2 de octubre de 2014

¡Aquel cine! (3)

Estas viejas películas de las décadas de 1940, 50 y 60 tienen también su espacio en el blog, y no porque la oferta de las realizaciones actuales sea poco atractiva sino porque a veces es interesante rescatar del olvido algunos de los filmes que nos depararon tantos buenos momentos. Aparecerán aquí bajo el título genérico de ¡Aquel cine!
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Fuego verde (1954)

- Película nro 41 vista en este blog -
Género:  Aventuras 
Año:        1954
Duración:  100 min
País:    Estados Unidos   
Título original: Green Fire
Reparto: Stewart Granger, Grace Kelly, Paul Douglas
Dirección: Andrew Marton
Guión: Ivan Goff, Ben Roberts
Fotografía:  Paul C. Vogel
Música:  Miklos Rosza
Valoración: Buena, está bien


Esta película no descollará en la historia del cine, pero nos permite otra "escapadita" al pasado y al mismo tiempo, por verla en su idioma original, hacer que el oído no se olvide de como suenan los diálogos en inglés. 

Crónicas de la época en que se filmó puntualizan que el elenco de la Metro Goldwyn Mayer sólo estuvo diez días en Colombia para grabar en el celuloide los exteriores; el resto se completó en los estudios de Hollywood. En el momento de su estreno no recibió muchos elogios, pero algunos la recordamos como un filme entretenido y llevadero, sin otras aspiraciones que las de aprovechar la fama de Grace Kelly, flamante ganadora del Oscar por The Country Girl, y los sólidos antecedentes de Stewart Granger, un especialista en este tipo de películas. 

Llegada del elenco a Barranquilla, Colombia
El argumento
Un aventurero norteamericano, Rian Mitchell (Stewart Granger) aparece en  la primera escena en el interior de una mina abandonada en las montañas de Colombia: busca esmeraldas y aparentemente ha encontrado una veta interesante. Por lo tanto organiza junto con su socio (Paul Douglas) la extracción de las piedras preciosas. Pero en las proximidades, debajo de la montaña, se encuentra una plantación de café cuya propietaria es Catherine Knowland (Grace Kelly)

Rian y Catherine se conocen de manera fortuita pero el romance que nace  entre ambos (casto y respetuoso, eso sí) se ve obstaculizado por sendos intereses económicos. Las intensas lluvias provocan una crecida del río a cuya vera se encuentra la hacienda, lo que amenaza con destruir las plantaciones. La solución es dinamitar la montaña para abrir otro cauce, pero ello enterraría la mina de esmeraldas. El problema está planteado y la solución... muy difícil.
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