4 de abril de 2013

Hitchcock hubo sólo uno



Días pasados estaba haciendo zapping frente al televisor justo en el momento que comenzaba la proyección de una película de suspenso, El crimen perfecto, con Michael Douglas y Gwyneth Paltrow, dirigida por un tal Andrew Davis. Comencé a verla y después de algunos minutos, el argumento me hizo recordar vagamente a otro film que había visto 57 años atrás: La llamada falta (Dial M for Murder) interpretada por mis admirados Grace Kelly y Ray Milland, bajo la mano incomparable de Alfred Hitchcock.

Ray Milland 
Como no iba a acordarme de esa película si la vi por lo menos diez veces. Lo que ahora desfilaba ante mis ojos era una burda remake de aquella obra maestra. En un acto de masoquismo extremo me quedé hasta el final mientras comparaba mentalmente lo que estaba viendo, con aquella joya del cine de suspenso. Me imaginé que el director de El crimen perfecto habría visto la versión original de esa obra de teatro de Frederick Knott llevada al cine, cuya acción transcurre casi enteramente en un living de una casa londinense.

No podía entender, por lo tanto, como este cineasta había tenido el descaro de intentar una remake. Claro que el argumento está cambiado, el final es distinto y la producción no es la de una obra de teatro sino de una película con muchos escenarios exteriores y el interior de una lujosa residencia neoyorquina que nada tiene que ver con ese modesto piso ambientado en Londres.

Anthony Dawson y Grace Kelly 
De los actores ni hablemos. Michael Douglas hace lo que puede pero queda empequeñecido frente a la caracterización de Ray Milland en su papel de marido que planea el asesinato de su esposa, la hermosa Grace Kelly, quién aporta un toque de distinción sumada a sus dotes de gran actriz, sobre todo cuando tanto ella como sus colegas son conducidos por el talentoso y único, Alfred Hitchcock.

 La elección de los escasos actores que requiere la trama fue otro acierto en la película de Hitchcock. El asesino tiene una caracterización perfecta en Anthony Dawson, y lo mismo ocurre con el inspector de policía, un insuperable John Williams, quién aporta esa fascinante flema británica para ir avanzando en la resolución del crimen. Para que nada faltara, la banda musical le fue encomendada al consagrado Dimitri Tiomkin. 

Jonh Williams 
Así, con poca cantidad y mucha calidad, Alfred Hitchcock, ensambló una obra maestra, imposible de superar porque lleva su sello único e inimitable. Es como si se pretendiera hacer remakes de Rebecca, Casablanca o Lo que el viento se llevó, ¿a qué mente delirante se le podría ocurrir?

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