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Agotada ya casi la visita a la magnífica Grand Place, buscamos nuevos puntos de interés, y uno de los que teníamos muy cerca de allí es el Manneken Pis, considerado el monumento o estatua más visitado de Bruselas y al que los belgas profesan más cariño.
Para encontrarlo dejamos a un lado el mapa de calles y seguimos el consejo acuñado por un seguidor de este blog para estos casos: "hay que seguir a la masa aborregada", o sea ver hacia donde se dirigen masivamente los turistas, incluído los centenares de japoneses que parecían haber sido descargados de containers.
Con sus cámaras al cuello y sombreritos de ala estrecha para protegerse del sol, que por momenos nos bendecía con su presencia, los japoneses, todos de corta talla y muchos en edad de jubilación, avanzan por las calles en grupos compactos dando la impresión de que todo lo tienen planificado; saben a dónde van.
Caminando por una estrecha calle, vimos que a pocos metros, en una esquina, se habían aglomerado muchas personas. Allí debía estar! Y así fue: ante nuestros ojos, el Manneken Pis. Que no es más que una pequeña estatuilla, casi oculta en una ochava, aunque se trata de una copia pues el original, fabricado en 1619 en estilo renacentista, fue robado en 1960.
Hay varias leyendas sobre sus orígenes pero la que parece más verosimil dice que se trata del hijo de un famoso escultor que se perdió y que luego fue encontrado orinando en el lugar precison donde se levanta la pequeña estatuta.
Réplicas de este niño que iba a ser famoso pueden encontrarse en todos los sitios, ya sea en chocolate -otro motivo de orgullo de los belgas- o en souvenirs de Bruselas, de esos que pueden imantarse en las puertas de las neveras. Tomamos las consabidas fotos del Manneken Pis y lo dejamos librado a su suerte ante el ametrallamiento de disparos de las cámaras.
La estatuilla nos pareció algo curioso, pero poco más, así que continuamos en busca de nuevos objetivos. Seguimos avanzando entre restaurantes que han invadido las calles petonales del sector céntrico y nos despedimos de esos establecimientos con fotos de día y de noche, y con sus ofertas de menús en los que no podían faltar obviamente los mejillones, servidos en ollas de color negro, cuyas tapas se utilizan para depositar las conchas. Un fiasco.... y caro
Otro de los puntos de visita turística "obligada" en Bruselas es el Atomium, la representación de nueve átomos aumentados 150.000 millones de veces, construído como emblema de la Exposición Universal de 1958. Está en las afueras de la ciudad y se llega facilmente por Metro. Hacia allí nos dirigimos en ese medio de transporte, munidos de los correspondientes tickets adquiridos en máquinas expendedoras, pero de no tenerlos igual hubiéramos llegado.
Las entrada y salida de las estaciones de Metro es totalmente libre y no vimos ningún tipo de control; todo el mundo va y viene como Perico por su casa. ¿Habrá controles en algún momento? Nosotros no vimos ninguno. Curioso.
A distancia, las brillantes nueve esferas de acero-aluminio impresionan, más cuando uno se coloca debajo de la estructura de 102 metros de altura. Ya que estábamos allí, oblamos los nueve euros de la entrada (caro) para ascender hasta la esfera superior, desde dónde se podían registrar fotografías panorámicas de la ciudad.
El precio de la visita permitía ir bajando luego hacia los átomos inferiores para visitar las distintas exposiciones, las que en verdad, nos defraudaron totalmente. Una de las esferas proponía adentrarnos en la Antártida tuvimos que atravesar un pasillo con las paredes recubiertas con lienzos blancos (una pobre representación de los hielos eternos) para llegar a un recinto donde se proyectaba un documental sobre pingüinos, y se ofrecían algunos otros datos.
En otra de las relucientes "bolas" sus muros convexos contenían fotografías enormes de personalidades que en algún momento habían visitado el atomium. Otras estaban cerradas al público y la esfera dedicada a bar brillaba, pero por la ausencia de oferta gastronómica. En resumen. El atomium por fuera: digno de verse. Por dentro: silencio piadoso. ¿Sabían esto los japoneses? Porque no vimos a ninguno en el interior.
El turno de las iglesias
La visita a iglesias durante nuestra estadía en Bruselas se limitó a sólo dos. Una, monumetal por su tamaño y la otra, una muestra de pulcritud y buen gusto. La primera es la quinta mayor del mundo pero su estilo Art Deco y su relativa modernidad (comenzó a construirse en 1905 y fue terminada en 1971) no llega a emocionar como pueden hacerlo otras famosas basílicas o catedrales cargadas de historia.
Se trata de la Basílica de Koekelberg, o del Sagrado Corazón, construída para conmemorar el 75 aniversario de la independencia de Bélgica. Su interior, de enormes columnas y paredes lisas y practicamente desnudas, transmite poco más que admiración por sus dimensiones.
La otra visita fue para la catedral de Bélgica. Su aspecto exterior no es muy impactante, pero al ingresar el visitante no puede menos que quedar extasiado por su maravillosos vitrales, la pulcritud de su construcción y el buen gusto arquitéctonico y artístico en cada uno de sus rincones.
La catedral de San Miguel y Santa Gúdula, patrona de Bruselas, fue levantada entre los siglos XIII y XVI, y restaurada entre 1983 y 1989, de ahí su buen estado de conservación y magnífico aspecto. Como esta nota no es una lección de historia, nos limitaremos a reproducir algunas fotografías de este bello templo y resaltar que su visita no defraudará a quienes saben apreciar las obras de arte. Nos despedimos de Bruselas con las imágenes de Santa Gúdula y San Miguel.
Próxima nota: Los jardines del Palacio Real
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3 comentarios:
un apunte: si estás adentro de la bola, los muros son cóncavos. Si la ves de afuera, convexos.
Exacto Ingeniero Superior!! Fue un lapsus. Me has recordado que soy vulnerable...así que atízame sin piedad cuando las circunstancias lo permitan, porque siempre se aprende de los errores. Bienvenido a la sección "Comentarios"!
A José: las notas están maravillosamente narradas, a pesar de los errores matemáticos. Una pregunta: Comiste el muñequito de chocolate? y si fué así, que sentiste cuando masticabas las partes pudendas? Amén.
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