José Trepat
Pasando páginas de la excelente revista QUE LEER, especializada en libros, me encuentro nuevamente con Francisco González Ledesma, el mismo que hace medio siglo adoptó el seudónimo de Silver Kane para –junto con otros colegas- inundar los quioscos de revistas con los famosos “bolsilibros” de aventuras, hoy virtualmente desaparecidos.
El “far west” americano se destacaba entre los géneros de los libritos de 10 por 15 centímetros y 100 páginas, pero también estaban los policíacos, los de espionaje y los de ciencia ficción, entre otros. Lectura fácil y entretenida para quienes los “arrebataban” de los puestos de venta por unas pocas monedas.
Pero también eran el medio de vida para los escritores que como en el caso de Silver Kane (González Ledesma) los producían a razón de dos títulos por semana, en una época oscura de la historia de España cuando la dictadura franquista amordazaba sin piedad a quien osara expresar libremente sus ideas contrarias al régimen.
Aunque su trama era simple y siempre garantizaba un final feliz, imagino que no sería fáci inventar dos historias con sus personajes dos veces a la semana en pequeñas obras que al decir de la revista hicieron más por popularizar la lectura en España que todas las campañas del Ministerio de Cultura juntas.
En lo personal les estoy sumamente agradecido y no reniego de ellas pues al igual que los andadores para niños de corta edad me ayudaron a dar los primeros pasos en el apasionante mundo de los libros. La índole de mi trabajo (un quiosco de revistas) me permitió leer en mi primera adolescencia más de un millar de esos bolsilibros que hoy solo se encuentran en mercadillos, donde se venden por 30 céntimos o se canjean dos por uno.
Más de una vez vi en los medios de transporte a hombres mayores leyendo esas novelitas. ¿Sería por nostalgia, por qué son baratos? por qué les ayudan a evadirse de los problemas cotidianos? No lo sé. Tal vez, a pesar de la edad, estaban dando los primeros pasos como el bebé con el andador.
Este blog publicó otras dos notas sobre Francisco González Ledesma, y esta es la tercera. Aparte de que este hombre de más de 80 años me inspira afecto y admiración por su trayectoria y porque me trae reminiscencias de juventud, me entero ahora de una nueva muestra de su admirable vitalidad creadora.
Ha vuelto a ponerse en la piel de Silver Kane para escribir con ese seudónimo La dama y el recuerdo, que todavía no leí. González Ledesma, que llegó a ser redactor jefe del diario La Vanguardia, de Barcelona, y ganó el premio Planeta con su Crónica sentimental en rojo, lo explica así: "No hay ninguna novela del Oeste en el mercado y a la vez quería saber si sería capaz de volver a escribir una”.
Las dos notas anteriores sobre Silver Kane-González Ledesma fueron recogidas en su blog personal, una satisfacción más que se suma a las recibidas hace medio siglo cuando estaba convencido de que Silver Kane y sus colegas (Keith Luger, Donald Curtis, etc.) eran escritores norteamericanos y no esforzados autores españoles que no pretendían hacerse ricos con sus novelitas, sino sobrevivir.
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