4 de agosto

Un mensaje con una figura alusiva fue lo primero que vio al abrir el correo electrónico, como parte de la rutina diaria que seguía invariablemente al primer café de la mañana.

No hacía falta ese aviso impersonal producido por algunos complicados circuitos pues el acontecimiento que iba a tener lugar en esa fecha ya lo tenía asumido desde la época en que los días no aparecían en una PC sino en el calendario de papel brillante colgado de una pared y en el que las fechas importantes se resaltaban con un círculo que envolvía un día determinado.

Pero el cuatro de agosto ya estaba aquí, un día como otro para millones de personas, aunque no para el hombre cargado de años, de algunas frustraciones (¿quién no las ha tenido?), de momentos buenos y momentos difíciles, pero que aún lleva en su mochilla la porción de ilusiones necesarias para avanzar en el camino que le queda por recorrer.

Cansado de convencionalismos, el hombre sintió la necesidad de que este cuatro de agosto se apartara, aunque sea mínimamente del obligado tirón de orejas , del desafinado “que lo cuuuuumplas..” y de toda la liturgia que compromisos diversos obligaron a diferir hasta una fecha venidera.

El hombre hubiese querido acceder al primer premio de Euromillones, para traducirlo en obsequios y festejos, pero sabía que el cálculo de posibilidades no le favorecía y efectivamente, acertó.

Sin fiesta y sin regalos, poco le quedaba por hacer, pero entonces tuvo la sensación de que tal vez la persona con la que compartió tantos cuatro de agosto, recibiese de buen grado una imaginaria tarjeta postal, en este caso electrónica, con las expresiones de buenos deseos que nunca pueden faltar.

Pero además de los buenos deseos, qué más podría decirle? ¿Qué siempre la sintió a su lado, sobretodo en etapas difíciles? ¿Qué siempre lo apoyó en sus decisiones, acertadas o cuestionables? ¿Qué siempre tuvo la palabra acertada para frenar lo que pudo haber sido una decisión apresurada? ¿Qué le dio lo que para un hombre constituye el mayor de los orgullos, los hijos?

¿Y si consideraba esto una cursilería?

Decidió correr el riesgo y envió la postal.
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