El 2015 fue un año de
lectura, tal como lo atestigua ese 97 tan cerca de “la barrera sicológica de 100” como suelen decir los comentaristas
bursátiles. El reto es, entonces, terminar el 2016 con ese centenar que, en
definitiva, tampoco significa mucho si nos atenemos a cantidad-calidad. Porque
en realidad no abundaron los escritores “importantes” ya que las lecturas
quedaron acotadas a una elección totalmente personal basada en la
disponibilidad, las preferencias o gustos del momento y los estados de ánimo
cambiantes y efímeros.
Tampoco me interesa "lucirme" por haber leído a determinado autor en boga en los círculos literarios.
Si como saldo
positivo pudiera decir que asimilé un 20
por ciento de lo leído ya estaría conforme, porque a esta edad poco se recuerda
y mucho se olvida.
Pero es de justicia
destacar entre esos 97, los diez libros que al llegar a la última página, permiten que este
lector puede felicitarse por la elección con un rotundo “¡qué bueno!”
Son:
Butcher’s Crossing (John
Williams)
El desprecio (Alberto
Moravia)
El conformista (Alberto
Moravia)
Treblinka (Rajchman,
Chil)
Los asesinos del Emperador y Circo Máximo
(Santiago Postiguillo)
Bartleby, el
escribiente (Herman Melvilla) relato
corto
Un millón de gotas
(Víctor del Árbol)
Reportero (David Remnick)
Canadá (Richard Ford)
Las intermitencias de
la muerte (José Saramago)
Si en 2016 me tocan
otros diez para destacar, el “esfuerzo” habrá valido la pena.
Son muy importantes las sugerencias que pueda recoger aquí y allá. *
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