6 de febrero de 2012

La biblioteca personal (VI)


Tres ejemplos de literatura juvenil

Poco a poco iremos dejando atrás la llamada literatura juvenil, por encasillarla de alguna manera, aunque cualquier edad es buena para vivir o revivir este tipo de aventuras. De la vasta oferta que existe, tomamos tres "clásicos" del género:


20. ROBINSON CRUSOE (Daniel Defoe)
21. LAS MINAS DEL REY SALOMON (Henry Rider Haggard)
22. COLMILLO BLANCO (Jack London)

Hurgando un poco en la memoria, enseguida acuden otros autores y títulos, como Tarzán de los monos (Edgar Rice Burroughs), Las aventuras de Sandokán (Emilio Salgari), Las novelas del oeste de Zane Grey,  Los caballeros del Rey Arturo (Anónimo), Mujercitas (Louisa May Alcott), Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll),  Juvenilla (Miguel Cané) y muchos etcétera.

Robinson Crusoe, la autobiografía ficticia de un naúfrago en una remota isla tropical, fue publicada en 1719. Es una novela de aventuras por autonomasia. El barco en el que viajaba como esclavo, naufraga y es el único superviviente, logrando llegar a una isla en la que parece ser el único habitante. Como medio para sobrevivir, toma del barco todas las armas y provisiones que necesita, a la espera de ser rescatado, lo que ocurrirá después de 28 años cargados de peripecias.

Las minas del rey Salomón fue la primera novela de ficción de aventuras situada en África en inglés, y es considerada como el génesis del género literario sobre mundos perdidos. Un grupo de exploradores conducidos por Allan Quatermain se interna en una región virgen de África, en busca del hermano de uno de los aventureros que pretendía encontrar las legendarias minas del Rey Salomón. La novela atrajo inmediatamente el interés del público porque era muy poco lo que se sabía sobre el continente negro.

 El protagonista de Colmillo blanco es un perro lobo nacido de la relación entre una hembra mitad perro, mitad lobo, y un lobo en las Tierras Vírgenes de Alaska. Vive en un cubil hasta que un indio llamado Nutria Gris (o Castor Gris), reconoce a su madre y la llama a su lado. El lobezno la sigue y es bautizado por el indio con el nombre de Colmillo Blanco, por la blancura de sus dientes. Madre e hijo se quedan a vivir en el poblado nómada, aunque más tarde la vida los separará.
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