6 de marzo de 2014

Un comunista en calzoncillos (Claudia Piñeiro)

- Libro nro. 245 leído en este blog -

Género:  Novela (¿?), relato autobiográfico
Año:         2013
Páginas: 194
Transcurre en:  Argentina
Elegido por:  Autor 

Valoración:  Aceptable 



Después de leer la formidable novela de Leonardo Padura, El hombre que amaba a los perros,  se imponía algo con menos páginas y lectura rápida. Fiel a mi rutina de revisar las estanterías de la Biblioteca y hacerme con alguno de los títulos de los autores que llevo apuntados, llegué a la letra "P" y allí estaba: un libro de Claudia Piñeiro que no había leído y que reunía los requisitos: pocas páginas, letra grande y bien espaciada.

Tres novelas anteriores me habían dejado un buen sabor de boca (Las viudas de los jueves, Tuya y Betibú), así que comencé a leer Un comunista en calzoncillos, y en tres horas ya lo había terminado.
Este libro se presenta como una novela, pero no sé hasta que punto lo es pues son relatos autobiográficos sobre la infancia de la autora, la relación con sus padres y el entorno político y social de Argentina en la década de los años setenta.

Al final del libro la autora aclara que esos recuerdos reales habían sido matizados con elementos y algunos personajes de ficción, así que lo de novela puede justificarse. No me disgusta conocer la vida de un escritor a través de su propia pluma, pero aquí encontré sólo pantallazos de una infancia que puede ser la de muchos. Las referencias políticas y sociales son escasas. En fin, no llegó a satisfacerme del todo; esperaba algo más.

Claudia Piñeiro seguirá en mi lista a la espera de encontrarme con alguna otra de sus novelas, como las tres mencionadas arriba que, ciertamente, me gustaron. 
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Sinopsis  (contratapa del libro)
En el verano de 1976 una niña -perspicaz, observadora e intuitiva- está lista para dejar atrás la infancia. Su pequeño mundo familiar y suburbano, atravesado por las tensiones del esfuerzo diario y el resentimiento de las ilusiones perdidas, está dominado por una figura central y referente: su papá. Un padre apuesto, a la vez cómplice y ensimismado, que llegado el momento le exigirá una prueba de lealtad.
Un comunista en calzoncillos es una novela sobre la infancia, pero también el retrato de una época, una clase y un país. La realidad política en Argentina, que hasta el momento llegaba asordinada a las casas del pueblo y al horizonte infantil, irrumpe en forma de censura, secretos y sospechas. Los grupos se abren en bandos y las familias se parten, la protagonista prueba el sabor de la soledad y por primera vez necesita preguntarse: ¿qué se puede decir?, ¿qué se debe callar? Así, el relato da en el blanco, en el punto justo donde se cruzan la intimidad y la vida social.
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Primeras líneas
Ese verano, el verano siguiente aa que lo despidieran de su trabajo, mi padre sostuvo la economía familiar vendiendo turboventiladores. Los turboventiladores eran, en aquel entonces, lo más novedoso que se podía encontrar para aliviar el calor del conurbano bonaerense. Y ese verano, el verano de 1976, hizo mucho calor en Buenos Aires y sus alrededores. Nosotros éramos de los que vivían en "sus alrededores". "Gracias a Dios, hace calor", decía mi padre, que no creía en dios alguno.
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La autora
Claudia Piñeiro (Burzaco, Argentina,1960) es contadora, escritora, dramaturga y guionista de televisión. En 2005 obtuvo el Premio Clarín de Novela por Las viudas de los jueves, distinción a la que han seguido otras. En una entrevista publicada en la Revista Ñ, del diario Clarín cuenta en 2005, cómo empezó su carrera de escritora: "En 1991, estaba trabajando de gerente administrativa en una empresa que tenía una sucursal en San Pablo. Tenía que viajar para hacer la auditoría de los tornillos con los que se hacían unos compresores de aire; una cosa tremendamente aburrida. Yo iba en el avión, supongo que iba llorando, y leo en un recuadro muy chiquito en el diario el llamado a concurso de 'La sonrisa vertical', el certamen de la editorial Tusquets. Yo ni siquiera sabía que se trataba de un concurso de literatura erótica. Lo único que pensé fue: 'Vuelvo y me pido vacaciones y escribo una novela para esto, porque si no, yo me voy a quebrar'. La novela se llamaba El secreto de las rubias y quedó entre las diez finalistas, aunque luego no se publicó. Me di cuenta de que escribir era algo demasiado fuerte y, aunque siempre escribí, ya no podía postergarlo. Apareció como un salvavidas que me tiraron en ese momento".
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