8 de mayo de 2011

Generaciones



Es un sistema tal vez sui generis pero me sirve para determinar las generaciones; las separo en períodos de 20 años, o sea que hasta los 60 las generaciones son tres, y a partir de allí ya entramos en la cuarta generación.

Sería un poco osado y también optimista hablar de una quinta generación que se iniciaría cuando un individuo llega a los 80 años de edad. De allí en más todo es nebuloso y librado a los caprichos del destino.

Este sistema es personal y desconozco si tiene algún rigor científico.

Aclarado este punto, quienes entramos ya en la cuarta generación estamos en condiciones de intentar una retrospectiva y comparar las ventajas y desventajas que observamos en cada una de esas etapas de la vida.

Sería poco inteligente adoptar una posición intransigente si se nos plantea la disyuntiva de tener que decidir qué es lo mejor para los niños que están transitando por la primera generación, o sea los que salen del período de lactancia e inician la etapa de convivencia con sus semejantes, etapa esta en la que comienzan a adquirir las naciones básicas sobre las que formarán eso tan inherente al ser humano: la personalidad.

Aquí es donde debe intervenir cierta flexibilización y mentalidad abierta para abordar las causas y efectos que incidirán en su crecimiento.

Es evidente que en la actualidad estamos siendo arrastrados por la vorágine del consumismo, un fenómeno en el cual algo que hoy es novedoso, en pocos días será obsoleto. Y así sin solución de continuidad en una tendencia que parece no tener fin. Con este aluvión de objetos que los padres ponen al alcance de sus hijos, todos girando en la noria del marketing, se les priva a los niños de encariñarse con alguno en particular, de establecer con ese juguete o elemento, una relación de afecto.

¿Se acordará alguno de ellos, dentro de 30 o 40 años, de algo que haya sentido como propio durante más de una semana? ¿Valorarán el esfuerzo que hicieron sus padres para que tuviesen lo mismo que sus amiguitos o compañeros de colegio, y no se sintiesen “inferiores” con respecto a ellos?. Tenemos que admitir aquí que este esfuerzo de los padres es algo normal y todos quieren lo mejor para sus hijos. En los tiempos que corren no hay nada reprochable en ello; es lo que marca este período de avances tecnológicos y mayores facilidades para elegir los miles de objetos novedosos que la televisión hace desfilar ante sus ojos.

Mis padres probablemente hubieran hecho lo mismo de haber podido, pero no pudieron y, a la distancia, como hijo, no les reprocho absolutamente nada, porque entiendo que los escasos juguetes que tuve en mi infancia llegaron gracias a esfuerzo y privaciones; era otra época, en la que se daba más valor a las cosas, algo difícil de entender hoy día, “gracias” en parte a la masificación china, que pone todo al alcance de la mano, pero eso sí: para que dure poco, lo tires a los pocos días y vuelvas a comprar.

¿Qué recuerdo de mi infancia? Algunas cosas; entre ellas, un modesto coche de plástico, muy simple y barato, con el cual me pasé horas y horas “preparándolo” para correr carreras con mis amigos que también tenían uno. La “preparación” consistía en recortar cuidosamente los guardabarros y rellenarlo con plastilina para que tuviese más peso y mejor adherencia. Pruebas y más pruebas, quitando plastilina aquí y agregando allá para lograr una mejor estabilidad y dirección, me insumían horas. Pero el éxito había rusticado MI esfuerzo.

Otro ejemplo: un regalo maravilloso fue una caja de lápices de colores (solo 12) y un block de papel. Tenía que cuidar mucho los lápices porque no tenía otros, así que les sacaba punta cuidadosamente con una hoja de afeitar y con ellos hacía dibujos que luego pintaba con gran cuidado. Adquirí nociones de sombreado en las partes oscuras, precisión en los trazos con mayor o menor presión, y todo con mis herramientas naturales: las manos y la imaginación. Más tarde agregué a mis pertenencias lápices negros de mina blanda y dura, con los cuales copiaba centenares de dibujos de revistas, todo con la secreta ilusión de convertirme en dibujante de historietas. Obviamente no pudo ser.

Que nadie piense que estoy en contra de los avances tecnológicos, que me parecen maravillosos sobre todo en el campo de la comunicación. Pero dónde no estoy tan de acuerdo es en la facilidad de acceder a tantos juegos y aparatos que facilitan todo a los niños en esta crucial etapa de su formación, y les impiden utilizar sus herramientas naturales.

Llegará el momento –si no ha llegado ya- en que a los niños se les darán calculadoras en lugar de enseñarles a sumar, restar, dividir o multiplicar. Y si tienen ganas de dibujar, los sentamos frente a una pantalla y le decimos: apretando esta tecla sale el dibujo de un árbol. Click y listo! Pero afortunadamente, dudo de que un dibujo hecho con ordenador pueda llegar a valer tanto como un cuadro de Rembrandt, Monet o Velázquez.

*

7 comentarios:

martagbp dijo...

Es verdad! Tal vez la clave pueda estar en la "dosificación" y "menos tiempo" en el uso de tantas herramientas para la creación y el desarrollo de la imaginación y el intelecto, para lleaar a que estas nuevas generaciones se autovaloren.

José T. dijo...

Sí, en la nota omití un párrafo sobre la dosificación (lo tenía pensado y se me pasó). Creo que ahí está la clave: dosificación como sinónimo de equilibrio. Slds.

Fer.T dijo...

totalmente de acuerdo, espero no caer en ese consumismo excesivo, porque obviamente hoy en dia los niños tienen mucho mas de lo que necesitan, pero es verdad que siempre hay que tratar de que usen sus herramientas naturales y sobre todo de su imaginacion.

José T. dijo...

Muy bien Fernando, very good.

Noemi dijo...

aporto mi granito porque casualmente en una reunion reciente con contemporaneos y personas de la siguiente generacion hablabamos de las diferencias en nuestras maneras de vivir la infancia, no solo no teniamos tecnologia, sino que ni siquiera telefono o television hasta cierta edad de nuestra adolecencia, pero teniamos mas contacto con los demas, con nuestro entorno,cosa que ahora no ocurre, porque los contactos actuales transcurren por el Faceboock........

flaco dijo...

A José:"Una generación dura lo que duran las costumbres y hábitos de las personas, por ejemplo en la crianza y modo de educación de los niños. Cuando se empiezan a cambiar ciertos valores básicos de las personas es cuando estamos entrando en una nueva generación".Esto fue dicho poor un profesor de la Universidad de Murcia. Creo que no se equivoca. En el tiempo actual y por infinidad de ciscunstancias que no vale la pena mencionar las costumbres ,valores y hábitos de las personas cambian a una velocidad impresionante y que por el solo hecho de vivir no las percibimos. Muchas veces me hice esa pregunta ya que cuando era pibe se decía que cada generación cambiaba cada 30 años. Hoy creo sin exagerar que cada generación se metamorfosea cada cinco años en forma parcial y cada diez en forma total.Amén

José T. dijo...

Noemí y flaco: Muchas gracias por los interesantes aportes. Hasta ahora creía que las generaciones se separaban en hijos,padres,abuelos,bisabuelos,tatarabuelos, etc. Es la manera más simple y la que utilicé, pero..¿quién es dueño de la verdad?