José Trepat
El fútbol debería ser una fiesta si nos atenemos a que se lo considera mayoritariamente como “el espectáculo más maravilloso del mundo”, y eso se ve reflejado nítidamente cada cuatro años cuando la Copa Mundial de la FIFA es seguida por televisión por miles de millones de espectadores en todo el mundo.
Pero no es para los ascetas que sólo quieren ver como 22 atletas despliegan sobre una carpeta verde todas sus habilidades físicas, coordinadas cerebralmente en algunos casos, o dejadas a su albedrío en otros. Es un juego colectivo, pero afortunadamente hay individualidades que sobresalen, y eso lo hace apasionante e impredecible.
Pero un partido de fútbol disputado a puertas cerradas, sin público, puede resultar anodino. Futbolistas y espectadores se retroalimentan; los primeros exponiendo todas sus habilidades con el egocéntrico objetivo de desatar la pasión entre los seguidores de una casaca determinada, ya sea de un equipo o de la selección de un país.
El hecho de que los futbolistas de elite ganen cifras millonarias para realizar su trabajo parece no importar a los enfervorizados espectadores que en el estadio o frente a los televisores dan rienda suelta a su extroversión reprimida en otros momentos de sus vidas.
Esa es una manera de ver y sentir el fútbol, pero hay otra más racional que luego de pensar unos segundos en los intereses que se mueven en este deporte altamente profesionalizado, se limita a ver un espectáculo lleno de colorido, dónde se confunden la plasticidad, la fuerza, la inteligencia y las buenas y malas intenciones.
La excusa para tocar hoy el tema del fútbol ha sido el partido amistoso entre las selecciones de Argentina y España, clasificadas ambas para el Mundial de Sudáfrica del año próximo. Fue un amistoso, no se jugaba nada más allá del prestigio, estancado momentáneamente por parte de Argentina, e incipiente en el lado español.
A pesar de ello, me imagino a los “fanáticos” de uno y otro bando desgañitándose frente a los televisores como si en ello les fuese la vida. Digo “fanáticos” en el buen sentido, porque el fanatismo para mí es una palabra nefasta que ciega la razón, sobre todo cuando se lleva a otros terrenos que no sean los meramente deportivos (la religión, los nacionalismos y la política).
El hecho de que los futbolistas de elite ganen cifras millonarias para realizar su trabajo parece no importar a los enfervorizados espectadores que en el estadio o frente a los televisores dan rienda suelta a su extroversión reprimida en otros momentos de sus vidas.
Esa es una manera de ver y sentir el fútbol, pero hay otra más racional que luego de pensar unos segundos en los intereses que se mueven en este deporte altamente profesionalizado, se limita a ver un espectáculo lleno de colorido, dónde se confunden la plasticidad, la fuerza, la inteligencia y las buenas y malas intenciones.
La excusa para tocar hoy el tema del fútbol ha sido el partido amistoso entre las selecciones de Argentina y España, clasificadas ambas para el Mundial de Sudáfrica del año próximo. Fue un amistoso, no se jugaba nada más allá del prestigio, estancado momentáneamente por parte de Argentina, e incipiente en el lado español.
A pesar de ello, me imagino a los “fanáticos” de uno y otro bando desgañitándose frente a los televisores como si en ello les fuese la vida. Digo “fanáticos” en el buen sentido, porque el fanatismo para mí es una palabra nefasta que ciega la razón, sobre todo cuando se lleva a otros terrenos que no sean los meramente deportivos (la religión, los nacionalismos y la política).
Para nadie es un secreto que Argentina ha sido y es una potencia mayor en fútbol, y que junto con Brasil, son los países dónde han surgido las mayores estrellas de este deporte, comenzando por su actual entrenador, el inefable Diego Maradona, todo un galimatías en sí mismo. “Una bomba, un mito con pies y un cortocircuito en la cabeza”, según el diario EL PAIS.
La lista de jugadores argentinos diseminados por el mundo en el último medio siglo es muy extensa. ¿Quién no valora al formidable Alfredo Di Stéfano, todo un ejemplo de profesionalidad y entrega que brilló en el Real Madrid de la década de 1960? ¿Y Enrique Omar Sívori, que brilló tantos años en Italia?
Son muchos los equipos europeos que han tenido o tienen jugadores argentinos en sus plantillas, muchos de los cuales han servido de inspiración para sus compañeros de equipo. Pero además de los que emigraron de Argentina, los que desarrollaron su carrera en el país y que pude ver durante muchos años, eran futbolistas superdotados.
Algunos nombres que me quedaron grabados: Amadeo Carrizo, Angel Labruna, Félix Lousteau, Federico Sacchi, “Palito” Balay, “el mariscal” Roberto Perfumo, Ernesto Grillo, Eliseo Mouriño, Angel Clemente Rojas, Alfredo Pérez, Néstor Rossi, y tantos, tantos otros. Esos eran exponentes del fútbol argentino: calidad e inteligencia por sobre el estado físico.
Esto es lo que parece faltarle hoy a la selección argentina. Leo Messi, su potencial máxima estrella, no ha podido exhibir una mínima parte de lo que es capaz, pero tal vez en el Mundial lo haga siempre y cuando tenga a quien pueda secundarlo. Por el momento parece faltarle el acompañamiento que encuentra en el Barcelona.
En cuanto a España, es un hecho innegable que tiene un equipo consolidado conducido sabiamente por un hombre modesto que no hace declaraciones altisonantes y que demuestra mucho sentido común. España está pasando por el mejor momento de su historia en fútbol, y es lícito que tenga aspiraciones. ¿Por qué negárselas? ¿Acaso no la tienen todos los equipos?
Lo que sí es inadmisible es que muchos dedicados al periodismo, afirmen ya sueltos de cuerpos que España es el próximo campeón del mundo. Cuanta soberbia hay en todas partes! Se olvidan que en el Mundial estarán Alemania, Italia, Inglaterra, Francia, Brasil (eterno candidato)….y Argentina. Hay varios de esos llamados periodistas que dan pena, por decirlo de manera suave.
Los diarios argentinos reconocen unánimemente que en el amistoso España fue mejor y que mereció ganar. Y está bien que lo hagan. Fue así. Eso no quiere decir que en otro partido no se de vuelta la tortilla.
Argentina debería aplicar ese refrán que dice: “donde hubo fuego cenizas quedan”. ¿Quién puede asegurar que en un momento determinado las llamas no se reaviven?
Si Maradona siente que es capaz de conducir a un grupo humano y sus jefes se lo permiten (todo parece indicar que sí) haría bien en no pedir que nadie se la siga chupando y que siga el ejemplo de su colega español, Vicente del Bosque, un hombre bonachón, trabajador y bien educado.
Los argentinos y quienes deseamos que Argentina tenga un muy buen desempeño en el Mundial, se lo vamos a agradecer.
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2 comentarios:
Esta claro que españa jugo mejor, eso no se discute, pero tambien hay que tener en cuenta que españa ya tiene un equipo formado que vienen jugando juntos hace mas de 2 años y Argentina recien se esta armando, es todo muy nuevo todavia como para decir (como dicen algunos diarios y radios españolas) que somos unos patatas y que Argentina en el mundial no estara ni entre los 8 mejores del mundo.
Para el mundial falta 1 año todavia y muchas cosas pueden pasar.
Lo que saco de este partido es que Argentina por lo menos parecio que quiere jugar a algo, no se colgaron del travesaño con miedo que españa le meta 5 como estan acostumbrados y que aunque digan que jugamos muy fuerte, no hay que llorar, esto es futbol y en partidos asi hay que meter y no porque Xavi o Iniesta sean muy buenos jugadores no hay que pegarles, porque sino hay que decirles a los rivales del Barça que a Messi no lo toquen porque es bueno y se puede lastimar. El futbol es un deporte de hombres y siempre hubo y habra entradas fuertes y mas si se juegan el orgullo como en este caso o un partido del mundial, porque que españa no piense que en el mundial los equipos lo dejaran jugar a su juego bonito como dicen, ahi se ira a todo o nada en cada partido y no siemrpe ganara el mejor, sino el que mas huevos ponga!!!!!!
Asique VAMOS ARGENTINA que nosotros podemos!!!!!!
Adios
A Fer: está muy bien tu comentario, creo que estamos de acuerdo. En el Mundial habra sorpresas como siempre y puede que España no pase de los cuartos, pero si es así, que le vamos a hacer, no me voy a preocupar mucho por eso. Ahora sí, otra cosa será cuando Argentina juegue contra Cataluña. Ahí sí, a cara de perro, y con las franjas rojas y amarillas pintadas en la cara o en la pelada. En el partido de ayer todos "dieron" un poco, lo normal en un partido de fútbol. Pero por favor, Heinze, a casita, igual que el exboquense Gago. Visca Catalunya collons!
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