La nota anterior terminó con la partida desde Lisboa, así que hoy retomamos esta especie de diario de viaje, ya instalados en nuestro hotel de Fátima, un tres estrellas sin lujos pero muy confortable y, sobe todo, bien ubicado (no como el de Lisboa, que estaba a media hora de autocar del centro de la ciudad).
Para este día teníamos programado visitar Aveiro y Coimbra. Iiciamos el viaje con buen tiempo y cielo despejado, algo que los turistas siempre valoramos porque sabemos que si te toca mal tiempo y sin sol, la visita y las fotos pierden mucho de su encanto. Sin embargo, a medida que íbamos aproximándonos a Aveiro, una espesa niebla nos envolvía como un mal presagio.
La bruma, a esa hora de la mañana, es algo normal en esta ciudad ubicada en la Ría de Aveiro y cerca del océano Atlántico. Los varios canales que cruzan la ciudad han hecho que se la conozca como la Venecia de Portugal. Ni cortos ni perezosos, los aveirenses reforzaron ese concepto con embarcaciones a motor de buen tamaño en forma de góndolas que ofrecen un recorrido de media hora. Un timonel la conduce desde la parte trasera mientras un "gondolero" explica al pasaje lo que vamos viendo, en un español bastante forzado pero voluntarioso.
Esta ciudad, cuyas referencias datan del siglo X, creció en base a la explotación de las salinas, la pesca y el comercio marítimo. La industria del azulejo también es importante además del caudal turístico. A la hora de abordar la "góndola-consuelo" para quienes no conocen Venecia, la niebla comenzaba a desaparecer a medida que el sol iba elevándose y calentando la atmósfera. Pero inevitablemente, las fotos de la primera parte del recorrido tienen ese fondo de cielo gris que no las favorece.
Estas embarcaciones en las que hicimos el paseo, tienen el nombre de moliceiros, son de fondo plano y proas curvadas pintadas con escenas sobre la vida de los pescadores.
Una vez que el nutrido grupo de jubilados (todos debían serlo, seguramente) estuvo otra vez en tierra firme, la guía se puso al frente y la seguimos en un breve recorrido por la zona comercial de la ciudad, caminando sobre los pequeños adoquines cuadrados tan típicos en todo Portugal.
Los frentes azulejados de algunos edificios llaman la atención por su buen gusto, como en la foto debajo de estas líneas.
El cronograma indicaba que debíamos poner fin a la visita a Aveiro pués se había hecho ya la hora de almorzar. Eran las 12:30 y en una hora debíamos llegar al Mirador de Coimbra, dónde nos esperaban con sopa-crema, bacalao (sí, otra vez) con patatas, helado y café. Desde ese promontorio se ve, a unos dos kilómetros, la importante ciudad de Coimbra, que visitaríamos inmediatamente después del almuerzo.
Entre 1139 y 1385 Coimbra fue capital de Portugal, varios de sus reyes nacieron aquí, y su Universidad, que data del siglo XIII, fue la primera del país. A medida que el autocar efectuaba la consabida visita panorámica, veíamos que, al igual que Lisboa, la ciudad tiene muchos desniveles y está dividida geográficamente en dos partes: las actividades comerciales en la zona baja mientras que en la alza se desarrolla la vida intelectual, con su Universidad y su biblioteca.
Después de la panorámica, de nuevo a caminar en libertad hasta la hora de regresar al hotel. El grupo se fue dispersando por el centro comercial con sus calles peatonales y los pórfidos blancos y negros. Algunas compras y nuevamente a buscar un bar para descansar y de paso observar con tranquilidad a los especímenes que pasaban a tu alrededor.
Hay maneras de viajar: una es conformarte con lo que tus sentidos te ofrecen en estas excursiones programadas. Otra es llevar material informativo y flagelarte por todos los sitios y lugares que, estando tan cerca, inexorablemente te perderás. Este diario de viaje se limita a lo que hemos visto, sin hacer mención de todo lo que hemos leído sobre lo que no pudimos ver. Igual que nosotros, otros también pueden leerlo
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1 comentario:
Muy bueno!!!!!!!!!!!!!
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