José Trepat
Uno es atilado, elegante, sobrio, medido, todo un gentleman y poseedor de una técnica casi perfecta para el deporte que practica. Los ingleses sin duda se sienten absolutamente identificados con este suizo que ha hecho de Wimbledon “su” casa después de haber ganado cinco veces consecutivas el trofeo más apreciado del tenis mundial.
El otro, cinco años más joven, exhibe una imagen más informal y distendida, siempre dispuesto para una entrevista, firmar un autógrafo o posar de buen grado para quien desee fotografiarse con él. En la cancha suple alguna posible carencia técnica con una explosiva exhibición de fuerza que apabulla a sus rivales.
El otro, cinco años más joven, exhibe una imagen más informal y distendida, siempre dispuesto para una entrevista, firmar un autógrafo o posar de buen grado para quien desee fotografiarse con él. En la cancha suple alguna posible carencia técnica con una explosiva exhibición de fuerza que apabulla a sus rivales.
Hay algo que los iguala
Pero en lo que Roger Federer y Rafael Nadal –números uno y dos del mundo- son iguales, es en la grandeza que demuestran a la hora de saber ganar o perder, y en el respeto mutuo que ambos se tienen.
El tenista suizo ha tenido que tragar la amarga píldora de la derrota frente a Nadal en las tres grandes finales que este año los tuvo como protagonistas –Hamburgo, Roland Garros y ahora Wimbledon, que para el estadounidense john Mc Enroe, tricampeón en la década de los 80, fue “la mejor de la historia”.
Federer nunca esgrimió ninguna excusa para justificarse, afirmando en cada una de esas finales que su rival había sido superior y que era un legítimo ganador. Tal vez muy pronto llegue a ser considerado en forma unánime como el mejor tenista de la historia, pero muy pocos le disputarán el primer puesto en el podio de la caballerosidad deportiva, algo quizás más valioso que la victoria.
"Lo intenté todo", reconoció Federer al final del partido de casi seis horas. "Pero él ha merecido el campeonato y ha jugado fantástico.Es el peor rival en la mejor pista", agregó. Sus palabras fueron seguidas de una ovación, mientras Nadal, a pocos metros, abrazando la copa, lo observaba con los ojos aún húmedos y emoción contenida.
¿Qué estaría pasando por la mente de 22 años de Nadal en esos momentos, al escuchar las palabras de su admirado Federer? Sin duda le servirían para cuando le tocara perder.
Bajo un cielo plomizo y luz artificial, el tenista de Manacor avanzó entonces hacia el punto de la entrevista de rigor, a la que respondió en un inglés más que aceptable.
“Estoy delante del mejor jugador de la historia” reconoció una vez más después de las palabras iniciales en las que resaltó su emoción por el título. "Fue increíble, quiero felicitarle por su actitud, es muy buena para el tenis"… Con Roger cinco veces aquí, las dos últimas muy cerca... Pero él es aún el mejor, tiene cinco. Yo sólo una, así que para mí es muy importante claro", fueron las palabras de Nadal para los millones de televidentes que siguieron el partido en la llamada Catedral del tenis.
Pero en lo que Roger Federer y Rafael Nadal –números uno y dos del mundo- son iguales, es en la grandeza que demuestran a la hora de saber ganar o perder, y en el respeto mutuo que ambos se tienen.
El tenista suizo ha tenido que tragar la amarga píldora de la derrota frente a Nadal en las tres grandes finales que este año los tuvo como protagonistas –Hamburgo, Roland Garros y ahora Wimbledon, que para el estadounidense john Mc Enroe, tricampeón en la década de los 80, fue “la mejor de la historia”.
Federer nunca esgrimió ninguna excusa para justificarse, afirmando en cada una de esas finales que su rival había sido superior y que era un legítimo ganador. Tal vez muy pronto llegue a ser considerado en forma unánime como el mejor tenista de la historia, pero muy pocos le disputarán el primer puesto en el podio de la caballerosidad deportiva, algo quizás más valioso que la victoria.
"Lo intenté todo", reconoció Federer al final del partido de casi seis horas. "Pero él ha merecido el campeonato y ha jugado fantástico.Es el peor rival en la mejor pista", agregó. Sus palabras fueron seguidas de una ovación, mientras Nadal, a pocos metros, abrazando la copa, lo observaba con los ojos aún húmedos y emoción contenida.
¿Qué estaría pasando por la mente de 22 años de Nadal en esos momentos, al escuchar las palabras de su admirado Federer? Sin duda le servirían para cuando le tocara perder.
Bajo un cielo plomizo y luz artificial, el tenista de Manacor avanzó entonces hacia el punto de la entrevista de rigor, a la que respondió en un inglés más que aceptable.
“Estoy delante del mejor jugador de la historia” reconoció una vez más después de las palabras iniciales en las que resaltó su emoción por el título. "Fue increíble, quiero felicitarle por su actitud, es muy buena para el tenis"… Con Roger cinco veces aquí, las dos últimas muy cerca... Pero él es aún el mejor, tiene cinco. Yo sólo una, así que para mí es muy importante claro", fueron las palabras de Nadal para los millones de televidentes que siguieron el partido en la llamada Catedral del tenis.
La importancia del entorno
Se aprecia a través de su comportamiento fuera de las pistas que el joven Nadal está protegido por un entorno familiar sólido, a diferencia de tantas otras estrellas del deporte que acabaron dando una imagen deplorable en cuanto a conducta y educación; ambas cosas no se consiguen con dinero sino con buenos ejemplos.
Los que cuando pierden buscan alguna justificación, y cuando ganan se sienten los dueños del mundo, son en definitiva figuras patéticas que no conviene imitar.
A ver si quienes opinan a través de los espacios que les ofrecen los periódicos, dejan de decir estupideces, tratando de empequeñecer al notable tenista español -algo que cada vez les está costando más- y aceptan que con perseverancia y esfuerzo, mucho esfuerzo, pueden alcanzar los objetivos que pongan en sus vidas.
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Objetividad a la hora de opinar
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Para opinar en deportes hay que hacerlo con argumentos y sin perder la objetividad, sino es mejor callarse y no caer en el ridículo de patrioterismos vacíos, carentes de sustento. Si no se tiene la capacidad de reconocer los méritos de un deportista, aunque éste no sea su preferido, es que algo anda mal en la persona.
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Quien esto escribe, admira tanto a Federer como a Nadal, o quizás más, porque reconoce la depurada técnica y juego preciosista del actual número uno del mundo. Pero el español da una imagen que imbatibilidad que impresiona. Si hasta el propio Federer lo reconoce una y otra vez, dando pruebas de su calidad humana. ¿Hay alguien que pueda opinar con mayor autoridad que el suizo sobre Nadal?
El español marca una tendencia que es irrefutable: el rendimiento deportivo mejora día a día como lo demuestra la caída de plusmarcas que se produce en cada justa deportiva.
¿Quién pensaba que alguien iba a superar los cinco campeonatos mundiales del legendario Juan Manuel Fangio? Lo hizo Michael Schumacher. Parecía imposible que se pudiera correr los 100 metros planos en menos de 10 segundos; ya perdí la cuenta de las veces que ello ha ocurrido.
¿Las 75 victorias consecutivas de Guillermo Vilas en piso de arcilla? Nadal pulverizó esa marca.
Aparentemente, la capacidad de superación del ser humano no tiene límites.
Nadal no es actualmente el número uno, como él mismo lo ha dicho reiteradamente, pero tiene todo el derecho de aspirar a serlo. Quizás lo logre después de que su ahora máximo rival logre el reconocimiento unánime como mejor tenista de la historia. Si ambos alcanzan sus metas lo tendrán ampliamente merecido.
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2 comentarios:
Y el Diego?? No te olvides del Diego, ese si que es un gentleman!!
Me parece que ya sé de quien viene este comentario....
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