El Peñón visto desde la parte más alta del promontorio rocoso |
Dejamos la nota anterior con el fin de la visita a Bolonia y sus ruinas romanas. La caminata había abierto el apetito y algunos comenzaban a impacientarse: "Ya está bien de piedras, vamos a jalar!", era la consigna que con matices resumía la impresión que había dejado en ellos esta expedición en el tiempo. Habían pisado un retazo de historia pero otras urgencias los acuciaban. Otros se demoraban haciendo al guía local preguntas pertinentes, hasta que llegó la orden de Mateos y Loreto: "Al autocar todo el mundo!!".
Al fondo, el disputado (pero no mucho) Peñón |
Nos esperaba en Algeciras un restaurante puesto para recibir a 120 comensales que debían reponer fuerzas, ya que por la tarde nos aguardaba una importante misión: poner nuestras plantas en la colonia inglesa y recuperar el Peñón para la corona de Juan Carlos I!. Ensaladas, pescado frito y otro plato que no recuerdo, con vino tinto y blanco a discreción, nos predispuso para la gesta.
Pareciera que el Peñón y toda la colonia van a hundirse
en el mar, ¿o es sólo una expresión de deseos?
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El Servicio de Inteligencia Británico estaba al tanto de la llegada de una fuerza invasora de 120 españoles, así que estableció controles en la entrada, requisando los documentos de identidad de los visitantes que arribaban desde el extremo meridional español en la localidad de La línea de la Concepción, el punto limítrofe.
Pero los temores de los ingleses se disiparon cuando comenzamos a descender de los autocares. Si bien les había impresionado la CANTIDAD de invasores, la CALIDAD los tranquilizó: el contingente debía tener una edad promedio de 65 años, pero algunos los superaban con creces: el Gran Gatsby, con sombrero, chaqueta, corbata y guantes, frisaría los 80. Otro anteponía el bastón a cada paso que daba y, quién más quién menos, exhibía algunos de los estragos que el tiempo había dejado en sus osamentas. Las damas del batallón bamboleaban caderas más anchas que los hombros."Con estos invasores podemos quedarnos tranquilos otros 300 años" habrán pensado los ingleses.
Típica pelada inglesa |
Pero había que hacer alguna reivindicación, o por lo menos intentarlo. Así que al pasar frente a un pub típicamente británico, un osado miembro del grupo se acercó a un joven rubio rapado y con cresta a lo mohicano, aros y piercings, que estaba apoyado en una barrica con un vaso de cerveza en la mano. Sin dilaciones y previendo que el joven no hablaba castellano (y él tampoco inglés) optó por el lenguaje de los gestos.
Mirándolo fijamente a los ojos, nuestro compañero señaló con su dedo índice el suelo, luego con el pulgar de la misma mano se dio unos golpecitos en el pecho ("estos es nuestro!" le decía sin hablar). El inglés le respondió en el mismo idioma: extendió el dedo mayor por sobre los restantes y apuntó al cielo. Así, de manera simple, diplomática, quedó zanjada la cuestión de la soberanía, y con sólo tres dedos. Nosotros ya habíamos hecho nuestro acto de reivindicación.
A la izquierda de la imagen vemos a dos ingleses, inquietos
por las miradas torvas de algunos visitantes; la tranquilidad
en la isla había sido alterada
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La historia nos dice que en el año 1704 la plaza española de Gibraltar cayó ante las tropas aliadas anglo-holandesas en el marco de la guerra de sucesión española. Los ocupantes echaron raíces y aquí siguen. En algún momento se dijo que la recuperación "caería como fruta madura", pero todo indica que la breva todavía está bastante verde.
Varios ingleses notoriamente preocupados por la presencia del contingente invasor. |
Con las conciencias más tranquilas, iniciamos el recorrido por la pequeña colonia, una ciudad en miniatura, donde no faltan las tiendas de primeras marcas (Rolex, etc). No olvidemos que estamos en zona de puerto libre (Free Shop) y este es el atractivo principal para los españoles que la visitan. ¿Para qué más pueden venir aquí, a menos que sean masoquistas?
Los guías nos habían dicho que debíamos caminar hasta la base del funicular que nos llevaría a lo más alto del promontorio rocoso, así que emprendimos la marcha que a algunos se nos hizo bastante larga y cansadora. Finalmente llegamos y aguardamos turno para subir a la cabina con capacidad para 20 personas. Después de un recorrido de 400 metros en diagonal ascendente, estábamos en lo alto del Peñón, dónde nos recibió un fuerte viento que obligó a algunos a emprender el regreso.
Pero había que tomar alguna foto y sobre todo, ver a algún mono. Antes de subir nos habían prevenido de no dejar ninguna bolsa al alcance de estos animales, pues creen que hay comida y se la llevan sin ningún complejo; en esto de "chorear" los monos tienen buenos maestros. Nosotros dos no vimos ninguno pero otra gente del grupo tuvo más suerte. Nos ocupamos de tomar un par de fotos y de vuelta a la base.
Los visitantes descienden del teleférico y van en busca de los monos;
algunos los encontraron, otros no
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La caminata de regreso a donde nos esperaba el autocar resultó, paradojicamente, menos cansadora y se nos hizo más corta. Como es de suponer, la presencia británica es notoriamente visible, por sus comercios, sus bares y las tradicionales cabinas telefónicas de color rojo.
Calle central y comercial de Gibraltar |
No hay duda de que nos encontramos en territorio británico |
"Déjalo ya! ¿para que coño queremos esto?". La cancillería española, ¿habrá tomado nota?
En esta pista tan corta, los ingleses se las ingenian para despegar y
aterrizar
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Seamos sinceros, esta foto no es nuestra. En la colonia hay monos,
pero como no vimos ninguno los buscamos en Internet; todo sea para
conocerlos
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1 comentario:
Hermosas fotos y Uds. re lindos!!!
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