A pesar de los muchos ejemplos que parecen decir lo contrario,
los jugadores de fútbol también tienen cerebro. Esta perogrullada viene a
cuento porque algunos lo exhiben cuando se les brinda la ocasión y, tal vez sin
ellos buscarlo, se convierten en espejo en el que deberían mirarse los
deportistas que llegan a lo más alto en su profesión.
El fútbol despierta pasiones, exalta los ánimos y mueve
multitudes con su maravilloso espectáculo de color, fuerza, plasticidad y
destreza. Pero cuando el partido termina, el jugador queda expuesto a la otra
faceta que determina su personalidad: su calidad de ser humano.
Para quien escribe estas líneas, es importante que el
futbolista se destaque en la disciplina que ha elegido, esto es obvio, pero
valora también su condición de persona más allá del campo de juego, cuando
utiliza el mencionado cerebro para convertirse en ejemplo de los jóvenes que se
inician en ese deporte.
Al club de fútbol Barcelona le interesa ganar títulos como
al que más, pero también, al igual que otras instituciones, tiene una escuela
de formación personal en la que se instruye a los futuros astros, se les
enseñan idiomas, y sobre todo, aprenden que la cultura no debe estar reñida con
el deporte. Un ejemplo de esto es Xavi Hernández, próximo a retirarse como
futbolista por cuestiones de edad y –opinión personal- el futuro Pep Guardiola
del club.
No es la primera vez que leo una entrevista a Xavi, todas
interesantes a pesar de las obligadas reiteraciones de conceptos. La última,
publicada en EL PAIS, origina esta breve nota cuyo propósito es señalar que se
puede llegar a lo más alto en el fútbol sin caer en la soberbia, desplantes y
egocentrismo de que hacen gala algunos “descerebrados”, dicho esto con respeto
para quienes padecen esa “enfermedad”.
Hace dos años tuvo la oportunidad de ganar el Balón de oro
como mejor futbolista, pero no pudo ser porque uno de sus rivales era,
sencillamente, el mejor. Claro, se trata de su compañero de equipo Lionel
Messi. El propio Xavi lo explicó así: “Nadie es mejor que Leo” y abrazó al
astro argentino y sonrió abiertamente junto a él frente a las cámaras.
Si fue sincero o no, eso lo sabe solo él (yo estoy seguro de
que sí) pero esos gestos de hidalguía dignifican al deportista y al ser humano,
frente a otros que se consideran el centro del mundo y no pierden ocasión de
manifestarlo, caso Cristiano Ronaldo: “Yo merezco un diez y el equipo (Real
Madrid) nueve”. La antítesis de Xavi; si uno es el mejor, quienes tienen que
decirlo son los demás, tan simple como eso.
Xavi nunca subestima y menos agravia a los rivales. Por el
contrario, tiene palabras de elogio para sus “enemigos”, algunos jugadores del
Real Madrid, que por cierto observan también un comportamiento a la altura del
mediocampista del Barça, caso Iker Casillas y Xabi Alonso.
Es importante que un futbolista sepa expresarse, sobre todo
cuando son de élite y se espera de ellos algún mensaje, porque saben que muchos
jóvenes los observan con la ilusión de poder emularlos algún día. Medios y
recursos todos tienen para lograrlo o al menos intentarlo. Entonces sí, serían
futbolistas y algo más.
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