3 de febrero de 2012

Fragmentos literarios de un Nobel


Como los seguidores del blog saben hasta el hartazgo, el amor que siento por los libros es infinito, y constantemente busco la manera de demostrarlo. El hábito de la lectura es el mayor capital que una persona puede tener….y al mismo tiempo, es un buen consuelo para quienes no hemos sido favorecidos por una bonanza económica sino, por el contrario, golpeados por gobiernos corruptos y mal paridos.

Pero eso es historia pasada y lo que corresponde ahora es mirar hacia delante. Lo positivo es sentirse rico y afortunado simplemente por gozar de vista aceptable y un estado mental equilibrado para disfrutar no solo de los libros sino también de otras actividades que enriquecen el espíritu, como el cine, el teatro, la música y el arte en general.

En la consulta permanente de textos de diversa índole, encuentro a veces palabras de grandes escritores que me apetece compartir, o por lo menos, asimilarlas mejor por el simple hecho de copiarlas en este espacio. Hoy he dado con el discurso que pronunció el Premio Nobel de Literatura 2006, Orhan Pamuk, en la aceptación del galardón otorgado por la Academia Sueca. Allí, el escritor turco responde a una pregunta que muchas veces suele hacerse a un gran exponente de la literatura: ¿Por qué escribe?

Dice Pamuk:

“¡Escribo porque me sale de dentro!
Escribo porque soy incapaz de hacer un trabajo normal como los demás.
Escribo para que se escriban libros parecidos a los míos y yo pueda leerlos.
Escribo porque estoy muy, muy enfadado con todos ustedes, con todo el mundo.
Escribo porque me gusta pasarme el día en una habitación escribiendo.
Escribo porque solo puedo soportar la realidad si la altero.
Escribo para que el mundo entero sepa la vida que hemos llevado y seguimos llevando yo, los otros, todos, nosotros, en Estambul, en Turquía.
Escribo porque me gusta el olor del papel, de la pluma, de la tinta.
Escribo porque más que en cualquier otra cosa creo en la litertura y en la novela.
Escribo porque es una costumbre y una pasión.
Escribo porque me da miedo ser olvidado.
Escribo porque me gusta la fama y la atención que me ha proporcionado la escritura.
Escribo para estar solo.
Escribo porque puede que así comprenda la razón por la que estoy tan, tan enfadado con ustedes, con todo el mundo.
Escribo porque me gusta ser leído.
Escribo para ver si acabo de una vez esa novela, ese artículo, esa página que he comenzado.
Escribo porque eso es lo que todos esperan de mí.
Escribo porque infantilmente creo en la inmortalidad de las bibliotecas y en cómo mis libros están en los estantes.
Escribo porque la vida, el mundo, todo, es increíblemente hermoso y sorprendente.
Escribo porque me resulta agradable verter en palabras toda esa belleza y esa riqueza de la vida.
Escribo no para contar una historia, sino para crear una historia.
Escribo para librarme de la sensación de que hay un sitio al que debo ir pero al que no consigo llegar, como en un sueño.
Escribo porque no consigo ser feliz.
Escribo para ser feliz”.

Orhan Pamuk tituló su discurso La maleta de mi padre, que ha sido editado como libro junto con otros dos mensajes de aceptación de sendos premios.
Este hallazgo despertó mi interés para salir a la “caza” de otros fragmentos de discurso de aceptación de los Nobel de Literatura, y el que tengo en la mira es, por supuesto, el de José Saramago, al que seguirán otros notables, como por ejemplo, John Steinbeck, Ernest Hemingway y Gabriel García Márquez. En Internet está todo, solo hay que buscarlo.
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