26 de julio de 2011

Y me lo había creído....








Después de ver por primera vez la película El expreso de medianoche, hace ya muchos años, sentí aversión hacia los turcos, una sensación que era compartida por muchos, a juzgar por lo que podía leerse en distintos medios de la época.


Es de justicia aclarar ahora que la película de Alan Parker me engañó, porque tanto Parker como el guionista Oliver Stone, mienten bastante al intentar reflejar en la pantalla un hecho de la vida real: la dura experiencia del ciudadano estadounidense William Hayes como prisionero en una cárcel turca.


La película nos presenta a Hayes como un “buen” norteamericano que es arrestado por la policía turca en el aeropuerto de Estambul, cuando intentaba salir del país con dos kilos de hachís en paquetes sujetados a su cintura. El rostro “angelical” de Hayes parecía serlo aún más, en contraposición a las miradas torvas y gestos adustos de los policías turcos.


El frustrado traficante de drogas (“lo hice por dinero”, diría después) es llevado a la cárcel y alojado en un calabozo hasta que se celebra el juicio, en el que se le aplica una sentencia de cuatro años. ¿Es que acaso esperaba una felicitación por lo que había intentado hacer?


Durante el tiempo de su encierro no faltan las escenas de vejaciones, peleas, malos tratos, castigos, como ocurre en tantas cárceles del mundo (Guantánamo, sin ir más lejos). La película exhibe la “maldad” de los turcos en la figura del jefe de los guardianes, que somete a los reclusos a todo tipo de castigos.


Oliver Stone escribió el guión en base al libro del propio William Hayes, pero parece ser que la película difiere bastante de lo que cuenta el propio autor. Los cineastas se tomaron demasiadas licencias sin tener en cuenta que sus invenciones podían afectar negativamente la imagen de Turquía, como en realidad sucedió.


Me interesé por ver otra vez El expreso de medianoche luego de una visita a Turquía en la que no observé ningún comportamiento fuera de lugar de los turcos hacia los extranjeros ni entre ellos. Me pareció un pueblo sumamente civilizado y, en lo personal, siempre tendrán mi agradecimiento por la manera como se comportaron durante un grave problema de salud. Literalmente, me salvaron la vida personas a las que no conocía.


Pero volviendo a la película (filmada en la isla de Malta), hay escenas que parecen cargadas de intencionalidad política, como la del protagonista cuando habla durante la revisión del juicio en el que se le condena a 30 años de prisión “para que sirva de escarmiento”. En verdad, el recluso ya había pagado su delito con los casi cuatro años de encierro que llevaba.


Pudo expresar su indignación en ese alegato, cuando dirigiéndose a los jueces les dijo a viva voz: “Para una nación de cerdos, es curioso que ninguno los consuma. Odio a los turcos, a este país. ¡Son todos unos cerdos!”.


Al principio de la película, Hayes pensaba que pronto quedaría libre pero otro recluso le quitó esa idea de la cabeza: "En Turquía no hay abogado honesto , están todos comprados, son peores que las ratas. La corrupción se enseña en las Universidades... "


Estas definiciones, apoyadas por las duras imágenes, ensucian a todo un país, mientras que el delincuente se nos ofrece como una buena persona en todos los aspectos, que ama y respeta a sus padres. Sin embargo, según el libro de William Hayes, este admite que ha sido un gran consumidor de drogas y que incluso transporto ilegalmente hachís por Europa en varias ocasiones.


Durante el viaje a Turquía, nuestro guía comentó que siempre se le pregunta si la imagen que transmite El expreso de medianoche es la real. Agregó que por supuesto no es así, y que se había invitado a los cineastas a visitar el país para que lo comprobaran por sus propios medios, pero estos se negaron. De todas maneras, el mal ya estaba hecho.


En lo personal, esta nota ha sido una modesta “reparación histórica”. El cine tiene mucho poder, pero todos deberíamos saber cuando una película pretende ser algo más que un mero entretenimiento. (El de la foto es el verdadero William Hayes).











-José Trepat



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3 comentarios:

flaco dijo...

A José:con respecto a esta nota mi comentario está manifestado cuando escribiste sobre como te trataron en Turquía cuando tuviste el problema de salud y la calidad y bohonomía de la gente.Esto es lo que escribíen aquella nota el 14 de julio:"A José: realmente Turquía es una belleza. Desgraciadamente mi imagen de la misma es la de la película Expreso de medianoche, lo cual me hace sentir un bol....ya que me quedé en la anécdota. Con respecto a la cantidad de mezquitas según estuve escudriñando en el año 2002 había 1500 y 2000 centros islámicos, así que no me parece que sea una exageración la cifra que te dieron.
Seguí manteniéndote en forma ya que lo más difícil para nuestra idiosincracia es querernos a uno mismo.
Un beso para vos y para mi primita"
Creo que a los turcos los cineastas los han denostado casi siempre, y no se cual es el fin de dicha infamia. Vos que sabés más de cine recordarás por ej:Laurence de Arabia etc.
Bueno José, muy buena la nota y comulgamos con las apreciaciones(cosa que me alegra) porque demuestra que no soy el único.
Chau.Amén

José T dijo...

Así es flaco. A pesar de que seas hincha de Racing, igual podemos estar de acuerdo en algunas cosas. Hace muchos años que ví Lawrence de Arabia y no me acuerdo ya, pero un día de estos voy a verla otra vez, a ver como se las ingenian los cineastas para dar "leña" a los turcos. Slds.

flaco dijo...

A José:Siempre vamos a poder estar de acuerdo en algunas cosas, en lo que no voy a estar de acuerdo es que cuando el Glorioso Racing Club fue a la B, con sudor y lágrimas pudo volver a la A recordando aquello de Almafuerte"no te sientas vencido ni aún vencido..."y no como las gallinas que lo único que hacen es romper los estadios y su propia casa y encima lloran para que por decreto el cínico de Grondona los coloque en la primera categoría.AMEN