31 de octubre de 2011

La ruta de la seda II (Bernard Ollivier)


Género:  Libros de viajes
Páginas: 390



Bueno
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A veces me pregunto de que pasta están hechas esas personas, sin distinción de sexo, que emprenden aventuras en solitario, como lo son cruzar el Atlántico en una pequeña embarcación o atravesar desiertos a pie, acompañados solo de sus pensamientos, de lo elemental para subsistir, y de sus miedos, si es que saben lo qué es.

Esas mismas hazañas, realizadas por grupos de dos o más personas, presenta las mismas dificultades materiales, pero hacerlo junto a otros individuos de tu especie, con los que puedas hablar, cambiar impresiones y ayudarse mutuamente, como puede ser escalar una montaña, de ninguna manera puede compararse con la terrible sensación de soledad que deben enfrentar quienes las emprenden individualmente.

Es loable que al final de la aventura, el que ha sido único protagonista decida volcar en un libro su experiencia, para que quienes nos solazamos leyendola rodeados de las comodidades mundanas, nos despierte sentimientos de admiración y también en algunos casos, el deseo de preguntar: ¿quién le mandó hacer esto?Si es por ganar dinero con la venta del libro, hay otras maneras menos riesgosas. Es más lógico pensar que los impulsa el afán de hacer lo que nadie hizo, inherente a la condición humana.

De este tipo de hazañas trata el libro La ruta de la seda, escrito por el periodista francés Bernard Ollivier, luego de completar una caminata de casi 3.000 kilómetros atravesando lugares inhóspitos, países convulsionados por guerras y los rigores de la naturaleza, muchas veces hasta extremos increíbles, como cubrir a pie el terrible desierto Kara-Kun, de 260 kilómetros con temperaturas de 60 grados, donde los únicos seres vivientes que encontrará son escorpiones, serpientes y arañas viuda negra.

Esta caminata desde Turquía hasta Samarcanda, en Uzbekistán, la emprendió Ollivier con algo de dinero, un buen calzado, una cámara fotográfica y una rudimentaria carretilla armada con dos ruedas de bicicleta de niño, para transportar los 12 litros de agua que debía ingerir diariamente para subsistir.

El libro, didáctico como todos los de este género, nos permite conocer a la gente de esos remotos países de los que muy poco sabemos. Así, nos enteramos de que los campesinos y habitantes de empobrecidos conglomerados humanos se destacan por su hospitalidad y generosidad. Se enfrenta también con policías corruptos que le roban su cámara fotográfica, y comerciantes aprovechados que le cobran diez veces más de lo que vale el artículo que adquirió. Esto también está globalizado.

El libro relata la segunda parte del recorrido total de 12.000 kilómetros a pie por la legendaria ruta de la seda, que Ollivier, con 62 años cuando publicó este libro, tenía la firme intención de realizar. No sé si lo ha logrado.¿Que pensamientos pasarían por la cabeza de este hombre cuando por noche, en medio de una oscuridad absoluta, debía acampar a la intemperie, en un silencio total?Solo él lo sabe, pero lo que sí podemos entender es que este tipo de hazañas está reservada solo para unos pocos.

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