13 de mayo de 2013

Andalucía (un viaje personal) II

2. Asentamiento romano de Baelo Claudia

Qué tentadores son los buffetes libres en los restaurantes a la hora del desayuno! Allí nos olvidamos de las dietas, de la única tostada con mermelada light... y (algunos) nos abalanzamos sobre los huevos revueltos, el bacón crepitante y grasoso, las salchichitas brillantes de colesterol, las fetas de jamón serrano, los zumos de frutas y, también, las pastas dulces. Algunos prefieren los cereales con leche, yogures y frutas naturales. Hay gente para todo, y más si somos 120. Se puede comer lo que uno quiera (eso lo sabemos todo), pero... no es mejor ir sirviéndose de a poco y no llenar el plato para luego dejar la mitad? Eso es una obscena exhibición de gula, más en estos tiempos de crisis con personas que pasan hambre.

El servicio de despertador del hotel sonó a las 6:30, y a las 7:00 todos estábamos ya en el salón comedor. En los desayunos todos observamos una puntualidad rigurosa, no por miedo a que se vacíen las bandejas (se reponen continuamente), sino porque todos parecemos de buen ánimo y con ganas de conocer siempre algo nuevo.

Reproducción de la estatua del emperador Trajano
Con Beatriz compartimos el interés por saber siempre algo más de los lugares que visitamos. Ella se encarga de tomar nota y de hurgar en busca de folletos explicativos. A veces nos encontramos con gente que ha estado en lugares exóticos, pero poco y nada saben de los mismos; una manera insólita de viajar ya que se fijan más en los hoteles que en los sitios de interés. Pero como dice el refrán "para gustos, los colores".

Esta mañana nos toca visitar las ruinas romanas de Baelo Claudia, en la pequeña (pequeñísima) localidad de Bolonia, en Costa de la Luz, cerca de Algeciras, en la provincia de Cádiz.

Aquí se hacían las salazones, puntal de la economía del asentamiento
Durante el trayecto de hora y media, el guía Mateos no se cansaba de prevenirnos de que Bolonia no tiene nada, salvo, claro está, el asentamiento romano que íbamos a visitar. Con esa advertencia, nadie esperaba encontrar lo que realmente no existía. Y así fue en efecto; Bolonia es un conjunto de pocas edificaciones, casi todas vinculadas de alguna manera con el complejo de ruinas, el mayor de Europa en su tipo. De ahí el interés que despierta en el visitante. Supongo que nadie quedó defraudado.

Llegamos, y después de largas colas de las mujeres para aligerarse un poco de peso líquido, los guías reunieron a la tropa para el encuentro con el guía local que nos explicaría un poco la historia de este yacimiento. Es sabido que los guías del grupo sólo pueden hablar a bordo del autocar sobre los lugares que vamos a visitar. Tienen prohibido hacerlo en tierra; eso corresponde a los locales, que obviamente saben más del tema y además es un puesto de trabajo que se respeta.

Caminando hacia el asentamiento que se ve al fondo


Siempre hay alguno que no se interesa mucho por esta profusión de datos, pero esta vez, en lugar de mostrarse fastidiosos y cuchichear con el vecino, se retiraron discretamente para caminar por los alrededores y tomar alguna foto. Una muestra de respeto que no siempre se cumple. 

El guía se explayó a su gusto y así nos enteramos de que la ciudad romana de Baelo Claudia surgió a finales del siglo II a.C. con el propósito de desarrollar una actividad comercial con el norte de África. La pesca, la industria de salazón y el Garum (salsa derivada del mismo) fueron las principales fuentes de riqueza. El emperador Claudio, que gobernó entre 41 y 54 d.C., le concedió el rango de municipio romano. Su declive económico comenzó en la segunda mitad del siglo II d.C., seguramente por un terremoto que debió destruir gran parte de la ciudad. Poco a poco perdió su importancia, experimentó un ligero rebrote en el siglo III y quedó abandonada definitivamente en el siglo VII.   

Foro y columnas del Palacio de Justicia


A lo largo de nuestro recorrido por las calles originales del asentamiento, el guía hablaba y hablaba rodeado por un cortejo de fieles oyentes que seguramente no lo recordarán todo, pero siempre algo queda. Equipos de arqueólogos estaban abocados a su tarea específica, seguir excavando, tarea que no sé cuando empezó ni cuando acabará. Cada piedra queda al descubierto mediante el procedimiento de ir quitando la tierra a su alrededor con un cepillo. Un trabajo de paciencia y meticulosidad como pocos.



Lo que queda del teatro romano, un recinto con capacidad para 2000 per-
sonas y donde todos los actores eran hombres, incluso en los papeles
femeninos, para los que se utilizaban máscaras, según el personaje que
representaran. Es el mayor edificio de Baelo Claudia.

Ruinas originales. Se utilizaba mayormente piedra arenisca, muy abundante
 en la zona. La senda de tablas fue construida para el paso de los visitantes

En ningún otro yacimiento romano de la Península Ibérica se ofrece una
visión tan completa del urbanismo romano.
La visita matutina resultó un agradable paseo por la historia. ¿Que tenemos para la tarde? Una visita al Peñón de Gibraltar.
(Continuará)
*

2 comentarios:

martagbp dijo...

Qué bueno!! Muy lindo!!!

jose trepat dijo...

Gracias Marta, siempre tan gentil