25 de diciembre de 2009

Fama y Calidad no siempre van juntas




La opinión de un lector



José Trepat


Una costumbre adquirida. Suelo leer dos libros a la vez, uno en el formato tradicional de papel y otro por el sistema de audiolibro, mientras viajo en el coche, tres horas diarias.


La suerte quiso que se “enfrentaran” Dan Brown y Jeffrey Archer, y que surgieran las consabidas comparaciones en mis neuronas de lector común y corriente. Como resultado de estas comparaciones y después de haber leído/escuchado casi la misma cantidad de páginas de uno y otro, tomé una decisión “drástica”.


El símbolo perdido”, el último bestseller de este Dan Brown tocado por la varita mágica del marketing, pasa a mejor vida, y en cambio, El impostor de Jeffrey Archer, será leído hasta el final, pues me atrapó totalmente, permitiéndome al mismo tiempo notar las diferencias entre un oportunista y un novelista que conoce su oficio.

En materia de gustos todo es discutible, y en mi caso siento un rechazo casi patológico a todo lo que tiene que ver con esoterismo, vampirismo, ciencias ocultas y simbologías. Este género tiene millones de adeptos que disfrutan con esos libros, pero personalmente me inclino por una realidad palpable como la que plantea El impostor, escrito de manera ágil, concisa y con una trama que atrapa al lector desde el mismo comienzo.

Dan Brown, de quien confieso me interesó El código da Vinci –aunque menos sus otros títulos- esta vez me atosigó hasta el hartazgo con sus referencias a la masonería, sus secretos, escalas jerárquicas, la sabiduría de los antiguos líderes de la logia masónica y sus misterios celosamente guardados.

Aprovechando el filón de El código da Vinci, Brown se centra una vez más en la búsqueda de una especie de talismán antiquísimo que podría cambiar el destino de la humanidad y bla bla bla. ¿Y quién sino el inefable profesor de Simbología, Robert Langdon, es, oh casualidad! el encargado de dar con ese objeto?.

No sé en que terminará la historia, pero seguro que el destino de la humanidad no sufrirá grandes cambios. ¿Se puede opinar sobre un libro sin haberlo leído íntegramente? Tal vez sea una falta de respeto, pero yo pienso que la lectura debe ser un placer, y cuando deja de serlo lo mejor es cerrarlo y abrir otro que cumpla con ese requisito. Una vez más el consejo de Jorge Luis Borges: “si un libro no te gusta, dejalo”. Que la lectura obligatoria quede para temas de estudio.

Obviamente, Dan Brown debe su éxito al manejo editorial de sus obras, y no lo culpo de nada. Vive de su profesión y aprovecha su momento, mientras otros –tantos- escritores con muchos más méritos que esta luminaria del mundo editorial, apenas son conocidos y sus libros acumulan polvo en los anaqueles. Pero esto es así. Si un libro no se promociona no se vende; esto lo saben bien las editoriales cuyo objetivo es aumentar las ganancias.

Un ejemplo es el otro libro tema de esta nota. El impostor (A Prisoner of Birth) , editado no hace mucho (2008), seguramente es mucho menos conocido que El símbolo perdido, aunque en verdad desconozco si esto es tan así en Estados Unidos o Inglaterra, país de Jeffrey Archer (Kane y Abel, La falsificación, entre otros). Pero lo cierto es que las escasas 120 páginas que llevo leídas, me “engancharon” por completo y con seguridad llegaré al final.



Esta primera parte se centra en un juicio en el que se condena por asesinato a un inocente y es sentenciado a 22 años de cárcel. El tema es simple pero Jeffrey Archer lo lleva muy bien hasta ahora; nada hace suponer que no continuará de la misma manera.

En la misma cantidad de páginas, Dan Brown me empalagó con las virtudes de la masonería y el destino de la humanidad. En cambio, Jeffrey Archer me plantea el drama de un hombre condenado injustamente. A un buen escritor, con eso le basta.

(Foto: Dan Brown y Jeffrey Archer)

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2 comentarios:

Eduardo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Carlos dijo...

Este Eduardo es más pesado que un collar de melones. No te cansas de decir siempre lo mismo?