12 de julio de 2013

Tapas y un asiático

Mañana esplendorosa de sol aunque con temperatura algo elevada para el gusto de quienes (como yo) aman el frío.

La misión: un trámite en Barcelona. Una vez realizado había que ir a la parada del autobús que había de llevarme de regreso a Mataró.

Llego con 15 minutos de antelación a la hora de partida.

Para hacer tiempo entro en un bar, me siento a la barra y pido un cortado descafeinado.

A mi lado me llama la atención la presencia de un joven asiático (podría ser birmano, tailandés, coreano, chino, etc., etc.

El joven estaba sentado frente a una inmensa bandeja repleta de platitos (muy parecida a la de la fotografía de presentación). Para ser precisos habría que agregar a ese surtido dos chorizos fritos, una porción de "patatas bravas" y dos grandes rebanadas de pan con tomate y aceite, cubiertas de sendas lonchas de jamón serrano. Al lado del plato descansaba una gruesa guía de viajes en cuya tapa se leía ESPAGNE.

Aparentemente, el hombre conocía el francés, pero de castellano.... nada de nada, porque vaya uno a saber que habrá pedido para que le pusieran semejante bandeja. Eran las 11 de la mañana; tarde para el desayuno y temprano para el almuerzo.


Como no tenía nada mejor que hacer, yo lo observaba de reojo viendo como sin prisa y con alguna pausa, pinchaba con el tenedor aquí y allá. Su cuerpo esmirriado absorbía todo lo que iba recibiendo, pero los platitos no se vaciaban. Habrá comido un diez por ciento cuando de pronto, dando un bufido, llama con getos al camarero y extendiendo sus manos con la palma hacia abajo, comenzó a moverlas como diciendo ¡BASTA!

El camarero retiró la bandeja y yo, con mirada cómplice, le hice un gesto con el dedo índice señalando mi cortado. Claramente, le estaba diciendo en lenguaje mudo: "DAMELO A MÍ". El camarero me sonrió y yo le sonreí. Pero se llevó todo a la cocina; mi pedido no había tenido éxito.

Entonces, me dirijo al asiático y entablo con él un diálogo en inglés:

-¿Qué pasa, no tienes hambre?

-Es mucho, yo no sabía!

-¿Pero,como has pedido tantas? ¿Qué le has dicho al camarero?

-Sólo le dije tapas, muchas tapas!

-Menos mal que te ha traído sólo nueve de las decenas que hay. Ahora tendrás que pagarlas sin haber comido casi nada. Mal negocio. La próxima vez señala con el dedo SOLO lo que quieras comer.

-Sí, sí, eso haré, gracias por tus consejos. Tengo que aprender el español

El debut del amigo asiático con las tapas, le costó 17 euros. (Tendría que haber hablado antes con él para que me invitara).
*





2 comentarios:

martagbp dijo...

Ja, ja, qué bueno!

Beatriz dijo...

Como siempre tratando de sacar partido ante la ignorancia de la gente y sobre todo si es de comida jajajaja...la próxima vez será...a estar más atentos..besitos miles