Rafa Nadal y Juan Mónaco son amigos, y lo son de verdad. Hoy les tocó enfrentarse por los octavos de final del torneo de Roland Garros. Un español y un argentino o un argentino y un español. Con todo lo que está cayendo entre Argentina y España por parte de las esferas oficiales, se imponía un acto de cordura y respeto, y hoy lo tuvimos.
Mónaco tuvo la mala suerte de enfrentarse a Nadal en un día excepcional para el tenista español, que literalmente demolió a su rival. ¿Tenía que haberse dejado ganar un juego en cada uno de los dos últimos sets para que su amigo no sufriera un ignominioso 6-0, 6-0? Eso no hubiera sido leal ni deportivo. Nadal hizo lo que debía: jugar al máximo de sus posibilidades frente a un adversario que hacía lo mismo; era la mejor manera de respetarlo.
El gran gesto de Nadal que seguramente valorarán quienes tengan dos dedos de frente, fue que después de concluido el partido, saludó a su rival como corresponde, y no tuvo ningún gesto de celebración ni se les escapó la más leve sonrisa por la victoria obtenida. Más respeto imposible; su gran amigo había sufrido una contundente derrota y Nadal debe haber sentido que era un momento difícil de sobrellevar.
Saludó al público con gesto serio y se retiró rápidamente, igual que lo había hecho Mónaco.
Otro gesto que debería servir de ejemplo a quienes llegaron al poder y nos gobiernan con mentiras y soberbia, provino de un diario argentino en forma de ilustración gráfica:
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