14 de agosto de 2010

De visita por los lagos (III)

Rumbo a Cannobbio
En un viaje de pocos días que cuesta sus dinerillos, el éxito o el fracaso depende de las condiciones meteorológicas que te toquen en suerte, sobre todo si el turista es aficionado a la fotografía.

A las siete de la mañana, poco antes del desayuno, algunas nubes tapaban el sol, pero poco después se disiparon a medida que nos aproximábamos a Cannobbio, el último enclave italiano a sólo cinco kilómetros de la frontera con Suiza y en el extremo occidental del Lago Maggiore.

Cannobbio es un pueblo pequeño con calles adoquinadas, conocido también por el importante mercadillo de productos variados que se instala -me imagino- los fines de semana y al cual acuden numerosos turistas. Ya no extraña que en toda actividad comercial se note la presencia china y esta no fue la excepción.

Varios puestos eran atendidos por jovenes chinas con un castellano casi perfecto, lo cual ocurre -dicho sea de paso- en algunos bares de Mataró! A algunos les costará aceptarlo, pero China se parece cada vez más a un pulpo gigantesco que extiende sus tentáculos por todo el mundo.
Una vez efectuadas las compras previstas, el autocar cruzó la frontera con Suiza, también esta vez en la región de habla italina. El viajero se percata de que está en otro país por dos razones: banderas de Suiza en algunos edificios y la moneda, el franco suizo, aunque aceptan euros sin poner ningún inconveniente, como es fácil suponer. Otro aspecto de la diferencia con Italia es que todo es más caro.

Esta vez el paisaje era diferente. Dejamos de ver lagos y avanzamos por carreteras de montaña con muchas curvas que obligaban al chofer a realizar un par de maniobras para poder girar en alguna demasiado cerrada.

La guía Beatrice se deshizo en explicaciones sobre los sitios por los que pasábamos, todo entre montañas de varias tonalides de verde según las variedades de plantas y vegetación exuberante. Lamentablemente lo estrecho de la carrera impedía que el autocar pudiera detenerse para tomar fotografías. (Se sabe que las que se obtienen desde el interior del vehículo no sirven porque salen desenfocadas a causa del movimiento.





Así que guardamos las cámaras y procuramos asimilar algo de lo que nos explicaba Beatrice. Señalando las casas, todas de color gris, y muy pequeños pueblos que se veían en las laderas de las montañas, nos explicó que para los techos no se utilizaban tejas sino pesadísimas losas de granito, una sobre otra de forma escalonada. Para sostener ese tremendo peso se utilizaba un entramado de ramas de castaño, que aparentemente es una madera muy resistente.

Nos internamos cada vez más en el valle Verzasca hasta llegar al pueblo de Losogno con su iglesia y campanario. Allí almorzamos en uno los restaurantes típicos de la zona llamados crotos (o algo parecido). La mesa y los bancos para sentarse son de piedra y una parra se extiende a modo de techo.









James Bond


Era hora de emprender el regreso y en el trayecto de vuelta nos detuvimos en la imponente represa de Verzasca que conecta con el Lago di Vogorno. Hubiera sido una represa más a no ser por dos factores: su impresionante altura de 220 metros y por haberse rodado allí algunas escenas escalofriantes de la película "Goldeneye" de la serie de James Bond, en la que el papel de Bond le correspondió a Pierce Brosnan.

Empleo la palabra escalofriante porque lo comprobé personalmente. En mitad del puente que cruza la represa se halla colocada una plataforma con una saliente de tres metros sobre el vacio. Desde allí, atados con fuertes correas a una gruesa soga de goma, gran cantidad de jóvenes esperan turno y pagan 200 euros para lanzarse en caída libre.

Estaba a dos metros del muchacho que iba a tirarse y no puedo olvidar la escena. Yo estaba como hipnotizado mirándole fijamente y ni atiné a levantar la cámara. Apoyado en la baranda del puente miré hacia abajo y sentí una fuerte sensación de vértigo. Luego fijo la vista nuevamente en el rostro del joven que se había puesto de un color blanco y le temblaban las piernas.

El encargado de la plataforma lo instruyó de forma muy expeditiva: "Abre los brazos en cruz y grita con todas tus fuerzas". El "loco" que había desembolsado 200 euros extendió los brazos, abrió la boca para gritar y recibió un empujón en la espalda. Impresiona mucho verlo caer durante 7,5 segundos hasta que la cuerda se tensa allá abajo y el cuerpo rebota hacia arriba, así varias veces hasta que queda placidamente colgado en el vacío a la espera de que sea izado. ¿Repetirá la experiencia?

Mientras volvía al autocar pensaba si estos muchachos eran conscientes de lo que estaban haciendo...y encima, tienen que pagar!




Reanudamos la marcha, volvimos a la zona de los lagos y dimos un breve paseo por la ciudad de Ascona.




Todas las ciudades y pueblos tienen su iglesia o catedral, en cuyo interior Beatrice explicaba todo lo concerniente a lo que estábamos viendo, incluyendo el significado de pinturas y tapices.

Como también esto forma parte del viaje, se incluyen las fotos que siguen.












Otra jornada intensa había llegado a su fin.
Todavía nos queda un día de excursión.




*

4 comentarios:

martagbp dijo...

Que vistas tan logradas!!! Me encantaron las de la callecita empedrada por su composición y las del dique y la iglesia por su profundidad y luminosidad. Para cuando en Fotocommunity? Besos.

José T. dijo...

Gracias Marta, te hice caso. Slds.

Anónimo dijo...

hoy lunes 16 de Agosto por estos pagos Feriado, acabo de leer y ver todas las fotos del este hermoso viaje que realizaron, me encanto y tambien vi todas las fotos del facebook, maravilloso, muy buena eleccion , los felicito, chao

José T. dijo...

Gracias Anonimo Noemí. Mientras haya hilo en el carretel hay que aprovechar.