Todo lo que empieza termina, y así también esta breve excursión de tres días, que incluyó dos medias jornadas para los viajes de ida y vuelta. El plan era partir de Teruel a las nueve, cubrir 146 kilómetros por carretera hasta Alcañiz, una breve visita a esa población, almorzar a las tres de la tarde y luego directo a nuestro punto de partida. El autocar iría dejando a los viajeros en varias localidades a lo largo de la costa del Mediterráneo.
Atrás quedaba Teruel, su historia, sus más que interesantes monumentos mudéjares y sus amantes.
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Foto tomada desde el autocar en marcha |
Lo que sí me llamó la atención fue el triste espectáculo de decenas de casas derruídas y abandonadas, muchas sin techo y casi sin paredes. Era como si en el pasado las condiciones tal vez eran otras ya sea por motivos climáticos o vaivenes de las políticas económicas. La realidad es que quienes habitaban esas casas las dejaron en un estado de abandono total y emprendieron nuevos caminos. De tanto en tanto alguna población rompía la monotonía del paisaje. Poco había que explicar y la guía lo entendió así permitiendo que cada viajero empleara el tiempo como le apeteciera, ya sea en dormir, leer o en reflexiones filosóficas .
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No todo era plano; también algunas formaciones rocosas |
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Aunque en verdad, conociendo ya las peculiaridades de algunos compañeros de aventura, las reflexiones filosóficas quizás fueron sustituidas por algo más tangible: la pata de jamón que la empresa había prometido obsequiar a cada uno de los pasajeros. En cada excursión se regala algo pero esto parecía más apetecible que la diminuta medallita que nos dieron cuando fuimos a Lourdes.
Las 51 patas de jamón se cargarían en el autocar durante la visita a un saladero y procesamiento de embutidos que íbamos a realizar antes del almuerzo en el restaurante de un hotel de Alcañiz.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi88h5RbhHdm0ACnh46QZqmoRRBqLe5vtE-IYNG-_-GXbcTWbQ_tbd4jAZgPk87xj34W-_qm_05nX6vXAF9BKVfwW8QX89cpX8NJjl18lbhzAy7zEUiHYJR5t8ay5mIxAnlPpkpFTN024A/s640/IMG_20161001_135757.jpg)
Las visitas a establecimientos de elaboración y venta de productos regionales es parte también de la rutina de estos viajes. Los visitantes asisten a una demostración de como se elabora lo que luego se ofrece en el apartado de venta al público. Son pocos los que se resisten a irse con alguna delicia autóctona; está sobreentendido que la empresa turística se queda con un porcentaje de las ventas, pero nadie está obligado a comprar nada.
Asistimos a la charla sobre el proceso de elaboración del jamón, visitamos las cámaras frigoríficas y luego, en fila bien ordenada, canjeamos los embutidos, olivas, conservas, mermeladas, anchoas, etc., por euros que dejamos en la caja registradora. El círculo se había cerrado una vez más: visita didáctica, compra y regalito que nos sería entregado al llegar a nuestro destino.
Es sintomático. No hay población en España, sea grande o pequeña, en la que no se divise un campanario, siempre en la parte más elevada. Por supuesto Alcañiz no fue la excepción, pero en este caso la guía recomendó especialmente la visita a la catedral, tal vez el único edificio importante de la ciudad. Sería la última visita turística antes de emprender el regreso. La guía señaló con el dedo hacia arriba e invitó a los turistas a trepar 90 escalones hasta la entrada del templo. Como no habría nada más que ver, allí fuimos con las escasas energías que nos quedaban.
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La mayor parte de esta obra data del siglo XIII |
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Pareja de novios en un calesín de época |
Esto se ha hecho muy largo, así que despidámonos amistosamente igual que al autocar que nos dejó cerca de casa y con dos jamones, que mientras duren nos recordarán este paseíto.
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1 comentario:
Qué lindo viaje. Gracias por tus crónicas !
Abz
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