21 de marzo de 2014

Amigos generacionales


J.T.
¿Qué tienen en común estos siete escritores? Seguramente muchas cosas, pero me quedo con tres: son de mi generación, ellos y yo seguimos vivos, y por último, pero no menos importante, ellos y sus personajes me regalaron muchas horas de placentera lectura a través de las miles de páginas por las que desfilaron personas -cada una con sus conflictos y particularidades- lugares, culturas, intriga, humor, críticas sociales, diálogos ingeniosos, historia, arte, política, etc., etc. ¿Qué más se les puede pedir a los libros?

Poco a poco todos iremos dejando lugar a las nuevas generaciones, pero no está demás expresar gratitud por todo lo recibido, sin que importe que algunos escriban impulsados tan sólo por metas comerciales, algo que por otra parte es totalmente legítimo. Prefiero pensar que todos, sin excepción, abrazaron el oficio de escritor porque les gusta y eso es lo que transmiten al lector.

Algunos trascendieron más que otros ya que sus novelas fueron llevadas al cine y sus personajes se vieron corporizados. Los lectores no tuvieron que recurrir a la imaginación para "conocer" el rostro del héroe de turno. ¿Coincide esa imagen con la que tenían en la mente? ¿Resultó una decepción ver que el actor o la actriz elegidos no tenían los rasgos imaginados? Cada uno de nosotros tiene su propia respuesta.

Hagamos un repaso del escritor y sus criaturas, sólo para conocerlos un poco más, no hay otra pretensión.
Para comenzar buscamos primero a los que el cine o la televisión les dieron voz y rostro.

Henning Mankell y el comisario Kurt Wallander

Varias veces el escritor sueco fue tema en este blog. Si aparece una vez más nadie se escandalizará, teniendo en cuenta que no podía estar ausente de este grupo de longevos "amigos" contemporáneos.

No se puede soslayar una triste noticia conocida hace algunas semanas: el propio Mankell declaró que tiene tumores cancerígenos en el cuello y en el pulmón, y que su estado es muy grave. Anunció también que quiere documentar esta lucha, describiendo el proceso de la dolencia "con la visión desde la vida, no desde la muerte". Lo hará en la columna de un periódico.

Dejemos respetuosamente este drama personal que le toca vivir y recordemos al hombre que me atrapó completamente desde que leí "La quinta mujer". A esa novela le siguieron otros 28 y esta cifra aumentará. Queda dicho entonces la admiración que siento por este escritor, dramaturgo y activista de izquierda, casado con Eva Bergman, hija del cineasta sueco Ingmar Bergman. Después de La quinta mujer me aboqué a leer correlativamente la serie completa de doce novelas que tienen como protagonista al comisario Kurt Wallander, un personaje incomparable con las virtudes y defectos de una persona normal: divorciado, padre de una hija, diabético, melancólico y amante de la opera. Wallander me dejó la sensación de que me será muy difícil encontrar en la ficción a alguien que se le asemeje.

El renombre internacional de este peculiar policía sueco trascendió el libro y fue absorbido por la televisión en por lo menos tres producciones con actores diferentes, incluyendo al británico Kenneth Branagh. Pero quién más me convenció fue el sueco Rolf Lassgard en las primeras versiones de las novelas. Lassgard daba el tipo perfectamente: desaliñado, aspecto personal poco cuidado, excedido de peso, abstraído cuando escuchaba opera; era la imagen perfecta que me había formado. Vi dos veces la adaptación de Los perros de Riga y seguramente volveré a verla. Kenneth Branagh ,un excelente actor, está correcto pero muy por detrás de Rolf Lassgard, y el tecero en discordia, de cuyo nombre ni me acuerdo, no me gustó nada.

Andrea Camilleri y el comisario Salvo Montalbano

El octogenario escritor italiano Andrea Camilleri también ha sido prolífico con la saga del comisario Salvo Montalbano. El apellido es un homenaje al fallecido periodista y autor barcelonés Manuel Vásquez Montalbán. En casi treinta novelas, Montalbano se mueve a sus anchas en Vigatá, una población imaginaria de la isla de Sicilia.

Antes de comenzar a leer los libros había visto ya algunos capítulos de la serie televisiva y por lo tanto no tuve necesidad de imaginar como sería físicamente el inefable Salvo. Fornido, bien alimentado y con el cráneo rapado, el actor Luca Zingaretti parece hecho a la medida para recrear al personaje creado por Andrea Camilleri para sus narraciones cortas.

Camilleri, afiliado al Partido Comunista Italiano en 1940 (desconozco si aún continúa siéndolo), no escatima observaciones sobre la sociedad italiana, igual que lo hace Henning Mankell respecto a la sueca.
El veterano escritor desarrolló una intensa actividad cultural a lo largo de su dilatada carrera, y en 1994 decidió crear a Salvo Montalbano con el que ha estado divirtiéndose desde entonces; esta es la sensación que da leer las aventuras de este policía tan típicamente italiano, amante de la gastronomía y de la buena vida en general. Ese primer título de la saga Montalbano fue La forma del agua ("La forma dell'acqua")

Alicia Giménez Bartlett y la inspectora Petra Delicado y el subinspector Fermín Garzón

Alicia Giménez Bartlett y quienes
ponen rostro a sus personajes
Santiago Segura y Ana Belén 
En 1996 apareció en España una novela titulada Ritos de muerte, con una heroína de nombre difícil de olvidar: Petra Delicado (tal vez eso pretendía la autora Alicia Giménez Barlett). Petra es inspectora de policía de Barcelona, vive sola y es muy independiente. Como contrapunto a su carácter, la escritora le buscó un compañero apropiado, el subinspector Fermín Garzón.

La novela inicial de esta saga fue seguida por otras ocho, prueba de que la presentación en sociedad había sido un éxito. El suceso literario fue aprovechado por la televisión en 13 episodios, con los rostros y buenas actuaciones de la actriz y cantante Ana Belén y el actor Santiago Segura como el subinspector Garzón. Ambos (Segura y Garzón) están encuadrados en la veta humorística, de modo que se complementan muy bien.

HÉROES SIN ROSTRO PERO NOVELAS MUY RECOMENDABLES 


Petros Márkaris y el comisario Kostas Jaritos

Petros Márkaris es un traductor, dramaturgo, guionista y narrador griego, aunque nacido en Estambul (Turquía), hijo de padre armenio (comerciante) y madre griega (ama de casa). Márkaris resume así su formación: "Hice mis estudios elementales en una escuela griega, pero después, a partir de mis estudios secundarios hasta mis años de universidad, toda mi formación y mi cultura es alemana". Como miembro de la minoría armenia, durante muchos años no tuvo ninguna ciudadanía; obtuvo la griega después de la caída de la Dictadura de los Coroneles y el retorno de la democracia en 1974, junto con el resto de los armenios que vivían en Grecia. Reside en Atenas desde los años cincuenta.

Comenzó su carrera literaria en 1965, como dramaturgo, pero aquí nos interesa como novelista y creador del comisario Kostas Jaritos, un policía ateniense, jefe de una familia normal y que le sirve para exponer sus críticas acerca de la sociedad actual griega. "Él vino a mí", dice y explica que después de haber estado escribiendo durante varios años los guiones de la serie televisiva Anatomía de un crimen, se sintió cansado de ella, pero el canal quería seguir y él accedió a prolongar su trabajo por seis meses, y fue entonces que le vino la idea del comisario. Para él mismo fue una sorpresa: "Como fui por largo tiempo un activista de izquierda, no tenía ninguna simpatía por los policías. En Grecia, habían sido sinónimo de fascistas... Pero de pronto, por primera vez, caí en la cuenta que esos pobres policías son pequeños burgueses, que tienen los mismos sueños de que sus hijos puedan estudiar para convertirse en doctores o abogados. Así se comenzó a desarrollar esta construcción: un crimen y una historia familiar contadas paralelamente".

Francisco González Ledesma y el comisario Méndez 

No puede faltar alguien que además de ser actualmente un escritor en actividad, significa para mí mucho más que eso.

Al ver hace algunos años su fotografía en un periódico con la leyenda de que en su juventud había firmado centenares de "novelitas" del Oeste con el seudónimo de Silver Kane, me embargó la emoción porque medio siglo atrás (sí, 50 años y como si fuera hoy) yo había leído más de 400 de esos bolsilibros.

Hasta ahora nunca había sabido quien era Silver Kane. Ya estaba al tanto de que él y otros de nombres similares (Keith Luger, Donald Curtis, etc) no era norteamericanos sino españoles, pero nunca les había visto el rostro. Con tantos años transcurridos pensaba también que la mayoría había fallecido, de modo que conocer a "Silver Kane" y ver que se trataba de Francisco González Ledesma, fue todo un impacto, agradable por cierto. Después de vivir más de 50 años en Argentina, regresar a Barcelona y tener la posibilidad de ver sentado en la mesa de un café a mi recordado Silver Kane, es algo que no pretendo que otros entiendan.

Días pasados, en una entrevista por televisión, Gonzalez Ledesma (hoy tiene 87 años), dijo que esos libritos era novelitas "alimenticias" porque las escribía para poder comer, él y su familia. Para mí eran tambén "alimenticias" porque las vendía en un kiosco de Buenos Aires con el mismo propósito: ganar algún dinero para llevar a casa. Nuestra común pobreza nos unía a ambos lados del Atlántico. Por eso en este caso me hizo más ilusión conocer el rostro de Silver Kane que el del comisario Ricardo Mendez, el personaje creado para sus novelas policiales de esta nueva etapa. Además, de tanto en tanto me zampo uno de esos westerns, tal vez para recordar que alguna vez fui joven.

El comisario Méndez continua recorriendo las calles de Barcelona como cuando el abogado y periodista Gonzalez Ledesma le dio vida literaria hace 25 años. Con Méndez nos internamos en una Barcelona que un día fue real: El Barrio chino, los bajos fondos. Come en lugares baratos y se comporta de manera peculiar con cierto tipo de delincuentes. Si es un joven "rescatable" le habla hasta que lo convence. A otros les lleva tabaco y periódicos a las celdas; interpreta la justicia a su propia manera. No quiere jubilarse porque se moriría de aburrimiento en una pensión

Está visto que mientras Francisco González Ledesma exista, Méndez seguirá caminando por las calles de su Barcelona.

Jordi Sierra i Fabra y el policía Miquel Mascarell 

Uno de los escritores más prolíficos del mundo (alrededor de 600 títulos). Comenzó a los ocho años y a los 12 escribió su primera novela de 500 páginas. Su otra pasión es viajar, muchas veces para recoger los numerosos premios ganados en varias partes del mundo.

En 2008 inició con "Cuatro días de marzo" una saga que tiene como personaje central a Miquel Mascarell, quien en la ficción  fuera inspector de policía durante la república.  En el debut de Mascarell estamos en la Barcelona de 1939. El mismo escenario se repite en las siguientes novelas aunque, obviamente, en años posteriores, pero todas se destacan por la descripción de lo que era la capital catalana luego de finalizada la Guerra Civil.

Philip Kerr y el detective Bernie Gunther

El más "joven" de este grupo, creador de un personaje que me gusta bastante como así también la época en que se mueve: la Alemania nazi, período de la historia que encuentro fascinante cuando se trata de vivirlo a través de la literatura.

Philip Kerr nos presenta a Bernie Gunther cuando éste tiene 38 años y trabaja como detective privado después de haber abandonado el cuerpo de policía decepcionado por las purgas de Herman Goering. Gunther investiga casos de personas desaparecidas y acepta todo tipo de encargos, excepto divorcios. Es viudo ya que su esposa murió en 1922 a causa de la epidemia de "gripe española". En sus novelas suele haber situaciones en las que aparecen los conocidos jerarcas nazis como Himmler, Heyndrich, Goebbels, Goering y hasta el mismísimo Adolf Hitler. La ambientación en el Berlín de esos años está muy bien lograda.
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