1 de marzo de 2011

La dama y el recuerdo (Silver Kane)




Género: Oeste
Páginas: 315 
Año de publicación: 2010 


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Opinión



Como lector no podía fallarle a Francisco González Ledesma, al que conocí como Silver Kane en mi época juvenil, el seudónimo elegido para escribir tantos cientos y cientos de novelitas del Oeste, género al que acaba de volver fugazmente con La dama y el recuerdo, un regreso a la nostalgia, para él mismo y para miles agradecidos por habernos iniciado, siendo adolescentes, en el hábito de la lectura.

Para qué negarlo. Al comenzar a leer La dama y el recuerdo, sabía ya o me imaginaba como iba a terminar, pués la fórmula es la misma que utilizaron tantos escritores allá por la décadas del cincuena o del sesenta, muchos por necesidad, como el caso de González Ledesma (Silver Kane) para poder sobrevivir en la oscura época franquista.

El autor ya lo aclara en la contratapa del libro, 315 páginas de tapa dura bien encuadernada, tan diferente a las escasas 100 páginas de aquellos bolsilibros que eran flexibles y cómodos de llevar.

"Esta es la obra de un viejo insensato que se ha atrevido a ser joven..
"Seguramente usted sabe que durante años fui un autor-niño premiado por Somerset Maugham y prohibido por el franquismo imperial, que para poder acabar sus estudios tuvo que escribir centenares de novelitas del Oeste",

sigue diciédole al lector, como si tuviera que excusarse por esta obra que, me atrevo a pensar, no es más que un divertimento de este ahora veterano escritor galardonado con varios premios.

Y a fé que lo acompañé con gusto en esta especie de revival por "resucitar un tiempo que fue. Tal es el origen sentimental, puro y seguramente ingenuo, de esta novela", como señala más adelante en la misma contratapa.

Si vamos a sincerarnos, amigo Silver Kane, he de decirle que usted no fue el único a quién seguía con devoción, a razón de un libro por día, o hasta dos. Creo recordar que usted y M.L. Estefanía tenían el record de muertos por novela, pero también me gustaban otros como por ejemplo Fidel Prado, con sus toques de romance y Ralf Sheridan, que ambientaba sus libritos en montañas, llanuras y praderas. Como amante de los espacios abiertos, no me perdía ningún título de este señor Sheridan (no sé quién es realmente).

Pensar que los creía a todos de origen norteamericano, por sus nombres y los escenarios elegidos, y después me vengo a enterar de que eran todo españoles, en su mayoria catalanes como yo. Lo que puede a veces la fantasía...

La novedad en esta novela de "Silver Kane" es la dosis de erotismo que no era dable imaginar en aquellos años de los bolsilibros. Menudo problema hubiera tenido con los censores franquistas y el anquilosado clero de entonces.

Y aquí termina este comentario sui generis sobre su novela. Si a usted le hizo bien escribirla, a mi me ocurrió lo mismo al leerla.
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