7 de octubre de 2016

Una pequeña anécdota...

...como apéndice de Teruel y Albarracín (3)


Estas excursiones parecen reservadas a personas mayores (aunque cualquiera puede apuntarse). Son preparadas con esmero teniendo en cuenta la edad y estado físico de los clientes, algunos de los cuales tienen problemas de motricidad, sobrepeso y algo que es denominador común: muchos años en las alforjas. Por eso uno de los elementos que se priorizan es la seguridad, con énfasis en el perfecto estado del vehículo, un chófer experimentado y la elección siempre de la ruta más segura. 

Pero a veces el destino juega sus cartas y ocurren imponderables. 

 El regreso a partir de la localidad de Alcañiz tuvo una dosis de aventura que si bien no puede calificarse de riesgo, hizo que la siesta prevista se archivara para un futuro momento de mayor sosiego. 

Recordando la serenidad con que hicimos el viaje de ida, muchos apoyamos la cabeza en el respaldo del asiento y nos abandonamos al descanso. De pronto me desperté a causa de vaivenes del vehículo, movimientos como si estuviésemos girando a izquierda y derecha en un camino de curvas cerradas y próximas unas de otros, tan típico de las zonas montañosas. Y eso era precisamente lo que estaba sucediendo. 

A través de la ventanilla se veían profundos barrancos a medio metro del autocar que avanzaba cuesta abajo por un camino sin protección en el lado que da al vacío y que tenía UNA SOLA MANO. Lo que debía ser una autopista lisa y serena se había transformado ante mis ojos en un serpenteante y angosto camino de montaña. ¿Y SI VENÍA UN VEHÍCULO EN DIRECCIÓN OPUESTA? ¿CUAL DE LOS DOS TENDRÍA QUE IR FORZOSAMENTE MARCHA ATRÁS? ¿QUÉ HABÍA PASADO?. 

 Confiando en la experiencia del chófer no me preocupé y pensé que había tomado un atajo para ganar tiempo. Con esa idea seguimos avanzando curva tras curva exigiendo un esfuerzo adicional de los frenos. ¡Y menos mal que no nos topamos con ningún automóvil de frente! Ni preocupación ni miedo, sólo extrañeza. Aunque en verdad causaba una rara sensación (estabámos sentados en la parte trasera) ver como en las curvas la cola parecía quedar suspendida en el vacío. Un reventón podría haber causado una tragedia. 

 Al rato se develó el misterio. La guía tomó el micrófono y confesó: “nos equivocamos de camino a la salida de Alcañiz”. Nada más. No hacía falta. Ya sabíamos lo ocurrido y no hubo ni escenas ni protestas. Un error humano, simplemente. Cuando salimos de la zona montañosa pudo percibirse un alivio general y el viaje continuó sin tropiezos. Lo positivo es que esto se puede comentar como una pequeña anécdota, aunque en ningún momento hubo peligro real, pero a veces el destino.....
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