Amanecimos con un sobresalto pues una densa niebla nos tapaba no solo el firmamento sino también todo lo que estaba a más de cien metros. Bajamos a desayunar mientras nos preparábamos para una jornada que en esos momentos no era prometedora.
Pero ese estado de ánimo duro poco, porque de pronto, la gruesa capa gris permitió que se filtrara un retazo de cielo de un azul intenso. Sabiendo que la niebla está siempre cerca del suelo, y que Albarracín se encuentra a 1.200 metros sobre el nivel del mar, no habría problemas; ya veíamos el vaso medio lleno.
Así ocurrió efectivamente. A medida que el autocar se aproximaba a la medieval y preciosa población en camino siempre ascendente, la niebla iba dejando paso a un luminoso fondo celeste sin una sola nube que se interpusiera entre los rayos del sol y la sierra de Albarracín. El estado de ánimo ya era otro y estábamos seguros de que la jornada iba a ser magnífica, con una temperatura agradable. No se podía pedir más!
El autocar quedó aparcado y nuestro compacto grupo inició animosamente la marcha hacia la parte alta de esta población propuesta por la UNESCO como Monumento de Interés Mundial, que se conserva "en estado puro", con las mismas calles empedradas y construcciones erigidas hace cientos de años.
Sólo algunos edificios han sido reformados pero manteniendo sus características originales. Hay bares, restaurantes, comercios con artículos regionales, pero muy poca gente vive en este casco antiguo. Todo ha sido preservado para el turista, y éste ha de agradecerlo.
La guía oficial que nos esperaba frente el Hotel Albarracín, en el que íbamos a almorzar, nos explicó como hecho puramente anecdótico, que el rey Felipe VI y la reina Letizia, pasaron aquí un par de días en su viaje de luna de miel.
Continuando con esta parte inicial de la visita, la guía (la misma que tuvimos en Teruel) esperó a que el grupo se uniera para dar comienzo a su lección de historia. Mireia, la que nos acompaña desde el inicio del viaje, se lanzó a la caza de las "ovejas descarriadas" que iban apartándose de la manada, para que atendieran a las explicaciones y después vagaran a su antojo en el tiempo libre antes del almuerzo.
Ya habíamos detectado en el grupo a un petiso, el "gracioso" y desubicado de siempre, que no sólo le importaba un bledo lo que decía la guía sino que en medio de las explicaciones soltaba a voz en cuello cualquier tontería... que nadie festejaba. "Es insoportable" fue la conclusión de muchos. Uno fué un poco más allá: "Antes de que termine el día probablemente caiga desde lo alto del campanario......"
Hablemos de Albarracín, considerada el conjunto histórico-artístico más importante de Aragón. "Una de las ciudades más bonitas de España", decía Azorín, una cita que no fue desaprovechada por los promotores turísticos.
Como ocurre en gran parte de la geografía española, los romanos anduvieron también por aquí. Con el paso del tiempo el lugar fue cambiando de nombre hasta que llegamos a Aben Razin, que así se llamaba una familia bereber, y que derivaría en su denominación actual.. pero esto es problema de los historiadores.
Su pasado musulmán se aprecia en las construcciones, incluyendo la muralla que se ve en lo más alto del centro urbano y cuyos tramos más antiguos son del año mil. Las vistosas fachadas se deben a un recubrimiento de yeso de diferentes colores.
Imposible abstenerse de pulsar el obturador de la cámara ante estas imágenes |
Alguien estuvo aquí y se fue sin pagar |
Cada rincón invitaba a detenerse y grabar la imagen (con más razón si el lugar se engalanaba con un complemento floral) |
Todas las casas importantes tienen su escudo heráldico |
En un alto de la caminata, nuestra guía se detuvo frente a un portal, extrajo una llave de su cartera y nos invitó a pasar al interior de una Casa-Museo de dos plantas que el propietario ponía a disposición de los visitantes para admirar los numerosos objetos de la época medieval que -sean auténticos o no- reflejaban muy bien como era la vida diaria y familiar en la antigüedad; una verdadera fiesta para los amantes de la fotografía. Por razones obvias de espacio aquí se reproducen sólo algunos.
Finalizada la visita a la Casa-Museo, caminamos un poco más, mientras llegaba la hora de la comida; en el restaurante del Hotel Albarracín nos esperaban a las 14:00
Después del almuerzo quedaba algo de tiempo libre que fue aprovechado para algunas fotos más. El visitante podía subir hasta las murallas y tener desde allí una visión panorámica de la ciudad. No sé si alguno lo hizo pero la mayoría estuvo deambulando por los alrededores hasta las cuatro de la tarde, hora prevista para el regreso a Teruel.
Regreso, tiempo libre en Teruel para dedicarlo a un breve paseo o a descansar hasta la hora de la cena. A la mañana siguiente emprenderíamos el regreso pasando por la pequeña población de Alcañiz, lugar escogido para el almuerzo y a continuación derechito a casa.
(Continuará)
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