José Trepat
Se dice que a cierta edad se comienza a vivir de recuerdos. ¿Pero alguien puede poner un número a esa “cierta” edad? Creo simplemente que los recuerdos –buenos y malos- acuden a la mente en cualquier momento, y que por instinto de supervivencia se tiende a descartar los desagradables y dar preferencia a los que nos han dejado un sabor dulce.
Pero no quiero decir que dulce signifique sólo risas o alegrías, sino que incluye también emociones gratificantes que nos llegan a través de gestos o acciones de solidaridad, altruismo, gratitud, etc., en la vida real, y que recibimos también de libros y películas, medios que absorben la mayor parte de mi tiempo libre. Pero como siempre, lo importante es la calidad.
Hay libros maravillosamente escritos pero que llevados al cine han quedado literalmente destrozados. Es cuestión de saber hacer las cosas con oficio y con esmero. En esta entrada, para hastío de algunos seguidores, vuelvo con….. SÍ, CASABLANCA, que después de verla 42 veces se ha convertido ya en una obsesión casi religiosa.
Mi obsesión por CASABLANCA tal vez responda a motivos personales de tiempo, lugar, tema, entorno) que no tienen por qué ser compartidos. El guión, el mejor de la historia según la Asociación de Guionistas Estadounidenses, y la idolatría por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, se aúnan para que sea mi preferida. No me olvido de Ciudadano Kane y de El Padrino, pero que quieren que les diga? CASABLANCA tiene ese no sé qué …( y pensar que el papel de Bogart iban a dárselo al pétreo Ronald Reagan …! Seguramente ahora no estaría escribiendo esto.
Para quienes no han visto CASABLANCA, digamos sucintamente que el guión fue adaptado de una obra teatral, y que la acción transcurre mayormente en el principal Café de la ciudad, cuyo propietario es Rick (Bogart), un aventurero norteamericano de pasado dudoso.
Estamos en la Segunda Guerra Mundial y la ciudad de Casablanca forma parte del territorio francés no ocupado por los nazis. Al café de Rick acude todas las noches una variada gama de personajes, desde altos oficiales militares alemanes, el colaboracionista jefe de policía francés (notable Claude Rains), refugiados políticos, contrabandistas, delincuentes, combatientes de la resistencia contra la opresión nazi.
Muchos quieren salvoconductos para viajar a Lisboa y de allí a Occidente, a la libertad. La película tiene muchos momentos para recordar pero para no extender en demasía esta nota, encontré tres que pueden verse en imágenes.
El reencuentro con Lisa
Una noche llega Lisa (Bergman) al café de Rick acompañado de su marido, jefe de un grupo de la resistencia, que quiere salir de Casablanca para continuar su lucha contra los nazis. Lisa y Rick habían vivido en el pasado un intenso romance en París y Lisa no acudió al encuentro cuando ambos debían partir juntos. Rick se sintió abandonado por Lisa y le guardaba rencor.
Esa noche, Lisa se acercó al piano de Sam y le pidió que tocara Según pasan los años (As time goes by) el tema que la había unido con Rick. Nunca dijo “Tócala otra vez Sam”, sino “Tócala Sam. Toca “Según pasan los años”. Sam primero se negó pero luego accedió. Entonces, Rick sale de su despacho para increparlo y ve a Lisa.
La Marsellesa
La siguiente escena memorable, que me emociona cada vez que la veo y escucho, es cuando una noche, los oficiales alemanes, con los vasos de cerveza en alto comienzan a cantar marchas militares. El marido de Lisa, saliendo de la oficina de Rick, se dirige hacia el estrado de la orquesta y ordena a los músicos: “Toquen La Marsellesa!”. Estos miran a Rick, que observaba la escena desde la puerta de su despacho y éste asiente con la cabeza.
La orquesta comienza con los acordes de La Marsellesa (el himno más hermoso que existe, independientemente de la nacionalidad de cada uno). Poco a poco los presentes en el Café van tapando las voces de los alemanes. Hay que ver esta escena y aquí está. Obsérvese el rostro de Ilsa durante los 27 segundos en que mira a su marido con orgullo y admiración; para coleccionar.
La despedida en el aeropuerto
Otro pasaje protagonizado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, una pareja que en la vida real no congeniaba pero que sin embargo aquí parece que uno no puede vivir sin el otro (mérito de capacidad actoral). A último momento, Rick dispone que los salvoconductos sean extendidos a nombre de Lisa y su marido. Lisa lo mira con sorpresa y le dice que eso no era lo que habían acordado. Lisa insiste: ¿y nosotros?. “Siempre nos quedará París”, otra de las frases que inmortaliza Bogart. Los rostros de ambos transmiten con notable elocuencia la emoción del momento.
Algunas curiosidades de CASABLANCA
Los guiones se escribían "sobre la marcha" y la pareja protagonista no los tenía hasta poco antes de la filmación.
La película ganó tres Oscars: Mejor película, Mejor director, Mejor guión. Bogart era de menor estatura que Ingrid Bergman, así que el director tuvo que utilizar ladrillos y cojines para equipararlos.
Ingrid Bergman obligaba siempre a los cámaras a tomarla de su lado izquierdo, el que más la favorecía.
En su estreno tuvo escaso éxito. Con el tiempo se ha convertido en una de las tres mejores películas de la historia del cine (junto con Ciudadano Kane y El Padrino).
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La última escena doblada al castellano
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