21 de abril de 2009

Orgullo de Cataluña




Un distinguido seguidor registrado de este blog asume el papel de cicerón y nos invita a compartir una reciente visita a uno de los sitios orgullo de Barcelona y Patrimonio de la Humanidad desde 1997: el Palau de la Música Catalana.

De esta manera, el blog cumple una de las funciones en las que seguirá perseverando contra viento y marea: la de interactuar con sus seguidores a través de comentarios y aportes de este tipo

El seguidor, Matías, que de él se trata, comienza a sondear los caminos por los que transitará durante su vida, y en este caso ha decidido absorber un buen trago de cultura, aunque sin renunciar a otras ambiciones quizás más redituables economicamente, simbolizadas por un balón y una raqueta. Todas las puertas siguen abiertas.


La cultura no tiene por que ser incompatible con el deporte, de manera que sin más preámbulos, Matías nos cuenta suscintamente la visita a este auditorio de música inaugurado en 1908 y con una acústica inmejorable, según los expertos, comparable a la del Teatro Colón de Buenos Aires.


El proyecto fue diseñado por Lluís Domènech i Montaner, uno de los máximos representantes del modernismo catalán, y en su construcción se aplicaron todas las artes: escultura, mosaicos, vitrales y forja.


Matías, con la excusa de ver una obra infatil, llevó a sus padres al Palau, porque en realidad quería conocer por dentro lo que anticipaba la complejidad de la fachada angular.


Esta obra espectacular puede verse en la foto que abre esta nota (cedida gentilmente por su abuelo). En este grupo escultórico están representados un San Jorge y debajo una figura femenina como mascarón de proa, un grupo de personajes que representan el marinero, los campesinos, el anciano, los niños, la clase alta de la sociedad, símbolo de que el Palau de la música catalana era para todo el pueblo.


Según Matías, es imposible describir todo lo que se ve en la parte externa debido a la gran cantidad de elementos que contiene, y que lo mejor es apreciarlo a través de alguna buena fotografía.


Ya en el vestíbulo, el joven visitante señala la gran escalera doble hacia el primer piso con iluminación de grandes farolas y su barandilla ricamente labrada en piedra, con relieves de flores igual que la ornamentación de los techos.


Ya en el primer piso, una imponente lámpara modernista se refleja en los cristales de las puertas. Las columnas que sostienen la estructura son todas diferentes en color y decoración.



Después de pedir a sus acompañantes que procurasen imbuirse de la magnificencia ornamental, Matías encabezó el ingreso a la fastuosa Sala de Conciertos, la de la acústica excelsa, ayudada por sus dimensiones no excesivamente grandes.


Al entrar fueron recibidos por una explosió de luz y color a través de los grandes vitrales a ambos lados del escenario, y en el centro del techo, la enorme claraboya como un gran sol en forma de esfera invertida, de cristales dorados en el centro; un deleite visual.


Desde cualquiera de las 2049 butacas se aprecia perfectamente el escenario de once metros de anchura, flanqueado en uno de sus lados por el busto de Beethoven debajo de La cabalgatas de las Valquirias, de Wagner. En el otro costado se ve una representación de la música popular catalana.


Matías nos hace notar que en el semicírculo posterior del escenario se encuentra el órgano adquirido en 1908 a la casa alemana Walcker. Fue ejecutado por primera vez por Alfred Sittar, organista de la Catedral de Bremen.




Mientras nos sentamos en las cómodas butacas para admirar tranquilamente todo el conjunto, nuestro cicerón, extrae de su bolsillo un ayuda memoria y menciona sólo alguno de los nombres más famosos de la música clásica que desfilaron por este recinto.


Así, nos enteramos de que Joaquín Rodrigo estrenó aquí en 1940, su archi conocido Concierto de Aranjuez para guitarra y orquesta.


Matías cree que es una injusticia no mencionar a todos los grandes de la música que pisaron este escenario, pero la lista es muy larga. Todos los afamados directores de orqustas sinfónicas pasaron por aquí, desde la Filarmónica de Berlin, con las batutas de Richard Strauss y Karl von Karajan, hasta la Filarmónica de Viena, dirigida por Karl Bhöm y Leonard Bernstein.


Entre los solistas, como pequeña muestran van los nombres de Arthur Rubinstein en piano, Yehudi Menuhin, en violín y Mstislav Rostropovich en cello.


Grandes voces de la lírica prestigiaron el Palau, como Montserrat Caballé y José Carreras, pero también fue marco para prsentaciones de músicos y cantantes populares: Paco de Lucía tuvo aquí un marco adecuado para su maravillosa guitarra, y para los canta-autores de la música catalana, actuar aquí era para ellos lo máximo para su consagración. Entre estos últimos no podía faltar Joan Manuel Serrat.


Matías piensa que hay mucho más para decir sobre el Palau, pero tendrá que ser alguna otra vez.


(Las fotos, exceptuando la primera, son de los acomañantes de Matías).
*

6 comentarios:

martagbp dijo...

Leída. Argentina.

Ana dijo...

Qué grande, Mati! Que culto nos está saliendo, mirá de todo lo que puede opinar ya el "chavalín"...

Leída. España.

Matias dijo...

Abuelo, la próxima vez que comentes lo que te cuento, intentá expresarte con un léxico al menos semejante al cuál yo suelo manifestarme, o sea, con un simple: ATETITA!! (galletita) era suficiente....

Fer.T dijo...

Leída. Argentina.

José Matusalén dijo...

A Matías. La modestia también es una virtud, pero la verdad es que nos sentimos abrumados por tus conocimientos.

flaco dijo...

Leida.Argentina
A josé: porqué no dejas tu puesto a Matías. (a mi me abrumó), reconozco que nuevamente tengo que estudiar estética y estilística de la lengua. Bravo Matías.