José Trepat
Uno se acostumbra con el tiempo y ahora se ve como un ingrediente normal del paisaje cotidiano. Pero a un recién llegado a esta ciudad de Mataró, la capital de la comarca del Maresme, cerca de Barcelona, sin duda le llamará la atención la gran cantidad de ancianos (si se puede llamar así a quienes han cumplido 80 y 90 años) que van y vienen por su calles a su libre albedrío.
Y si no quieren caminar, todos los jubilados disponen de un pase totalmente gratuito para viajar en la red de autobuses que, haciendo las combinaciones necesarias, llegan a casi todos los puntos de esta ciudad de 140.000 habitantes. Los autobuses, que circulan en horarios establecidos que pueden consultarse en las paradas, se detendrán completamente junto al cordón de la vereda y extenderán una rampa para los que deban utilizar sillas de ruedas.
Los hay de todas las capas sociales; los de familias acomodadas que se identifican como tales por sus trajes, zapatos blancos o negros lustrosos, algunos con sombrero de ala y bastones de fina madera. También están los de clase media –que son los más- y los que a juzgar por su aspecto pertenecen a un escalón inferior, pues el traje ha sido reemplazado por pantalones y calzado gastados. Las arrugas en los rostros dejan traslucir en muchos casos que la vida no ha sido fácil para ellos.
Hablar de ancianos en masculino, indica solo un orden genérico, pues en igual cantidad, las mujeres que han atravesado la octava década de vida hacen también acto de presencia, muchas recién salidas de las peluquerías, luciendo caros vestidos y joyas, y otras, al igual que en el caso de los hombres, exhibiendo en su rostros un pasado de penurias, ahora aparentemente olvidadas.
Pero tanto hombres como mujeres tienen un denominador común: disfrutar de las facilidades y ventajas que les otorga la sociedad mataroní; son tantas que no sé si habrá muchas más similares. Tal vez sí, y tal vez aún mejores, pero uno tiene que hablar de lo que es testigo y esta realidad está a la vista de todos.
Los ancianos de hoy llegaron a esta etapa de sus vidas usufructuando la bonanza que vivió España antes de que estallara la actual crisis, de la que no sabemos como repercutirá para las futuras generaciones de longevos. Gracias a esos años de bonanza, los trabajadores españoles podían jubilarse –si así lo deseaban- a partir de los 55 años, frente a los 70 que deberán cotizar a partir de las nuevas medidas para salvar la economía del país.
Los que se retiraban a los 55 o 60 años de edad tenían por delante 20 o 30 años de vida “parasitaria” costeada integramente por la Seguridad Social. A partir de su temprano retiro, los jubilados y pensionistas gozaban –y siguen gozando- de enormes privilegios que sin duda favorecen los altos índices de longevidad.
Los ancianos se desplazan por la ciudad ayudados muchos por su inseparable bastón, de los que hay modelos también para las mujeres. Son tantos los bastones que a alguien se le ocurrió pensar que no sería mala idea dedicarse a la fabricación y venta de esos adminículos. Pero la idea seguramente se habrá esfumado de su mente cuando entre en un comercio chino y vea que se venden bastones a partir de tres euros.
Las caminatas, ya sea en solitario, paseando a su perro o en grupos, pueden hacerse en etapas ya que la ciudad está sembrada de bancos para hacer una pausa, descansar, recordar anécdotas de la guerra y criticar a los políticos. Después, a seguir caminando, con la seguridad de que al cruzar las calles los vehículos se detendrán apenas posan un pie en las líneas de cebra. Todo dentro de un orden absoluto y respeto total de los automovilistas.
Disponen de clubes sociales, por lo menos uno en cada barrio, para que puedan reunirse y pasar el día jugando a las cartas, al dominó (no ví, lamentablemente, grupos que practiquen el ajedrez), o apuntarse en los torneos de petanca, que parecen tener muchos adeptos.
Y lo que es más importante para quien carga con tantos años encima y quiere seguir acumulándolos: la atención médica. Cada barrio tiene su ambulatorio, con médicos, enfermeras y los equipos necesarios. A la menor molestia, el jubilado acude a esos centros para la visita al médico. Si el problema puede solucionarse allí, el paciente es enviado de regreso a su casa, y si no, es llevado al Hospital de Mataró, un dechado de orden y limpieza. Todo está a su disposición.
Las eventuales operaciones y todos los medicamentos que requiera su condición física, son absolutamente gratuitos; en salud no desembolsan un solo céntimo, en una etapa de vida que suele contabilizar el mayor número de visitas a la farmacia.
Los que aún tengan espíritu viajero, disponen de un servicio especial que les permite hacer turismo dentro y fuera de España a precios risibles. Un jubilado viudo se apuntó ya tres veces para unirse a contingentes que pasaron una semana en Praga,con todo incluido, por 180 euros.
Las malas lenguas dicen que los ancianos/as reciben tantas atenciones porque cuando llega al momento de elecciones, son quienes concurren a las urnas con más asiduidad.
Otro ominoso dicho popular se refiere al tramo final ineludible. En la época del año que suele producirse la mayor cantidad de decesos, a un anciano enfermo se le dice: “Aguanta un poco más que el tanatorio está colapsado”.
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6 comentarios:
hay dos parrafos que se repiten en el texto, al principio y casi al final (el de los buses y clubes sociales, ajedrez).
es verdad, se repiten.
Segun tu texto, es un chollo ser un viejo!!!! jajaja a ver si llegamos pronto a eso!!! jajaja
gracias, ya fue corregido. Es un chollo llegar a viejo teniendo bien amarradito el tema de la jubilación, siempre y cuando no te ganes el euromillones.
que significa un chollo ?
No está solucionado, sigue repetido el párrafo!
Tía, no me sale un sinónimo de "chollo", pero es algo positivo, como decir "es una suerte tal cosa..."
Ahora sí está solucionado. Gracias por señalarlo.
Noemí: lo de chollo Ana lo explicó muy bien. Slds.
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