LA PIEDAD (Miguel Angel)
José Trepat
La vida del periodista puede deparar muchas satisfacciones, sobretodo cuando la misión que le ha sido asignada no significa poner en peligro su vida. De ahí que no está de más dejar constancia en esta nota, el reconocimiento a tantos que se han inmolado por cumplir con su deber; hablamos de los corresponsales de guerra, tarea solo para elegidos.
Esta nota no trata sobre ellos sino de lo que puede ofrecer el lado “fácil” de esa profesión, tal vez la más apasionante de cuantas existen, por cuanto exige una formación cultural por lo menos modesta, la que se adquiere leyendo y leyendo y también viajando, una maravillosa manera de aprender.
Quienes integran o integraron el plantel de una agencia internacional de noticia tienen, en su mayoría, la particularidad de no ser especialistas en nada, pero deben saber un poco de todo, pues los temas son casi infinitos y como más conocimientos puedan adquirirse, tanto mejor.
Esta faceta de periodista de agencia me ha llevado a varios países y ciudades con su historia y tesoros artísticos, unos más valiosos que otros, pero todos sumamente interesantes. El tema de esta nota se circunscribe a una ciudad y una obra artística que es posiblemente la que más me ha impresionado por su belleza y perfección. También me hizo reflexionar sobre las maravillas que puede hacer el hombre, o por lo menos, algunos predestinados.
La maravilla de que hablamos es La Piedad, y su autor, Miguel Angel Buonarotti.(Cliqueando en la imagen puede verse a mayor tamaño)
Un pobre enfermo mental hizo que a partir del resultado de su locura, esta escultura única, ya no pueda se apreciada en toda su magnitud, pues desde 1972, seis metros de distancia y un grueso vidrio protector la separan del visitante. Antes podía verse en detalle y casi tocarse, pero en la actualidad, para observar toda sus belleza debemos recurrir a las mgníficas fotografías tomadas desde todos los ángulos posibles.
Claro que las fotos no pueden transmitir la emoción de hallarse frente a esa obra inigualable. Me imagino que el sentimiento espiritual que cada uno pueda sentir al contemplarla no puede ser reemplazada por una imagen, por más perfecta que sea. Para quienes no lo recuerden, digamos que en 1972 un –repito- enfermo mental, mutiló la escultura con un martillo. Luego fue restaurada y rodeada de las medidas de protección ante la posibilidad de un atentado similar.
l periodista que escribe estas líneas –pido se me conceda la licencia de ir cambiando de tiempos de verbo, utilizándolos a mi libre albedrío- había sido enviado a Roma junto con un grupo de colegas para la cobertura de la Copa Mundial de Fútbol de 1990. Al margen de la tarea encomendada, los periodistas buscábamos hacer un hueco en nuestras agendas profesionales para conocer aunque nomás fuese una mínima parte de los tesoros artísticos de la capital de Italia.
Una de las visitas obligadas era la Basílica de San Pedro y lo que guardaba su interior. Por todo lo que había leído, La Piedad, esculpida por Miguel Angel cuando solo tenía 24 años de edad, se había convertido en una obsesión. Y hacia allí nos dirigimos en una mañana soleada de julio de 1990.
Caminando por las adoquinadas calles romanas llegamos hasta la gran Plaza de San Pedro, con la imponente Basílica como telón de fondo. Sorteando turistas y viandantes, subimos las escalinatas y luego de trasponer la gran puerta de entrada, supimos inmediatamente hacia dónde debíamos dirigirnos. A nuestra derecha, un numeroso grupo de visitantes buscaban abrirse paso para ubicarse lo más cerca posible de la maravillosa escultura que muestra a la Virgen sosteniendo en su regazo el cuerpo inerte de Jesús.
Los detalles son imposibles de describir, especialmente los pliegos del manto y la armonía del conjunto, una muestra incomparable del arte renacentista, esculpida entre 1498 y 1499. Pero lo que me llamó la atención fue que el rostro de la Virgen parecía tan joven como el del Cristo muerto.
Los que saben dicen que Miguel Angel fue claramente consciente de que no se observaba diferencia de edad entre la Virgen y Jesús. Agregan que el artista no pretendió hacer un retrato realista, sino idealizar la figura de la Virgen, llena de pureza y juventud.
La Piedad es la única escultura que Miguel Angel firmó grabando su nombre con el cincel, con el fin de aventar sospechas sobre su autoría, ya que parecía imposible que la hubiese hecho a tan temprana edad. Lo hizo en la cinta que atraviesa el pecho de la Virgen. Nos cuentan que el propio Miguel Angel eligió el bloque de mármol que iba a usar de las canteras de los Alpes Apuanos de la Toscana. La escultura está realizada en un solo bloque.
Hay un dicho que puede ser inventado pero no dejar de ser interesante. Se le preguntó a Miguel Angel como había hecho para extraer de un bloque de mármol esa figura tan perfecta. “Muy simple, quitando lo que sobra”, habría respondido el artista. Personalmente no me lo creo pero lo que es evidente más allá de toda duda, que si la perfección existe, La Piedad es lo más parecido a ella.
Muy cerca de La Piedad, en el mismo conjunto arquitectónico, hay otras creaciones sublimes del gran artista, como la Capilla Sixtina, pero es algo que merece un espacio propio.
La Piedad es un mojón que no podía faltar en este recorrido de un lego por los caminos del arte.
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3 comentarios:
A José: Muy linda la nota y además muy interesante. Hoy con Marta fuimos al cementerio de la chacarita y allí hay una réplica de La Piedad. Me acerqué a ella exclusivamente para leer si tenía la firma de Miguel Angel, y efectivamente la tenía. Hay cosas de Buenos Aires que no vemos o que no le damos el valor hasta que alguien o algo nos lo hacen ver.Amén
otra vez flaco, gracias por complementar algunas de mis notejas. El aporte de hoy es muy interesante. ¿No tendrás una foto de esa réplica?
Si la buscas en google como cementerio de la chacarita+la piedad. En la parte de fotos aparece esa y otras más.Amén
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