Como una especie de divertimento, voy a clasificar en cuatro grupos las lecturas en este blog. Es un desglose personal y arbitrario que no tiene por qué ser compartido. ¿Cual es la finalidad de esto? Ninguna que sea importante; es sólo una manera de seguir conectado con los libros y sus autores, que no es poco...
En el Grupo A ubicamos a escritores ilustres, esos que han llegado a la cumbre de la literatura, según los expertos. Bienvenido sea su aporte porque de no ser por ellos a veces no nos enteraríamos del por qué un libro es tan "sublime". Los críticos especializados nos ayudan a desentrañar lo que se esconde en cada frase y en cada párrafo. Para un humilde lector común y corriente como el que suscribe estas líneas, la literatura es un mundo apasionante, del que nos limitamos a extraer lo que nos interesa y nos proporciona el disfrute del leer, ya sea para aprender o en muchos casos, como mero entretenimiento.
Los escritores, genéricamente hablando, del Grupo A son también aquellos cuya lectura requiere un mayor esfuerzo intelectual, que duda cabe! ¿Cuántos de nosotros hemos empezado a leer el Ulyses de James Joyce y lo hemos dejado por la mitad? Lo mismo puede aplicarse a La montaña mágina, de Thomas Mann, a En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, El castillo, de Franz Kafka o algún otro de esos libros "difíciles"?
¿Qué algún día retomaremos esas lecturas y arribaremos al final? Por supuesto, eso no debe descartarse nunca. Si tan buenos son y llegamos a comprender el por qué, la satisfacción será enorme.
John Steinbeck, José Saramago, Milán Kundera, Graham Greene, Doris Lessing, Stefan Zweig |
Este es un grupo muy interesante si queremos cultivarnos intelectualmente. Como ejemplo sólo figuran seis, el máximo que nos hemos impuesto, pero la lista, todos lo sabemos, es casi infinita.
Ken Follett, Isabel Allende, Andrea Camilleri, Kate Morton, Henning Mankell, Dona Leon |
Y llegamos al Grupo D, por el que siento un enorme respeto y también un profundo afecto. Es el grupo que me introdujo en el hábito de leer, de esto hace ya bastante más de medio siglo. Esas novelitas baratas que se publicaban en papel basto evocan siempre en mi memoria otra época y otra vida. Esa nostalgia me hace volver de tanto en tanto a los llamados "bolsilibros". Debe ser consecuencia de la edad, porque en algunas visitas a puestos de venta de libros de segunda mano o mercadillos callejeros de un día por semana, suelo observar que muchas personas de edad madura revuelven las rústicas cajas de madera que contienen esas novelitas del oeste, policiales, bélicas, ciencia ficción y romance.
Pienso que también deben tener nostalgia de otros tiempos y ese es un modo de canalizarla. Me gustaría ver a muchos jóvenes con uno de esos pequeños libros leyendo en el tren o el autobús, como una iniciación a la lectura. Podría pasar luego a los grupos C, B y hasta el A, ¿por qué no? Pero la realidad es que esos libritos, que les ayudarían a mejorar la ortografía y el vocabulario, han sido desplazados por el móvil. Por supuesto que cada cual es libre de emplear su tiempo como más le agrade, pero para muchos que ya estamos "de vuelta" la nostalgia del pasado nos acompaña en muchos momentos.
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