8 de febrero de 2011

Chau querido tano


(Escrito en "argentino")
Sabés cuántas veces hablamos de cruzar el Mediterráneo, alquilar un auto y llegar hasta Ancona para darte un abrazo después de tantos años? Por qué no me esperaste? En algún momento íbamos a hacerlo.

Pero hace apenas unas horas recibí el tremendo cachetazo y me di cuenta de golpe de lo rápido que pasa el tiempo. Un tiempo que muchas veces perdemos tontamente y no hacemos aquello que realmente deseamos. El tiempo perdido no se recupera; sencillamente porque es otro tiempo, el pasado ya no vuelve. Y entonces, que nos queda? Recuerdos, muchos recuerdos. Hay quienes no quieren vivir de recuerdos, pero están allí y en estos casos afloran con mayor intensidad. Tengo ganas de compartirlos con vos tano porque estás en muchos de ellos.

¿Sabés quién te escribe esto? Claro, Giusepe, porque para vos siempre fui Giusepe de la misma manera que para mí fuiste “el tano”. Llamarnos José y Cristian parecía demasiado formal, y ambos estábamos muy mimetizados con la idiosincracia de los argentinos, esa de encajarle un sobrenombre a todo lo que se menea. Acompañame un rato en este viaje al comienzo de nuestra amistad… porque yo te considero un amigo, espero que vos también. Decir amigo es en mi opinión acotar bastante nuestra relación con la gente que nos rodea. No cualquiera puede ser amigo; tienen que confluir muchas cosas, muchas circunstancias y muchas pruebas a las que nos somete la vida.

Fijate que no te veo desde hace como veinte años o más, creo que fue cuando Nany y vos nos visitaron en Munro y dejaste una cadenita de oro para Ana, porque sos su padrino. Hasta en eso nos parecemos porque acordate que yo también soy padrino de tu hija. Pensemos en las coincidencias: un tano y un gallego, representantes de las dos colectividades que construyeron la Argentina, para bien o para mal, que cada uno lo interprete a su manera.

Como te digo, emigrantes ambos de países devastados que recalaron en Argentina y se conocieron por noviar con dos íntimas amigas que más adelante se convirtieron en nuestras respectivas esposas, también para bien o para mal desde el punto de vista de ellas. Y este es un detalle que nos unió muy fuertemente: Giusepe y el tano colocaron casi al mismo tiempo, los cimientos de lo que hoy son dos sólidas familias. Como en los edificios, fuimos levantando paso a paso esas estructuras que en conjunto aportaron siete nuevos habitantes a ese país que nos había recibido.

Si mal no recuerdo, nos conocimos en La Rural un 20 de agosto de 1966. Me acuerdo muy bien de ese día por un motivo personal. Me caiste bien de entrada y creo que yo también a vos. Menos mal porque a partir de ahí salimos muchas veces los cuatro. Tenías un carácter fuerte, pero era sólo una fachada. En realidad no eras capaza de matar a una mosca. Como buen tano –me gusta mucho la manera de ser de los italianos- te veía extrovertido y un poco gritón, pero en el fondo no eras más que un “duro sentimental” como mi admirado Humphrey Bogart.

Yo te seguía la corriente porque me sentía cómodo en tu compañía y en la de las dos pebetas de barrio que iban a ser nuestras compañeras de por vida. Congeniábamos muy bien y nos plegábamos de buen grado a las sugerencias de ir aquí o allá que proponías junto con Nany. Así nos hicimos asiduos clientes de La Fontaine, eso que entonces se llamaba boite y que no tenía nada que ver con las discotecas actuales. Allí se iba para compartir una copa, hablar y bailar con la pareja, al ritmo de una música que hoy pasó al olvido (Altemar Dutra, Mina, Milva). Nada de drogas ni de música estridente que te destroza los oídos y te impide mantener la más mínima conversación. Los jóvenes son “locos pirdidos” como dice un italiano que conocí en mi último empleo en España antes de jubilarme.

Tano, tenemos muchas anécdotas pero me acuerdo de cuando se te ocurrió ir un fin de semana a San Bernardo en un Iseta con capacidad para dos pero viajamos cuatro además de tu entonces pequeño hijo Cristian (porque ustedes ya se habían casado). Emprendimos el regreso bien entrada la noche viajando por un camino de tierra bastante poceado –hoy está asfaltado, faltaría más- todos apilados en el Iseta que se abría por delante.

En un momento dado dijiste: “Giusepe, te voy a enseñar una colonia de cangrejos” y aparcaste el coche al lado del camino. Saliste rápidamente. “Presto, presto Giusepe” me decías mientras corrías hacia una oscuridad total en esa noche sin luna. “Esperá que no se van a ir” te dije. Entonces me di cuenta de que no te importaban los cangrejos sino vaciar la vejiga. Cuánto recato tano, que respetuosos que éramos!.

Y cuando se te dió por la pesca y nos citaste en la laguna de Chascomús? Allí llegamos en nuestro coche y los encontramos en un camping. Vimos a Nany y alguno de tus hijos, pero vos no estabas. “¿Y el tano, dónde está?”, preguntamos. “Allá en la laguna”, dijo Nany, palabra más, palabra menos. Hacia allí fuimos. Te habías enfundado en un traje de goma que te llegaba hasta el hombro, aferrando una super caña de cuatro metros con la que pretendías dejar la laguna sin peces. No pescaste ni uno, tano!

Y cuando salíamos los cuatro en el auto de ustedes, te habías inventado una cortinilla que dividía los asientos delanteros y traseros para que las conversaciones pudieran ser privadas si así lo deseaban los ocupantes.

Pasó el tiempo. Cada uno intentando sobrevivir de la mejor manera posible en una Argentina difícil. No nos veíamos muy seguido pero la mistad seguía existiendo. Te fuiste a Italia con tu mujer y tus hijos en busca de un futuro mejor. Se hicieron cargo de una fábrica de pastas y cuando nosotros también emigramos, habíamos decidido visitarlos en Ancona. Pero iba a ser de sorpresa. Yo pensaba disfrazarme, entrar en la tienda de las pastas y allí armar una escena a ver si me conocías. Se me frustró el plan, tano, no pudo ser.

No obstante, siempre quisimos hacer ese viaje. Incluso lo pensamos cuando visitamos Roma, Florencia y Venecia, pero por una cosa u otra lo postergamos. Una lástima.

Los años se nos vinieron encima a todos. Los amigos de la juventud van dejando lugar a otras relaciones que sin embargo no pueden sustituir a las que forjamos en una época irrepetible de nuestras vidas. Tano, sos parte de mis sentimientos, y los sentimientos no envejecen. Si alguien nos extraña es que hemos dejado algo.


Nosotros te vamos a extrañar.
*

7 comentarios:

fet,t dijo...

No conocia estos detalles del padrino de ANA, aunque sea de esta manera me gusto leer esto y la verdad es que lo siento mucho por ustedes!!!!

Guillermo dijo...

QEPD.

Muy conmovedor el relato. Seguro que el sentimiento de esa amistad era recíproco. Ahora toca seguir adelante, como siempre hiciste. Fuerza!

José T. dijo...

Fer y Guille. Agradecido de que esta nota recuerdo/homenaje haya tenido alguna repercusión en quienes lo conocieron (no sé si Fernando lo vio alguna vez). Por supuesto que este blog no lo leen todos quienens han sido sus amigos, pero por lo menos ustedes no me dejaron solo. Y lo de seguir, claro que sí; esto es ley de vida y hay que tomarlo . Lamentarlo, sí, recordarlo, también,cada uno como sepa y pueda.

Beatriz dijo...

A los dos agradecida también...La nota emocionante...refleja tan bien la persona que era...siempre estará con nosotros ya que forma parte de una adolescencia muy linda...y a pesar de los años transcurridos y el no vernos como quisiéramos la amistad sigue en pie...Eso lo demuestra que tanto en los buenos y en los malos momentos seguimos en contacto...Mi más sentido recuerdo a nuestro gran querido amigo ...siempre estarás en nuestro recuerdo...

flaco dijo...

A Bety y José: Los afectos no se van, los dejamos por un rato. Amén

Nany dijo...

Josè,querido amigo...cuàntos lindos momentos compartidos!:Me hiciste reir entre làgrimas,con "la cortina divisoria de intimidad"!.Cada palabra tuya me hizo revivir cada instante,como si fuera hoy !Gracias por darme esta ilusiòn...,por tu afecto...,por tàn hermosas y sentidas palabras!.Cristian compartìa el mismo afecto por tì!.Un gran abrazo ...Nany

José T. dijo...

Nany. Todos sabemos cuanto quería yo a Cristian. Fue una época inolvidable. Guardemos todos esos recuerdos que también me causan gracia en un marco de afecto profundo por el querido tano. Pero la vida tiene estas cosas; eso también todos lo sabemos. Un abrazo a todos.