Recientemente, Google actualizó/mejoró la manera de editar las páginas de los blogs. Posibilitó además disponer de estadísticas sobre la cantidad de veces que una página ha sido vista (eso no quiere decir que haya sido leída). Pero de todas maneras, el dato es útil para que el blogger pueda tener una idea acerca de la repercusión de su trabajo.
Si bién el sistema me indicaba que la nota Cuatro instantes es la que ha recibido mayor cantidad de "clicks", no sabía exactamente cuántos. Ahora se dispone de esa información. Esta nota fue visitada 4.917 veces, que deben sumarse a las de esta reedición. En homenaje a la misma la reedito aquí aprovechando las ventajas que ofrece blogger para mejorar su visualización.
José Trepat
Me decidí a leer Esperando a Robert Capa porque
lo conocía solo a través de sus fotografías, pero sabía poco y nada de su vida
y menos aún de quien fue su colega y pareja sentimental, Gerda Taro.
El libro
cumplió su cometido y ofrece un nuevo aporte a la polémica en torno en torno a
la que es considerada como la mejor fotografía de guerra de todos los tiempos: Muerte de un miliciano, tomada durante
la guerra civil española.
Esa foto en especial me trajo a la mente otras instantáneas que
también hicieron historia. Son en total cuatro instantes decisivos en los que
otros tantos fotógrafos supieron plasmar y transmitir al mundo sus contundentes
mensajes de destrucción, sufrimiento y muerte, la síntesis de las guerras.
Todas las fotos tienen su
historia y así fueron contadas por diversas fuentes. Claro que no estoy en
condiciones de garantizar su autenticidad.
Niña vietnamita quemada con NAPALM
El fotógrafo Nick
Ut, de Associated Press, nunca pudo olvidar la imagen de una niña vietnamita de
nueve años quemada con napalm, corriendo desnuda por una carretera cerca de la
aldea de Trang Bang ,
a unos 40 kilómetros
de Saigón, en junio de 1972
De acuerdo con la
información encontrada, Varios fotógrafos, así como cientos de refugiados, se
encontraban en las afueras de la aldea cuando, cerca de la una de la tarde, dos
Skyraider de la aviación surcoreana bombardearon con napalm y fósforo blanco la
aldea. Un grupo formado por civiles y soldados sudvietnamitas abandonó el
templo de la aldea y corrió hacia el grupo de refugiados y periodistas. Uno de
los pilotos, confundiéndoles con tropas norvietnamitas, se desvió de su
objetivo y les atacó.
Entre el humo y las
llamas, grupos de civiles con terribles quemaduras siguieron corriendo por la
carretera principal, hacia los fotógrafos y las tropas del sur. Entre ellos, LA FOTOGRAFIA : una mujer
mayor que gritaba pidiendo auxilio, con un bebé en sus brazos, ya muerto por
las quemaduras. La mayoría de los fotógrafos vació sus carretes en esa
impresionante imagen, incluyendo a Nick Ut, que usó una de sus Leicas y una
Nikon. Es muy habitual que los fotoreporteros lleven varias cámaras, lo que les
ahorra los valiosos segundos que se tardan en cambiar de óptica o, por aquel
entonces, en rebobinar o cambiar el carrete. Y eso fue exactamente lo que pasó.
Cuando todos estaban
rebobinando y cambiando los carretes de sus cámaras, Nick oyó a una niña que
corría hacia ellos, sin su ropa, que había ardido, completamente cubierta de
quemaduras y gritando "Nong qua, nong qua"
("muy caliente, muy caliente").Nick Ut llevaba cuatro
cámaras. Y su Leica M2, aún cargada con película Kodak 400, les hizo entrar en
la historia de la fotografía. La niña, de nueve años, se llamaba Phan Thi Kim Phuc y los
mismos fotógrafos le brindaron resguardo y la cubrieron con mantas para luego
brindarle asistencia médica.
Luego por la noche en el hotel, revelaron los carretes y entre más
de 200 fotos seleccionaron esa y otras más. La imagen fue enviada y al día
siguiente fue portada en diarios de todo el mundo. Fue Foto del Año del World
Press Photo de 1972, y en 1973, recibió el Pulitzer. También ha recibido otros
importantes premios de fotoperiodismo.
(Fragmento del libro Esperando a Robert Capa)
-¿Qué fue lo que pasó? -No quiero hablar de ello. -Es mejor que
lo hagas ahora, André. No es bueno quedárselo dentro ¿Pediste a los hombres que
escenificaran un ataque? -No. Estábamos haciendo el tonto, eso es todo. Tal vez
me quejé de que todo estuviera demasiado tranquilo y no hubiera nada
interesante que fotografiar. Algunos muchachos entonces empezaron a bajar
corriendo la ladera y yo también me eché a correr con ellos. Subimos y bajamos
la loma varias veces. Estábamos todos de buen humor. Nos reíamos. Dispararon al
aire. Saqué varias fotografías. -Capa se quedó muy quieto, el gesto de la boca
se le había crispado- ...La puta foto. -¿Y qué ocurrió entonces? Calló durante
demasiados segundos para que la pausa fuera natural. -Ocurrió que de repente
todo era real. Teníamos una ametralladora franquista en la ladera de enfrente.
Tal vez llamamos su atención con nuestras voces. Yo no oí los disparos... Al
principio no los oí... - -¿Dónde estabas tú?
![]() |
Robert Capa |
-Un poco más adelante, a un
lado, en el cerro que llaman de la
Coja. La segunda ráfaga fue más corta. Uno de los muchachos
salió para cubrir la retirada de los de más y la ametralladora abrió fuego. Yo
levanté la cámara por encima de mi cabeza y también disparé. -Se quedó callado
unos segundos, como si se estuviera esforzando en desmenuzar un pensamiento
difícil de concretar-. Fotografiar a las personas es obligarlas de algún modo a
afrontar cosas con las que no contaban. Las sacas de su camino, de sus planes,
de su trayectoria normal. A veces también es obligarlas a morir. -Lo hice
mecánicamente, sin pensar -continuó él-. Cuando lo vi en el suelo, creí que no
estaba muerto. Pensé que estaba fingiendo. Era un juego. De repente se hizo un
silencio. Todos me miraban a mí. Entre dos milicianos lo arrastraron como
pudieron hasta la trinchera, uno de ellos también fue alcanzado cuando volvió a
recoger su fusil. Fue entonces cuando comprendí lo que había sucedido. Los
fascistas lo acribillaron. Pero yo lo maté. -No fuiste tú, André -lo consoló
ella, aunque en el fondo sabía tan bien como él, que de no haber estado allí
con su cámara, aquello no habría ocurrido. -No sé quién era realmente. Tengo el
traqueteo de la ametralladora aquí clavado -dijo, señalándose la frente-. Ni
siquiera sé su verdadero nombre, vino voluntario desde Alcoy con un hermano
pequeño de la misma edad que Cornell. Apreté mecánicamente el disparador de la
cámara y él cayó de espaldas, igual que si hubiera disparado un arma y le
hubiera alcanzado en la cabeza. Causa y consecuencia. -Es la guerra, André...
En 1994 Kevin Carter tomó
en África la foto de una niña sudanesa desfallecida de hambre y acechada por
dos buitres en un descampado, a menos de un kilómetro del puesto de reparto de
comida de la ONU.
Ganó el Pulitzer con esa foto y poco tiempo después se suicidó. Su
amigo más cercano, Joao Silva, y quien se encontraba con Kevin en los momentos
en que esta imagen fue tomada, cuenta como sucedieron los hechos: “Nosotros
eramos parte de una misión de entrega de alimentos por helicóptero y se nos
había dado media hora para que tomaramos fotos.
Carter nunca se alejaba mas de 10 metros del
helicóptero, mientras que yo si lo hacia mucho mas. Esta ocasión era la primera
para Carter con victimas de una hambruna así que empezó a tomar fotos de todo
lo que podía.
El niño había sido
dejado solo momentáneamente mientras sus padres iban a traer un poco de maíz.
Carter dedico más o menos 10 minutos organizando la toma y luego asusto al
buitre para que se fuera. Además el había sido aconsejado, por parte de los
miembros del equipo de ayuda de las Naciones Unidas, de no tocar ninguna de las
victimas.
El se merecía el Pulitzer,
no toda esta critica.” Con esta fotografía llegaron infinidad de críticas que
acusaban a Carter de haberse aprovechado de la situación de la pequeña para
sacar una foto impactante, en vez de ayudarla. Algo que era incierto, pues tras
tomar la foto, el fotógrafo se aseguró de que la niña llegara al refugio sana y
salva.
Carter, que tan sólo
pretendía hacer saber al mundo lo que ocurría en África, sucumbió a una presión
que le consumió hasta la depresión.
El día que se le hacía
entrega del premio Pulitzer en una pomposa ceremonia, Ken Oosterbroek, su mejor
amigo, moría víctima de un balazo mientras realizaba fotografías a la multitud
en las afueras de Johannesburgo.
Carter no se lo perdonó.
No debía estar sonriendo delante de las cámaras mientras recogía un premio, si
no detrás de ellas, en las barricadas, con su amigo Ken. Debía haber estado
allí, con él. Pocas semanas después Carter se dirigió a un parque cercano del
lugar donde había nacido. Allí, escuchando música, junto a un pequeño lago y
verdes árboles, inhalando monóxido de carbono por una goma conectada al tubo de
escape de su vehículo se quitó la vida.
Asesinato
de un guerrillero vietnamita
Eddie Adams vivió siempre
atormentado por la instantánea que tomó en 1968 a un general de la
policía de Saigón en el preciso momento en que le está disparando un tiro a
quemarropaen la sien a un prisionero del Viet Cong con las manos atadas a la
espalda.
La víctima contrae involuntariamente el gesto por el impacto justo
un segundo antes de que el cuerpo empiece a caer. El policía era Nguyen Ngọc
Loa, que al momento de la fotografía era el general en jefe de la policía de
Vietnam del Sur.
El prisionero ejecutado
fue Nguyen Van Lem, un conocido rebelde del Vietcong que se hacia llamar
Capitan Lop.
De acuerdo a fuentes
policíacas de Vietnam del Sur, Nguyen Van Lem comandaba un escuadrón que
buscaba venganza frente a la policía de Vietnam del Sur. El escuadrón dirigido
por Van Lem asesino a policías, esposas e hijos de policías en los días previos
al 1ero de Febrero de 1968. Según reportes de inteligencia al menos 34 policías
y familiares de policías fueron asesinados por el escuadrón de Nguyen Van Lem.
Nguyen Ngọc Loa era el
general en jefe de la policía de Vietnam del Sur al momento de la captura del
rebelde Nguyen Van Lem. El general Nguyen Ngọc Loa ejecuto en un juicio sumario
al rebelde Van Lem de un solo disparo en la cabeza el 1ero de Febrero de 1968.
Tras la caída de Saigon en
1975 Nguyen Ngọc Loa se mudo con su familia a Virginia, EE.UU., donde abrió una
pizzería. Sin embargo en 1991 fue reconocido en la foto de Eddie Adams y
alguien le dejo una nota en la puerta de su pizzería donde le decían: “Sabemos
quien eres”. Después de esto Nguyen tuvo que cerrar su pizzería y a los pocos
años en 1998 murió de cáncer en un suburbio cerca de Washington, D.C.
*
Transcibo aquí los comentarios de la primera edición
Transcibo aquí los comentarios de la primera edición
7 comentarios:
- A José: La fotografìa de "Muerte de un miliciano" ilustra la portada del libro Homenaje a Cataluña de George Orwell. Me gustaría que como catalán me ofrecieras tu comentario sobre el mismo.Amén
- A flaco: Ese libro lo leí hace más de 20 años por recomendación de un colega uruguayo cuando estaba en Reuter. Lo tengo en Munro. Por supuesto que me interesó pero no recuerdo ahora precisiones. Es corto y se puede leer en una tarde, así que en una de esas le hinco el diente (o el ojo) otra vez. slds.
- El punto que precede a la palabra "dijo", esconde mi identidad.
- Escalofriante todo lo que cuentas; lo he leído con mucho interés. La vida del fotógrafo es una vida de trinchera, con similares vicisitudes, que no recibe la consideración que merece. Las fotos circulan, se convierten en emblemas (caso de la foto del miliciano, que incluso he visto estampada en camisetas), en estandartes reivindicativos, pero nadie habla de la persona que está detrás, arriesgando su vida, su integridad, su cordura, para ofrecernos ese pedazo de realidad.
Me ha encantado tu entrada. Un saludo. - Muchas gracias Laurita. Solo me he tomado el trabajo de recopilar algunos párrafos que andan por allí al alcance de todos. Yo conocí personalmente a algunos de estos fotógrafos y es muy cierto que son capaces de jugarse la vida en cada toma. Uno de ellos está mencionado en la entrada http://jtrepat08.blogspot.com/search/label/JT%20-%20Los%20eternos%20olvidados . slds.
- Gran posts. Curioso que n la foto de la niña sudanesa se desviara la atención a culpabilizar al fotógrafo. Si el fotógrafo no hubiera estado allí, aquello seguiría pasando.
Saludos - Exactamente Juan Luis G. A veces una foto captada en el instante preciso tiene un demoledor poder de síntesis y es válido aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Si hubiera leido una nota periodistica sobre lo que pasaba en Sudan, seguramente no me hubiera impresionado tanto como esta "simple" imagen. gracias por el comentario.