5 de mayo de 2012

Antonio Machado en Segovia




Caminante, no hay camino
se hace camino al andar 

Y caminando, nuestros pasos nos llevaron hasta una vivienda humilde, casi perdida en una estrecha callejuela de la medieval Segovia. Una placa discreta nos indicaba que esa mañana lluviosa de abril, habíamos llegado a nuestro destino: la humilde pensión -hoy casa museo- dónde el poeta sevillano Antonio Machado se alojó durante 13 años con sus escasas pertenencias; es que siempre anduvo ligero de equipaje, parafraseando el título de su biografía escrita por el hispanista irlandés Ian Gibson.

Después de cumplir con el calendario turístico obligado de quienes visitan Segovia -el bimilenario acueducto romano, el histórico Alcázar y la Catedral gótica con rasgos renacentistas- el visitante desprevenido debe recurrir a Información turística para descubrir otros puntos de interés....a menos que llegue con un plan pre-establecido para aprovechar mejor el tiempo restante.

Ese plan previo incluía conocer el lugar elegido por el gran poeta andaluz y universal para pasar otra etapa de su agitada vida trashumante por la geografía de España hasta terminar con el exilio, forzado por el avance de las tropas franquistas, en la localidad francesa de Colliure, dónde falleció el 22 de enero de 1939.



No se trata aquí de transcribir una cronología de la vida de Antonio Machado, algo que podemos leer en cualquier enciclopedia, sino de establecer un contacto personal con quién más me acercó a la poesía, por lo menos en su vertiente más descriptiva y costumbrista, ya que mis preferencias son para la prosa. Mi respeto hacia la vida y obra de Machado es cada vez mayor porque he llegado a conocerlo mejor a través de los textos y, ¿por qué no decirlo? de la música  inspirada en sus versos tan magistralmente difundidos por Joan Manuel Serrat. Mencionar esto es de justicia.

Decidimos entonces visitar esa casa pensión convertida en museo, con un interés no meramente histórico, sino para acercarnos más al autor de esos versos inolvidables. La fina llovizna no iba a ser un impedimento y emprendimos la caminata hacia la callejuela que nace a cien metros de la Catedral y de la Plaza Mayor. La visita era guiada y había que estar a las 11 de la mañana. Ese día éramos los únicos; los contingentes de japoneses seguramente estarían acribillando con sus cámaras al acueducto.

Mejor que mejor. Una muchacha nos cobró la visita (dos euros por cabeza) y nos guió por las dependencias de la que fuera una modesta pensión con sólo cuatro habitaciones, todas ocupadas por hombres. La guía  resumió las circunstancias que habían llevado a Machado hasta ese lugar, y explicó como era la vida diaria, sin agua corriente ni baños.

Los inviernos en Segovia suelen ser muy duros, y más sin calefacción. Además de un braserito en las habitaciones, los huéspedes solían reunirse en el salón comedor alrededor de un brasero de mayor tamaño, y allí se entablaban discusiones sobre literatura, temas cotidianos y especialmente política, una cuestión candente en tiempos de la República. Esos debates se extendían con frecuencia en la cercana Plaza Mayor, el centro de reunión ciudadana, como es tradicional en los pueblos.

Machado participó activamente en la Universidad Popular para que los menos favorecidos pudieran tener acceso a la educación y la cultura. Así transcurría su vida diaria, con penurias y estrecheces. Ver ahora el escritorio donde seguramente se sentaba a escribir su poesía y también encendidos artículos periodísticos, provoca en el visitante una emoción especial, la misma que cuando vimos en París le mesa donde Victo Hugo escribió Los Miserables.


Encima del escritorio, colgado en la pared, un retrato al lápiz que Pablo Picasso le dedicó al poeta, habla también de las amistades de Machado en esa época, incluído Federico García Lorca, todos ellos parte de la "basura" izquierdista que ya estaba en la mira de la derecha que preparaba el asalto al poder. Para ganarse la vida trabajó como profesor de francés en el Instituto de Segovia.

Todo en la pequeña casa museo está cuidado hasta el más mínimo detalle. Está la vieja cocina a carbón y los utensillos de la época, así como mesas y sillas y la cama en la habitación del poeta. El baño de los huéspedes era un bacinillo debajo de la cama, que debían ir a vaciar en el exterior. Entre sus pertenencias se observa un simil de la maleta que llevaba como único equipaje en sus distintos desplazamientos.

Después de Segovia siguieron Madrid, Valencia y Barcelona, desde dónde -ya en plena Guerra Civil- tuvo que escapar al exilio en Francia, oculto en una ambulancia. En Colliure, la pequeña población del país vecino, lo sorprendió la muerte el 22 de febrero de 1939, un mes después de su llegada, agobiado por la falta de un trabajo y en medio de las carencias más absolutas.

Esta casa museo en tierras de Castilla nos acercó un poco más a la vida austera y sufrida de este poeta que tuvo que morir en el exilio por pensar distinto de los que ostentaban entonces el poder.

A la derecha, Manuel Machado, hermano del poeta

Salón comedor 

Retrato al lápiz hecho por Pablo Picasso, otro de los
amigos de Machado

Exterior de la pensión, vista desde la calle
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2 comentarios:

martagbp dijo...

Gratificante reocrrido. Hermosos!

Beatriz dijo...

De verdad nos emocionó mucho esta visita...y la chica que nos explicaba nos logró ubicar muy bien en el tiempo y las circunstancias que rodearon su vida...para no olvidar