5 de marzo de 2010

El genio de Mozart



No descubro nada al decir que el vocablo genio se ajusta perfectamente a lo que fue/es Wolfgang Amadeus Mozart en el mundo de la música. Vamos a recordar un fragmento de la maravillosa película Amadeus, en cuanto a su banda sonora y no tanto a la caracterización de un Mozart, demasiado hollywoodense.

Explicación de la escena para quienes no vieron la película de Milos Forman.

Antonio Salieri, el compositor de la corte del emperador Francisco José, escribe un tema breve para el soberano, buscando la inspiración divina, como deja traslucir su mirada a Cristo en la cruz mientras la pieza va tomando forma.

En la escena siguiente, Salieri presenta la composición a Francisco José, amante de la música, y este se sienta al piano para ejecutarla. En ese momento aparece el joven Mozart, quien se sorprende al ver al emperador y a su séquito de adulones, junto a Salieri, aparentemente satisfecho con su creación.

El emperador pide a Mozart que se acerque y le muestra la partitura musical de lo que estaba ejecutando, e invita al joven músico a que haga lo propio, para lo cual le entrega la partitura.



“No es necesario, ya la memoricé”, dice Mozart, que había visto el pentagrama apenas unos segundos.

Todos se miran extrañados, incluso Salieri, pues no podían entender que la hubiese aprendido en tan poco tiempo.

“Demuéstrelo!”, le ordena el emperador.

Mozart se sienta al piano y comienza a tocar de memoria la melodía, pero enseguida se interrumpe y dice mirando a Salireri: “Esto no suena muy bien, no le parece?”. Salieri, con gesto ofendido no dice nada y los demás quedan expectantes.

“¿Y si intentamos esto?”, pregunta Mozart con total ingenuidad. Y a continuación sus dedos comienzan a moverse sobre el teclado introduciendo variaciones floridas y un nuevo ritmo a la pieza escrita por Salieri con tanto esfuerzo.

Los gestos de los presentes son de aprobación total a los arreglos del joven Amadeus y la cámara enfoca el rostro de Antonio Salieri, en el que podían notarse la frustración y la envidia.

He aquí el fragmento.







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