en la que la autora parece sentirse tan cómoda. Estoy convencido de que en el siguiente tomo de esta trilogía nos encontraremos con una profundización del carácter de los personajes, y con ellos nos introduciremos más en el cruento conflicto bélico. Que así sea.
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Sinopsis
El 28 de junio de 1914 el vehículo en el que viajan John Reavley, político británico retirado, y su esposa se sale de la carretera provocando la muerte de ambos pasajeros. Eso provoca el lógico duelo en sus cuatro hijos. La cosa se complica porque el señor John Reavley había telefoneado a su hijo Matthew, que trabaja en el Servicio Secreto Británico, informándole que había encontrado unos documentos que ponían en peligro el honor de Gran Bretaña y cuyas ramificaciones afectaban a la mismísima familia real. Matthew comparte su preocupación con su hermano mayor, Joseph Reavley, teólogo de formación y profesor de lenguas bíblicas en Cambridge.

 Los hermanos Reavley se dan cuenta de que la mansión familiar ha sido registrada mientras se oficiaba el funeral y también descubren, al visitar el lugar del siniestro, que no había sido un accidente sino que había sido un asesinato. De vuelta a Cambridge el profesor Joseph Reavley se lleva el disgusto de que su alumno favorito, el prometedor Sebastian Allard, ha sido asesinado. Matthew comienza a investigar qué conspiración había descubierto su padre y que era lo suficientemente grave como para haber sido asesinado.

Dos posibilidades toman cuerpo. La mayor crisis que está viviendo Gran Bretaña ese verano se ha de situar en Irlanda, donde el motín del Curragh ha puesto al gobierno en un brete, pero esta hipótesis va perdiendo fuerza rápidamente. Queda la teoría de que la maquinación que John Reavley había descubierto tuviera que ver con el magnicidio de Sarajevo, pero suena muy lejano y poco verosímil. En Cambridge la situación se vuelve bastante irrespirable por la presión a la que se ven sometidos por el detective Perth, el cual consigue con sus preguntas dar la impresión de que cualquiera puede ser el asesino de Sebastian Allard. Una nueva muerte parecerá dar por resuelto el caso Allard. Sin embargo, para cuando esto sucede Joseph Reavley ha sufrido una importante metamorfosis. Ya no es el hombre confiado de antes y las circunstancias le hacen pensar que el caso no está resuelto ni mucho menos.
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La autora

Especialmente dura fue la adolescencia de Anne Perry, nacida el 28 de octubre de 1938 en Londres como Juliet Marion Hulme Blackheath. Cuando tenía 16 años mató junto a Pauline Parker a la madre de esta última para que no las separaran. El tribunal condenó a ambas a cinco años de prisión y les impidió volverse a ver. Su vida fue llevada al cine en la película Criaturas celestiales (1994). Han tenido que pasar muchos años para que pudiese hablar de ello sin problemas y ahora, su aspecto se asemeja más al de una monja moderna sin hábito que al de una asesina. A ello colaboran sus constantes referencias a Dios. Comenzó a escribir y cambió su nombre por el de Anne Perry y su vida se deslizó del crimen real al de la ficción a través de los vericuetos de las mentes de asesinos y detectives.
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