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A siglos luz (metafóricamente hablando) de aquellos lejanos días en que yo pertenecía al mundo de la niñez, ilusionado ante la llegada de los Reyes Magos, que por ser reyes y magos, sorteaban -no sé cómo- las crisis económicas y dejaban siempre un regalo, este último seis de enero pasaron por mi balcón y seguramente se les cayó un paquete. Como nadie lo reclamó, llegué a la conclusión de que yo era el destinatario y por lo tanto, lo abrí, aunque el envoltorio me anticipaba ya su contenido; era solo una palabra: kindle.
Efectivamente, tenía en mi poder este pequeño aparato que está haciendo furor en el mundo, con ventas de un millón de unidades por semana. Pero dejemos de lado las estadísticas, que seguramente le interesarán más a la compañía Amazon, y centrémonos en el aparato propiamente dicho, una verdadera joya para los adictos a la lectura.
Poder llevar siempre encima centenares de libros en un adminiculo tan pequeño que pesa apenas 170 gramos, es algo que hasta no hace mucho era inimaginable. Tiene además incorporados seis diccionarios en otros tantos idiomas (castellano, inglés, francés, alemán, italiano y portugués), o sea que se puede consultar cualquier palabra mientras se va leyendo. Este kindle complementa mi equipo de lectura junto con otro e-book, el Archus 7.0 que, a diferencia del Kindle, permite ver películas, escuchar audio libros o música, almacenar fotografías, y otros chiches.
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Al contrario, ¿qué mejor adorno en una casa que una buena pintura -aunque sea copia- y alguna estantería repleta de libros? Esto es algo que no se podrá reemplazar con los libros electrónicos. Tampoco podrán estos últimos sustituir el placer que significa sentarse en un sillón y sentir el contacto de un libro nuevo o ya usado y ajado que un día encontramos en las librerías de "viejos", y que hoy sería difícil obtener en versión digital, teniendo en cuenta la cantidad de títulos que se editan en la actualidad.
No excluimos a ninguno. Los libros tradicionales seguirán ocupando su sitio en nuestra casa y serán consultados, leídos y releídos. Los e-books, por su parte, han venido para quedarse y ofrecernos de una manera diferente, lo mejor que ambos comparten: su contenido.
No nos olvidemos de los escritores. Sin ellos nada de esto sería posible, así que sigamos comprando libros en todas sus versiones; hagámoslo por ellos y también por nosotros mismos.
- José Trepat
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3 comentarios:
Felicitaciones!!
Claro..te acordás de lo que te trajeron los reyes pudientes y no de lo que te trajeron los reyes pobres buahhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!
Pobrecita mi primita............
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