15 de febrero de 2012

La manguera


Tirar de la manguera puede resultar caro, engorroso y desquiciante. Ese adminículo ondulante, flexible y travieso, no tiene sin embargo vida propia. Debe ser guiado por una mano firme y ducha en esos menesteres, hasta el sitio más recóndito al que nadie puede llegar. Una vez allí cumple su cometido y se retira, o la retira la misma mano experta. Pero a veces, esa mano olvida que la manguera es débil, le falta rigidez, y solo puede alargarse o encogerse según la presión a que sea sometida. Las paredes que protegen el conducto interior, por el que sólo pasa aire y polvo, son de una materia poco resistente que, con el trajín que se le impone, suele agrietarse. La fisura puede obturarse con un apósito, hasta que se produce otra y otra. La mano, entonces, se relaja, la suelta y se escucha una voz: “esta ya no sirve más”. La manguera, heroína de mil batallas, ha muerto!

Nos referimos, claro está, a la manguera de la aspiradora doméstica, hecha de plástico corrugado, que debería tener una larga vida si a lo que es su misión específica no se le suma la función de cadena de arrastre de la máquina a la que está conectada.

El siguiente es un caso real que retrata con total fidelidad la manera en que una humilde manguera de plástico puede desquiciar la rutina diaria de un jubilado septuagenario que se ha visto arrastrado a la historia sin fin de conseguir una reemplazante, una hermanita gemela de la maltrecha manguera original.

Los personajes centrales de la historia son una esposa y su marido.

En un momento determinado, la esposa decide poner fin a la vida activa de la manguera, y abre una página de Internet como paso inicial para la búsqueda del respuesto. El marido da su aprobación mientras observa con cierta nostalgia los innumerables remiendos a que fue sometida la manguera buscando alargar su utilidad. Inclusive se regodea una vez más con su ingenioso invento de atar el extremo de un cable al cuerpo de la aspiradora y el otro a la punta de la manguera, de manera tal que al desplazar la máquina la tensión la asuma el cable y no la debilitada manguera.

 La esposa hace la consulta en Internet y recibe respuesta: hay una casa de repuestos a unas 15 calles de su domicilio. “OK. Mañana voy, dice el marido, y asunto solucionado”.

 Al día siguiente, provisto de los restos de la manguera y del código respectivo, el marido aprovecha la obligada caminata diaria y así llega hasta la casa de respuestos. Por supuesto, no estaba ese modelo, pero sí podìa comprar una manguera “universal”. Según el empleado, no había más que sacar la vieja y conectar la nueva. “Ah bueno, si es so nomás, ya lo hago yo”, dijo el marido, que salió muy orondo con su compra.

De vuelta a casa, el marido se dispuso a completar el trabajo en cinco minutos y luego seguir con sus cosas (tiene un blog y pensaba dedicarse al mismo durante la tarde). Pero después de un rato, sus neuronas no se pusieron de acuerdo sobre cómo debía hacer ese sencillo trabajo. Los minutos se hicieron más de una hora de mirar, probar y pensar, hasta que finalmente desistió. “Mañana vuelvo a la casa de respuestos”, dijo resignado.

 Dicho y hecho. Otra caminada obligada. “Ayer compré esto aquí pero no sé como se conecta”, le dijo al vendedor. “Yo tampoco porque este modelo no se puede conectar a la manguera universal. Hay que comprarlo todo entero”. ¿Y por qué no me dijeron ayer? “Yo no lo atendí”, dijo el empleado (era cierto). “Bueno, deme la manguera completa”. “Este modelo no lo trabajamos nosotros”. “¿Y ahora que hago”. “Vaya donde la compró y pregúntele a ellos”. “Allí no venden repuestos” “Que le digan donde los venden”. ¿Y usted no lo sabe?”. “No”. El marido le entrega la manguera “universal”, recibe el reintegro y se larga de allí, no tan orondo como la víspera, más bien un poco mosqueado.

Al día siguiente se dirige a Media Markt, lugar de la comprar de la aspiradora Rowenta. En el mostrador de reclamos pide directamente la dirección de la casa de respuestos. “Puedo darle el teléfono del servicio técnico”. “Bueno, si lo único que puede darme es eso, es como para pensarlo dos veces antes de comprar otra cosa aquí”. El empleado miraba a la distancia como pensando “Y a mí que corno me importa”. 

De vuelta en casa, el marido llama a ese número y pregunta por el respuesto. “Sí, hay que pedirlo, venga antes de que cerremos y lo pedimos. Estamos en la calle Diputación….” “Pero eso es en Barcelona y yo estoy en Mataró, y como no soy Superman no voy a poder llegar a tiempo”. “Ahh Mataró, entonces la daré un número para que llame…. Es el 93…….., adeu”. “Adeu….” 

 El marido hace un nuevo llamado. Al ser atendido pregunta por la dirección. “Calle tal y cual número tal. “Gracias, quiero un repuesto para una aspiradora Rowenta, le paso los datos? “Ahora no que no funciona el ordenador. Venga a la tarde después de las 17:00”.

 A esa hora el marido no podía ir. Irá mañana, pero con la terrible duda de si esta historia alguna vez tendrá un colorín colorado.

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7 comentarios:

Fer.T dijo...

Te hubieras comprado otra y te ahorrabas tantas vueltas y seguramente no gastarias mucho mas!!! lo que es estar al pedo y ser jubilado no? ya que no hay obras para ver lo mejor es dar mil vueltas para una mierda de manguera!!! jajjajja si la conseguis compra dos, porque conociendo a mama.......

jose trepat dijo...

La deschavaste... yo ni siquiera la mencioné. Preparate que este fin de semana seguro te la pide prestada, porque si consigo que la pidan a la fábrica seguro que habrá que esperar unos días. La metáfora es: ¡comprá la máquina y después arreglate!!!

flaco dijo...

A José: hasta el tercer punto seguido parecía un cuento porno...........(que bien manejás las situaciones)....Amén

jose trepat dijo...

Flaco, captaste muy bien mi rudimentaria sutileza. abzs.

martagbp dijo...

Ja, ja, sé del dolor de prescindir de una manguera a cambio de una máquina nueva, ya que el repuesto importado el Sr. Moreno no me lo permitió conseguir (idem de una afeitadora, etc!). Besos y suerte!

Marixi dijo...

Jajajajaja! Qué buen cuento tío!!! Jajajajja! Que los artefactos domésticos siempren tengan soluciones, ya que nos liberan de la vida cavernícola! Arriba!!!

jose trepat dijo...

Marixi: Mi imaginación no da para elocubrar cuentos. Este es un relato fidedigno de un hecho banal que alteró la rutina diaria. Por suerte el problema está en vías de solución. Slds también a Marta