11 de agosto de 2010

De visita por los lagos

Dieciseis horas viajando en autocar son muchas, y 1.380 fotos en cuatro días también son muchas, pero esas cifras, que podrían parecer excesivas, se justifican si el resultado final llena con creces las expectativas que uno se había forjado al planificar esta breve excursión por los lagos alpinos en la región fronteriza entre Italia y Suiza.

Viajar por carretera en países europeos es un verdadero placer, sobre todo si uno se desentiende de la conducción y de toda la logística. Solo hay que disfrutar el paisaje, siempre cambiante, nunca monótono, mientras el moderno vehículo con aire acondicionado se desliza suavemente sobre las impecables autopistas en las que no existe nada remotamente parecido a un bache o desnivel.


La reglamentación que exige al chofer respetar escrupulosmente los límites de velocidad y detenerse en un área de servicio cada dos horas transmiten al viajero la confianza de que las normas creadas para su seguridad se cumplen a rajatabla. Y si en las áreas de servicio se encuentra todo lo necesario y los lavabos están limpios y relucientes, nada puede empañar el éxito del viaje.

Así fue el viaje hacia los lagos alpinos en el que el grupo de 52 turistas desayunó en España, almorzó en Francia y cenó en Italia, todo en un mismo día, no está mal.

Estos viajes en grupo plantean siempre el interrogante de como será convivir durante seis días (dos para el trayecto y cuatro para las excursiones) con las personas que te hayan tocado en suerte. Por eso la guía, ducha ya en estos menesteres, lo primero que hizo cuando los 52 pasajeros estaban en el autocar, fue un suplicante llamado a la convivencia, tolerancia y respeto entre el grupo, heterogeneo como suele serlo casi siempre.

Tuvimos la suerte de que esta vez no había quejosos, malhumorados e intolerantes que se alteran ante el menor inconveniente. Está claro que 52 personas no son iguales ni tienen los mismos gustos. Hay quienes prefieren leer, dormir, o sea estar tranquilos. Y hay otros más bullangueros que se autodetectan inmediatamente y forman el grupo que llevará la voz cantante y marcará la tónica de cual habrá de ser el ambiente.

Es comprensible que así sea y todos en alguna medida debemos aceptarlo en aras de una buena convivencia. Después de todo, serán seis días y después cada cual volverá a su vida cotidiana. Con ese espíritu encaramos esta excursión y el resultado fue satisfactorio.

Si las condiciones metereológicas acompañan, eso se nota en los ánimos y desaparecen los gestos adustos. Así fue por suerte durante los seis días. Solo en una de las paradas desde la cual podía verse allá abajo, el Principado de Mónaco, como colgado sobre el Mediterráneo, un cielo encapotado de nubes y algunas gotas hicieron fruncir el cejo a más de uno, pero no fue más que eso. A poco de continuar viaje volvió a brillar el sol que no nos abandonó ningún día.

Si alguien quiere acompañarnos está invitado a iniciar esta excursión por lagos de Italia y Suiza, con algunas fotos y datos explicativos de los lugares visitados.



Partida
Una vez reunido todo el pasaje, el autocar inició el viaje propiamente dicho en un punto de la autopista AP7 a la altura de Gerona. Pequeñas furgonetas habían recogido
a los viajeros en diversas ciudades a la hora convenida. Nuestra cita era a las cuatro y media de la mañana en Mataró, pero había también otros traídos desde Tarragona, a 150 kilómetros, para lo cual debieron estar listos a las tres de la mañana. Esto fue para todos lo más molesto; levantarse tan temprano. Pero es que nos aguardaban más de 1.000 kilómetros para llegar a destino.

La primera parada fue para desayunar en un área de servicio, a las siete, y luego cada cual durmió lo que pudo hasta que ya con los rayos filtrándose por las cortinillas del autocar, la voz estentórea de la guia despertó al pasaje y comenzó a hablar comenzando con el ya mencionado llamado a la convivencia.
Al poco tiempo cruzamos la frontera con Francia, algo tan simple como pasar por un peaje, sin demoras, sin documentos. Este es un avance muy grande entre los países de la Unión Europea, es como si no hubiera fronteras y se circula libremente. En las autopistas practicamente no se ven ni guardias civiles españoles, ni gendarmes franceses, ni carabinieri italianos, y parece que no hacen falta... o es que la crisis europea ha llegado también a estas instituciones?

Llegamos a las ocho de la noche a la ciudad de Intra, junto al Lago Miaggore, donde nos alojaríamos durante toda la gira.



Ya nos estaban esperando para la cena, que como todos los días iba a ser a esa hora, un poco temprano para nuestras costumbres. Pero hablando de costumbres, ahora me explico por que a Italia se le llama el país de las pastas. Macarrones, ñoquis, spaguettis y ravioles, iban a ser cotidianamente uno de los dos platos que componían el menú pactado por la agencia.

Algo tenía que salir mal, y ello fue que al ocupar la habitación nos encontramos con el cuadro mas feo que he visto jamás colgado sobre la cabecera de la cama. Con él hubo que convivir cinco noches.
Lago Maggiore
A la mañana siguiente iniciamos la excursión propiamente dicha a los lagos de Italia y Suiza. Bien temprano nos esperaba una jovencita de poco más de 20 años llamada Beatrice, que nos deslumbró con sus conocimientos, su paciencia y su dulzura. Era la guía local que nos conduciría a través de la geografía de la región y su historia.

La primera etapa fue el Lago Maggiore, segundo en tamaño después del Lago di Garda. Nos trasladamos con el autocar hasta la ciudad de Stresa para embarcar allí en lanchas que nos conducirían al conjunto de las Islas Borromeas, todas pertenecientes a la familia Borromeo, con cuya historia nos atosigó la guía.
Comenzamos por la Isla Madre, la más grande, luego siguió la Isla Pescatori con la pausa para el almuerzo que claro, incluyó pasta, esta vez en forma de lasagna.
Después de comer pasamos a la Isla Bella, con el palacio de los Borromeo y hermosos jardines perfectamente cuidados con plantas, flores, faisanes y pavos reales que se lucieron para la ocasión, como puede verse en la foto.
Después de las tres islas, en una jornada a pleno sol, de vuelta al autocar y al hotel para la cena, que ese día tenía spaguetti como primer plato.
Este primer día nuestras cámaras captaron alrededor de 400 imágenes. Aquí solo hay una pequeña muestra de la zona que limita con la región de Lombardía y Suiza.








(Continuará)

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Queremos una foto de la guia Beatrice!!!

Logicamente este mensaje quedará anónimo de por vida...

fer.T dijo...

esperamos la continuacion!!!!

José T. dijo...

A Anónimo: me parece que los paisajes no te gustaron mucho. En alguna futura entrada buscaremos una foto de Beatrice. Slds

A Fernando: habrá continuación. besos a Mofflett.