15 de junio de 2009

Ahora le toca a ellas


José Trepat
Ya hemos dicho desde nuestro punto de vista masculino y parcial, cuales fueron los actores que en los albores de la adolescencia se nos presentaban como máximos exponentes de los atributos que hubiésemos deseado tener.

Ahora demos vuelta la página y para que no se nos acuse de misoginia, nada más alejado de la verdad, rescatemos del recuerdo al sector femenino del llamado séptimo arte, una tarea muy placentera por cierto. En su caso el cine se nos ofrecía como una fábrica de fantasías –el que no las haya tenido es de otro planeta.

Al comienzo, antes de entrar en la pubertad, nuestros sentidos captaban lo más directo: la acción, la aventura, el ruido. Era lo que entraba primero por lo ojos y no había necesidad de ir más allá. Más adelante, nuestra percepción recibía otros aportes de todo lo que nos rodeaba, como el de la belleza enfocada exclusivamente en el sexo opuesto, que se transformaba en fantasías lúdicas.

En ese marco, comenzamos a aplicar la selectividad dentro de los parámetros en los que iban evolucionando nuestras vidas. La belleza privaba sobre el talento; no íbamos al cine para ver a una buena actriz, sino a las que tenían un rostro bonito y un cuerpo perfecto.

Con el paso de los años aprendimos a valorar el talento, el cual podía ir perfectamente de la mano con la belleza, aunque en algunos casos esa simbiosis no llegó a producirse.

En esta nota se mezclan ambas cualidades, sabedores a la distancia, de que la belleza física puede ser efímera, mientras que el talento no se pierde con los años, sino que suele aumentar con el paso del tiempo.

Cada actriz tuvo lo suyo y por eso a algunas las admiramos por lo que fueron y a otras por lo que dejaron.
Como en la nota sobre los actores, en estos párrafos nos acompañará un pequeño muestrario de belleza y talento, pero que en conjunto contribuyeron – y siguen haciéndolo- a que la vida sea más llevadera.

En la nota anterior, un visitante acotó que la misma había sido escrita con el método de “pirámide invertida”, es decir que lo principal (en ese caso el mejor actor según mi opinión, estaba mencionado casi al final de la nota, en el vértice de la pirámide invertida.

En el caso de estos párrafos no hay un orden determinado, aunque tal vez se destaque en lo cronológico. Comencemos entonces trayendo la imagen de quien fue el “amor imposible” de nuestro idolatrado James Dean, la joven actriz Pier Angeli, que nos impactó por su belleza juvenil, sin indagar demasiado en sus cualidades como actriz.

Creo recordar que murió joven (no se consultan archivos para estas notas, son sólo recuerdos) por lo que tal vez no tuvo tiempo de desarrollarse como actriz madura.

En esa época apareció en pantalla la belleza rutilante de Elizabeth Taylor, un rostro perfecto que quizás no hubiese necesitado de los servicios del maquillador. Este es un caso en que la belleza superaba a la capacidad interpretativa, aunque recuerdo una muy buena actuación suya en “La Venus de visón”, junto a uno de sus tantos maridos, Richard Burton. La verdad es que Liz Taylor aparecía en technicolor demasiado hermosa como para analizar otras cualidades.


No podemos omitir que allá por años 50 el cine nos regaló “Lo que el viento se llevó”, dónde vamos a olvidarnos del Reth Butler de Clark Gable, para recordar la belleza de su compañera de elenco, Vivien Leigh, como Scarlett O’Hara. Desconocida hasta entonces Vivien Leigh se convirtió en uno de los rostros más hermosos del cine. Había entrado en nuestra galería de “diosas”.

Demos cabida aquí al inolvidable cine italiano y a tres de sus exponentes que nos dejaron una huella indeleble a mediados del siglo XX, tan lejos en el tiempo pero que gracias a la tecnología podemos refrescar a través de los DVD tan asequibles para cualquier persona que sienta pasión o interés por el cine.


El talento nos llega de la mano de la gran Anna Magnani, con la fuerza arrolladora de sus actuaciones en Filomena Marturano, Roma ciudad abierta y La rosa tatuada, para citar sólo tres. Y ya que estamos en calidad y fuerza interpretativa, un sitial importante está reservado para Bette Davis, casi siempre en papeles de “mala”, que resolvía de manera tan convincente.
En ese período conocimos a la Gina Lollobrigida de La romana y Pan, amor y fantasía, dónde el talento pasó a un segundo plano ante la exhuberancia física que nos atraía como un imán, alimentando sueños cargados de erotismo. Natural y comprensible.

Después de Gina apareció un fenómeno, tanto interpretativo como generoso en lo que ofrecía a nuestra vista: Sofía Loren, quien se ganó nuestra admiración como actriz por su memorable interpretación en La Ciociara (Dos mujeres), ambientada en la Roma de la Segunda Guerra Mundial. No extrañó que esa película dirigida por Vittorio de Sica, le valiera el Oscar en 1961.


Como una napolitana perfecta, Sofia Loren siguió cautivándonos a través de los años, ya sea en el drama o la comedia. En síntesis: un gran talento dentro de un cuerpo majestuoso, que merece un sitio de privilegio entre nuestras preferencias.

Otro nombre bien italiano sirvió también para alimentar fantasías: Rossana Podestá
Claro que entre las exuberantes no podemos omitir a Marylin Monroe, una verdadera "creadora de fantasías".


Entre tantas beldades y personalidades interesantes que nos ofrece el cine, siempre alguna se decanta para convertirse en nuestro objeto de culto, aunque algunas veces cueste explicar las razones de esa idolatría. La dama en cuestión provenía de una familia de la alta sociedad de Filadelfia, y se la conoció como Grace Kelly, luego princesa de Mónaco.



¿Por qué Grace Kelly, tan alejada del modo de vida, tan llena de dificultades y carencias que nos había tocado en suerte? Tal vez precisamente por eso. ¿No es acaso el cine una fábrica de sueños y fantasías?

El fanatismo juvenil por esa mujer tan rodeada de glamour y sofisticación obviamente hizo que viera sus películas una y otra vez.

Sus papeles fueron casi todos acorde con su condición social: elegancia, buen gusto y refinamiento, pero hay una que se apartó de esa línea y en la que se lució como gran actriz.

Fue la que en Argentina se conoció por el título “La que volvió por su amor” (Country girl – 1954) dónde compartió elenco con William Holden y Bing Crosby, haciendo de sufrida esposa de clase media baja. Por esa caracterización tan alejada de su personalidad ganó el Oscar de ese año.

En la mayoría de sus restantes películas sólo tuvo que mostrarse tal cual era: bella, fina y elegante; no hacía falta nada más. Poco antes de convertirse en princesa de Mónaco ya había quedado sólo como un recuerdo agradable de nuestra adolescencia. Otra la había sustituído de modo más real y tangible

En la misma línea que Grace Kelly destacó una delgada y frágil jovencita a la que todo le sentaba bien. Su rostro, en opinión de muchos, es el más bello que ha dado el cine. Se trata de Audrey Hepburn, recordada por La princesa que quería vivir (Vacaciones en Roma, Oscar 1952), Desayuno con Diamantes y otras.

Una perfecta síntesis de belleza y buen gusto, tuvo además una admirable actitud de vida. No hesitó en sumergir sus finos dedos en el lodo y suciedad de Africa trabajando activamente en una ONG que ayuda a los pobres en ese continente.

Desde que en 1988 fue designada embajadora de UNICEF, Audrey Hepburn se dedicó exclusivamente a su labor humanitaria.

En la vertiente dramática recordamos su notable actuación en Sola en la oscuridad, e Historia de una monja. Sin duda es la más querible entre todas las actrices mencionadas en esta nota.

Otras grandes actrices se incorporaron en los años sucesivos a la historia del arte cinematográfico para que las nuevas generaciones vieran en ellas lo mismo que nosotros en las estrellas de antaño.

Entre las que están aún en actividad mencionaremos a una que jamás ha defraudado y que no se destaca precisamente por su belleza sino por hacer de la interpretación un ARTE: Meryl Streep.


















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3 comentarios:

martagbp dijo...

Muy buena la nota de las "femmes" del cine mundial, y por qué no, clásico. Entre mis favoritas están Meryl Streep e Ingrid Bergman (por supuesto hay más en mi lista)y esta últims de la mano de A. Hitchcok memorable. Un abrazo.

flaco dijo...

A José: excelente la nota. Destacaste a la gran mayoría de las grandes de la pantalla mundial.Son muchas las que quedaron en el tintero y sé que un amante del cine como vos las tenés registradas. Todas tenían como decís una belleza destacable y muchas, grandes cualidades actorales, sin embargo como en todos los órdenes de la vida existieron las B.B.con las cuales nos hacíamos el "bocho" a nivel internacional y las Sarlis a nivel nacional; donde para verlas había que ir a los cines de barrio en la matineé,(como fué el Pablito Podestá, en la calle La Rioja, al cual lo debió conocer bien tu cuñado)y esta aventura, era parte de la película, lo cual alimentaba nuestras fantasías.
Creo que da para más la nota y también te propongo cuando puedas hagas una pequeña historia de la censura en Argentina respecto al cine. Un cariño.
Me olvidaba: Te imaginás si algunas de las actrices te hubieran conocido a través de tu foto de facebook, que desastre hubieras hecho??????,menos mal que mi primita te salvó.

José T. dijo...

A Martagbp y flaco. Gracias por las intervenciones. No tengo muchos recuerdos en lo que respecta a la censura, salvo la historia del siniestro Tato. Hablar de la censura nos llevaría irremediablemente a vincularla con el a veces nefasto poder de la Iglesia, tema espinoso si los hay.
slds.