Enterarte de que tu país ocupa el último lugar en un aspecto determinado, entre el grupo de naciones del cual forma parte, no es algo que pueda despertar el orgullo de los chauvinistas de turno.
Como yo no lo soy y creo más en las personas que en las banderas, expreso con total libertad esta opinión.
Los párrafos precedentes van a modo de introducción al meollo de la nota -que dicho sea de paso- no es más que una reflexión al pasar.
Parece ser que los españoles ocupamos el último puesto entre el resto de los países eropeos, en lo que respecta al aprendizaje del idioma inglés.
Quiero anticiparme a algún comentario mordaz de aquellos que suelen cebarse en la idiosincracia de los españoles, o alguna de sus regiones en particular.
Si quien lee esto no sabe inglés seguramente se abstendrá de lanzar alguna pulla hiriente sobre esta noticia que hoy conocí a través de la televisión.
Y ahora, como soy español y sé inglés, siento que puedo lanzarme a la yugular de la sociedad española que, en su conjunto, contribuye a que ocupemos esa poca airosa posición.
Los datos dicen que hay siete institutos que enseñan inglés para cada 100.000 españoles. Con estas cifras -si es que son ciertas-, no son muchos los que podrán estudiar el idioma de Shakespeare y George W. Bush (una sonrisa aquí, por favor), y quién tiene la culpa de esto? Las autoridades que representan a la Sociedad.
También es cierto que ahora hay una mayor tendencia a que el inglés sea materia obligatoria.
Ya era hora porque otros países menos "desarrollados" o más pobres,aparentemente lo pensaron antes y aquí está el resultado.
Los padres deberían saber que un idioma se aprende con más facilidad si se aborda a una edad temprana, aunque nunca es tarde y son siempre loables los esfuerzos de las personas mayores cuando se lanzan a esa aventura del conocimiento.
Los catalanes, al igual que vascos y gallegos, nos movemos en una sociedad que se comunica en dos lenguas: el castellano y el catalán (este último perfectamente estructurado gramaticalmente como el que más).
Las personas de habla hispana que se radican en Cataluña están como pez en el agua, ya que aunque no hagan el menor esfuerzo por aprender la lengua local, los catalanes cambian continuamente el "chip" y se comunican con ellos en castellano, facilitando así la convivencia y la integración.
Si alguien niega esto, es que quiere justificar su escasa o nula predisposición a expresarse en catalán, argumentando que hay casos (una cantidad ridiculamente ínfima) en que su interlocutor se dirige a ellos en su lengua autóctona).
Estos casos aislados tal vez se originen en convicciones separatistas. Otra cosa es la formación educativa. Desde las guarderías, los niños reciben la enseñanza en catalán, y eso está muy bien pues así todos estarán en iguales condiciones en cuanto a la base de la formación.
Fuera del establecimiento escolar cada niño/a recibirá la influencia paterna. Y aquí está lo bonito de esa bipolaridad: los niños/as, dotados de cerebros que son como esponjas para acumuar conocimientos, no tendrán dificultad en ir creciendo con por lo menos dos idiomas: por un lado el catalán y por el otro el árabe, el chino, el dialecto africano propio de sus progenitores, y hasta el "argentino", que es el más emparentado con el castellano.
Desde esa tierna infancia, el niño está capacitado incluso para adquirir otro idioma que los unifique a todos, y ese es el inglés, que mal que le pese a algunos es el "idioma universal" por excelencia; sería tonto negarlo.
Recién ahora las autoridades educativas parecen darse cuenta de la importancia del inglés en la formación integral, y van por el buen camino al convertirlo en materia obligatoria.
Pero el tiempo perdido se ve reflejado en ese triste último lugar que ocupa España. El estado de bienestar en el que vivió la sociedad española antes de que estallara la actual crisis económica, tuvo también su aspecto negativo: por ser una potencia mundial, por ser dueña de un idioma "imperial" que es el tercero más hablado en el mundo, aparentemente no había necesidad de más. Craso error. A veces la soberbia recibe correctivos, algunos dolorosos.
Solo los chauvinistas de visión corta pueden ignorar la importancia del idioma inglés en la vida cotidiana, y para ello no hace falta caer en la genuflexión. Se pueden mantener los valores culturales propios de una nación, pero a la vez contar con las herramientas que faciliten una integración global sin fronteras idiomáticas.
Claro que los países anglófilos corren con ventaja, pero ¿hay alguna solución para eso? El esperanto fracasó practicámente antes de nacer.
Bien es cierto que los países de habla inglesa podrían ser condescientes con los demás, como lo intentó el inefable príncipe Carlos de Inglaterra en su reciente visita a España.
Una exhaustiva y esforzada preparación previa le permitió comunicarse con los españoles en forma directa, ya que pudo responder a los saludos con un "UOLAA!" (Hola!) que le debe haber exigido muchas horas de práctica. ¿Conoce otras palabras del castellano? Misterio...Pero no debe preocuparle mucho. Es inglés.
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